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Los empresarios tienen que ocuparse por ser ciudadanos corporativos extraordinarios.
Por Luis Hernández Martínez*
Hace 25 años, la generación de valor de un modelo de negocio giraba alrededor de las operaciones o de la cadena global de suministros y distribución; descansaba sobre el marketing tradicional y la venta de los productos y/o servicios.
Dichos aspectos servían como elementos tangibles para el consumidor (figura central de los procesos organizacionales): producir, distribuir, comunicar, vender y facturar formaban parte del mantra empresarial para satisfacer una demanda real y concreta –o inducida y potencial– en el mercado.
En aquella época, la responsabilidad de la Alta Dirección consistía en llevar a cabo –conforme a lo pactado durante el solemne proceso de planeación estratégica– todas y cada una de las actividades arriba citadas para garantizar a los accionistas un retorno importante en el corto plazo.
Sin embargo (ahora), para Evodio Sánchez Rodríguez, Director de Responsabilidad Social Empresarial del Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi), resulta muy importante que las empresas construyan “un ecosistema de valor que incorpore la gestión de la responsabilidad social, gobernanza y prácticas justas, derechos humanos, gestión ambiental, asuntos de los consumidores, desarrollo de la cadena de valor y la participación activa con la comunidad en el modelo de negocio”.
Y si a todo lo anterior le sumamos el peso de la participación ciudadana organizada, el juicio público –en vivo y/o en línea– de los medios de comunicación y las reformas constitucionales, entonces queda claro que la Alta Dirección (abogados de empresa incluidos) requiere de un nuevo instrumental de conocimientos y habilidades.
En pocas palabras, los empresarios tienen que ocuparse por ser ciudadanos corporativos extraordinarios. O esforzarse cada día para lograrlo. Ahí está el caso de la firma Tecnocasa que, con motivo de su apertura en la ciudad de Puebla, entregó despensas en apoyo a la fundación Una Nueva Esperanza (en beneficio de niñas, niños y adolescentes con cáncer).
No cabe duda: un número cada vez mayor y variado de stakeholders –entre los que, por supuesto, también se encuentran los empleados y consumidores (presentes y futuros)– tomará sus decisiones de contratación o de compra de productos y/o servicios sobre dicho interés y relevancia; y no sólo sobre la base del binomio precio-calidad.
*El autor es abogado, administrador, periodista y educador. Es perfeccionador y experto en compliance en Alta Dirección de Empresas y docente a nivel posgrado en materias de innovación, negocios y derecho.
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