El “freak show” de Guillermo del toro 

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Se estrenó El callejón de las almas perdidas en cines y te damos las razones para verla. 

Vicente Gutiérrez 

Ilusión, estafa, muerte, violencia, magia, ilusionistas, el circo, traición y mounstros, todo en El callejón de las almas perdidas, la incursión de Guillermo del Toro en el género de cine negro o film noir 

El misterioso Stan Carlisle (Bradley Cooper) llega a un viejo circo para integrarse como trabajador y rápidamente se gana la confianza de todos, incluyendo al dueño, al enano y al hombre más fuerte del circo que se mueve tras la Segunda Guerra Mundial.  

Del Toro se luce en la reconstrucción del espacio, cada set, cada personaje, cada detalle explota frente a los ojos del espectador: la pobreza, el deseo, el asombro… hay magia en cada escena, así sea una maquinaria vieja o la mujer que se convirtió en araña por desobedecer a sus padres. 

El estafador aprende trucos rápidamente de un viejo mentalista y se enamora de Molly (Rooney Mara) quien se convierte en su cómplice.  

Así, pasamos del lúgubre circo repleto de historias, miedos, terror y delincuencia al falso esplendor en el mundo de los ricos. 

Después de salir del circo, Stan se convierte en un mentalista (que presume puede hablar con los muertos) y tiene gran éxito pues va poniéndose mil mascaras para conseguir lo que desea aunque esto le puede costar la vida. 

Todo cambia cuando conoce a una psicóloga Lilith Ritter (Cate Blanchett) quien le dará la información necesaria para estafar a la gente pero donde todo saldrá mal en medio de sangre y muerte.  

En el cine de Del Toro siempre hay mounstros en todas sus formas, ahora, toman la humana y el director muestra el lado más tétrico del la sociedad: el estafador, el millonario, la mujer… todo es parte de la pesadilla que se va desenvolviendo como en un juego de ajedrez o en un laberinto perturbador. 

Cabe mencionar que la película, se basa en la novela de Lindsay Gresham, que fue adaptada al cine en 1947 con Tyrone Power, Joan Blondell y Coleen Gray. 

La incursión de Guillermo del Toro en el cine negro, con reglas claras del género, (los claroscuros como reflejo del bien y el mal), es muy positiva y logra un drama sin elementos sobrenaturales; aunque, por momentos, las escenas parecen de cine fantástico ante el cuidado visual que el director ejerce. 

La película se estrenó a colores pero tiene versiones en blanco y negro lo que mostrará aún más la hermosura de la película.  

Yo la vi a colores, un film noir brillante repleto de imágenes que se quedan como instantáneas de Instagram en la cabeza, Del Toro es un gran amante del género y lo aprovecha. 

Visualmente, El callejón de las almas perdidas, apabulla con una fotografía hermosa, una nevada por la ventana puede ser un espectáculo por su misma; cada encuadre y un diseño de producción asombroso envuelven a la película. 

Bradley Cooper carga con todo el peso y la culpa en la película, pocos actores como él logran una escena como la del final; Richard Jenkins, un multimillonario loco o la belleza y el misterio de Cate Blanchett, una femme fatale atemorizante. 

Es un proyecto totalmente diferente a El laberinto del fauno, Pacific rim, El espinazo del diablo, Hell boy o La forma del agua lo que es un merito pero también un problema. 

Los fans de Del Toro podrían salir un poco decepcionados por muchos factores, la historia que da tumbos por momentos, se alarga demasiado y comienzan a ser una película pesada que no será del gusto de todos, como ya lo demuestran algunos comentarios y criticas. 

Pero Guillermo del Toro se transforma y lo confirman como un gran director en proceso, madurando y en busca de nuevas aventuras con todos los riesgos que esto atrae. 

Atrévase y vaya a ver El callejón de las almas perdidas, una película hermosa que al mismo tiempo revela los terribles mounstros que cohabitan en cada ser humano… siempre dispuestos a devorarnos.