Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 59 segundos
La pandemia de Covid 19 ha cambiado por completo nuestra manera de ver el mundo. Desafortunadamente está lejos de terminar. Es cierto que estamos viviendo en gran parte del país una estabilidad en los riesgos que conlleva este fenómeno, pero también es cierto que no debemos confiarnos. Las estadísticas lo han advertido una y otra vez.
Esta situación de estabilidad a la que los expertos llaman ‘meseta’, no es en forma alguna un indicativo de bajar la guardia. Justo ahora que tenemos este espacio de tensa calma y de relativa paz mental, es cuando más alerta debemos estar. El regreso a la vida presencial es un asunto de responsabilidad personal y social.
Nuestra mente, cansada de esta situación, tiende a minimizar los riesgos. Coincidimos en no caer en la dramatización del caso, pero igualmente en no caer en la tentación de ignorar lo que ocurre y lo que puede ocurrir. Si algo hemos aprendido de esta pandemia es su comportamiento errático y geográficamente diferente. Lo inesperado de la posible tragedia es algo que debemos gestionar sin miedo pero con enfoque en la conciencia de la situación.
Tener responsabilidad es reconocer las coyunturas. El virus no se ha ido ni se irá. Estamos frente a un fenómeno endémico. Esto significa que estaremos obligados a convivir con el virus SAR-Cov-2 de la misma manera que lo hemos tenido que hacer con otros virus como el H1N1 y muchos otros coronavirus gripales.
Sí, el reconocimiento de esta convivencia obligada es también nuestra responsabilidad. Por eso, hay que saber que este regreso presencial nunca será como antes. La prevención y el cuidado excepcional serán, ahora, una regla.
Hemos aprendido que no hay una sola cosa por hacer. Es la integración de varias medidas lo que nos permite reducir riesgos y tener una vida razonablemente saludable. Además de las medidas obligatorias que los gobiernos han impuesto, hay una tecnología poco tradicional que sin duda puede contribuir a nuestra protección presente y futura. Se trata de la fotocatálisis. Esta es quizá la tecnología más equilibrada del mercado, amigable con las personas y muy poderosa en la eliminación de virus y bacterias. No se trata de guardar o retener aquello que nos pone en riesgo y atenta contra la salud (como muchos de los productos que se ofrecen hoy en el mercado), sino de eliminarlo. Una manera de hacerlo, de acuerdo con la Environmental Protection Agency es con Peróxido de Hidrógeno, comúnmente llamado agua oxigenada.
Bohn de México y DIASA Internacional han hecho posible la disponibilidad en el mercado mexicano de modernos equipos con tecnología de fotocatálisis para la protección continua y activa Vs virus y bacterias nocivas para la salud, contribuyendo a la prevención e incentivando el bienestar para las personas, no solo en esta coyuntura pandémica, sino para adaptarnos a convivir en un mundo crecientemente contaminado.
Los equipos FB Pure Air que comercializa DIASA Internacional poseen una tecnología de última generación basada en la emisión CONTINUA y PERMANENTE de Peróxido de Hidrógeno sin el uso de líquidos o refils. Estos equipos poseen un reactor cuya manufactura incluye dióxido de titanio (entre otros componentes) que a través de una lámpara de rayos ultravioleta (UV-C) no expuesta utilizan la humedad del ambiente como vehículo para generar vapor de Peróxido de Hidrógeno (@ 1 ppm), absolutamente inocuo para las personas y altamente poderoso en la eliminación de virus y bacterias. Los procesos infecciosos son continuos y la protección debe ser igualmente continua y activa. Estos equipos cuentan con estudios específicos realizados por la UNAM y el IPN.