Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 4 segundos
En siglos pasados y en la historia de la humanidad, los conflictos bélicos se libraban con armas y ejércitos, generalmente en soberanías de los implicados. Hoy, las guerras derivadas de conflictos geopolíticos tienen lugar en territorios económicos, comerciales y tecnológicos.
Es precisamente esa ofensiva que se lanzó por la vía del gobierno británico, en la beligerancia emprendida por el de EUA (Trump) en contra de China, en el territorio de Huawei. El ataque tomó la forma de prohibición absoluta para que la empresa china participe en el desarrollo de redes 5G en el Reino Unido. Puntualmente, se prohíbe que las empresas de telecomunicaciones (operadores y proveedores de infraestructura) adquieran equipamiento de la tecnológica después de 2020 e, incluso, ordena retirar componentes ya instalados en redes 5G, a más tardar en 2027.
Esta contrastante decisión llega seis meses después de que el mismo gobierno británico definiera algunas limitaciones aplicables al fabricante, como no poder participar en funciones críticas de seguridad y limitar su participación de mercado en infraestructura a un máximo de 35 por ciento.
Se esgrime hoy la decisión a preocupaciones sobre seguridad nacional y llega tan sólo unas semanas después de que el gobierno de Donald Trump anunciara más restricciones, al impedir el uso de microchips de fabricantes de este país en los equipos de Huawei.
Decisiones con Impactos Globales.
Esta alineación de medidas, hasta ahora impuestas por los gobiernos de EUA, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, indudablemente afectará el despliegue de redes 5G no sólo en estos países, sino en muchos más, ya que los operadores globales no toman decisiones tecnológicas locales, por cada país.
Los esfuerzos de EUA para que países de Occidente prohíban la operación de Huawei en sus territorios comienza a tener frutos.
Tan sólo en el caso británico, se prevé que la medida anunciada provoque un retraso en el despliegue a nivel plenamente nacional de 5G de dos a tres años, con un costo acumulado de £2 mil millones de libras. Incluso, es previsible aunado a la imprevista macrocrisis económica derivada de la pandemia, para otros países resulte en una postergación de casi un lustro para su puesta en operación. Pero esta guerra geopolítica-tecnológica afectará además a los consumidores, para quienes los beneficios de 5G demorarán y a quienes se facturarán parte de sus costos económicos.
Implicaciones para México.
México se encuentra en una disyuntiva tecnológica y comercial, ya que el flamante T-MEC apunta restricciones a la interacción comercial con países que no sean economías de mercado.
Además, las redes de operadores en nuestro país han sido desarrolladas con equipamiento de Huawei, incluida la iniciativa gubernamental de Altán/Red Pública Compartida. Ello pone al gobierno mexicano en una situación compleja, quien por cierto y entendiblemente, no ha manifestado una postura concreta acerca del conflicto geopolítico.
Una ventana de esperanza para aligerar beligerancias se vislumbra en las elecciones presidenciales en noviembre en EUA. Un eventual triunfo del candidato demócrata difícilmente cesaría en su totalidad el conflicto, pero es previsible que trajera una postura menos hostil y relajara las medidas hasta ahora imperantes.
Pero más allá de la especulación política, lo que es un hecho es que esta es la segunda batalla perdida para China en una previsiblemente larga conflagración geopolítica, que hoy tiene verificativo en territorio soberano de Huawei.