Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 31 segundos
Antes se pensaba que sólo a partir de ser mamá se podía triunfar, señala en ocasión del Día de las Madres.
Redacción/UNAM
Aproximadamente 70 por ciento de las mujeres en México de 15 años o más son madres, pero cada vez deciden tener menor número de hijos. En 1999 la tasa de fecundidad era de 2.8 hijos por mujer y para 2019 se redujo a 1.8, afirma Alejandra Collado Campos, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM
La especialista en Estudios de la Mujer recuerda que antes se pensaba que sólo a partir de ser mamá podía realizarse y ser triunfadora, idea que ha cambiado junto con lo que significa “maternar” (la crianza y cuidado de los hijos por parte de su madre).
Con motivo del Día de las Madres, que se celebra el 10 de mayo, la universitaria refiere que de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hay una cúspide temprana de la maternidad de 20 a 24 años entre las que hablan una lengua indígena; mientras que quienes no lo hacen la fecundidad se distribuye en un rango más amplio, de 20 a 29 años de edad.
La crianza, el cuidado y protección de las infancias debe ser un trabajo colectivo y dejarse atrás la idea de que es una obligación sólo de ellas, insiste Collado Campos.
Y asevera que prevalecen discursos que plantean incluso que hay “un instinto maternal”; además, en la educación se sigue otorgando a las mujeres tareas que tienen que ver con el cuidado y la escucha de los otros. Lo anterior se instaura mediante mensajes y representaciones en los medios de comunicación y los productos culturales.
“Maternar no es inherente ni a las mujeres ni a las mamás biológicas. Maternan las abuelas, las tías, las amigas, las mujeres que están al cuidado de estas infancias y tiene que ver con cambios respecto a cómo las mujeres nos hemos profesionalizado, hemos tenido que adaptarnos a horarios laborales, en los espacios públicos, institucionales y requerimos apoyo para el cuidado de las infancias”, subraya.
Dejar atrás estereotipos
Antes era mal visto que una mamá no se encargara de todo. Hoy es común que pidan ayuda y se apoyen en la colectividad, en redes de otras mujeres que también “maternan”.
De acuerdo con el INEGI, la participación económica de las mujeres con hijos nacidos vivos que no hablan lengua indígena es de 42 por ciento frente a 28 por ciento de las que sí lo hacen. Su baja intervención tiene diversos determinantes sociales, aunque la crianza de los hijos la combinan con actividades económicas de autoconsumo.
“Tenemos que dejar de lado este estereotipo de que somos las mujeres las encargadas de educar. Ciertamente, como madres tenemos una mayor participación en la educación, pero si se trata de una pareja heterosexual el papá también debe participar”, considera la también jefa de Medios de Comunicación del CIEG.
Para Collado Campos es necesario que desde el Estado se impulsen acciones como las licencias de paternidad, con el objetivo de que las parejas compartan las responsabilidades de un hijo recién nacido. También que cuenten con permisos laborales para atender asuntos relacionados con la educación y la salud de los niños.
“Si un hijo se enferma, a la primera persona que llaman en la escuela es a la mamá. Es todavía una estructura que está muy arraigada. Es labor del Estado, desde los medios de comunicación cambiar estas representaciones que generan significantes y se convierte en prácticas. La crianza es un trabajo que tiene que ser realmente colectivo”, enfatiza.
Otro aspecto que se debe modificar es que en las escuelas y universidades dejen de ser mayoría las mujeres en profesiones vinculadas con la crianza de las infancias, por ejemplo la Pedagogía.
La experta universitaria asegura también que un cambio generacional en quienes quieren ser madres es que ya no conforman necesariamente una familia nuclear. “Ahora hay quienes deciden ‘maternar’ solas; es decir, que para embarazarse no tienen que casarse o tener un marido”.
Estadísticas del INEGI indican que 47 por ciento de las mayores de 15 años que son madres, hablen o no una lengua indígena, están casadas; el tres por ciento de las que hablan lengua indígena son mamás solteras, y entre las que no hablan lengua indígena se incrementa a seis por ciento.
Las madres indígenas en unión libre representan 28 por ciento; en tanto, las que no hablan lengua indígena y están en unión libre, 22 por ciento.