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Por Luis Beatón *
La Habana (Prensa Latina) Los años de gobierno del presidente Donald Trump polarizaron en extremo a Estados Unidos y ahora son más quienes manifiestan temor por su probable reelección, mientras otros se preguntan si dejará la Casa Blanca en caso de perder el voto del Colegio Electoral.
Así hay opiniones y modelos que aseguran que el mandatario tiene oportunidad de reelección pese a la caída de la economía por la pandemia de la Covid-19, la incompetencia para enfrentarla, su postura arrogante y los escándalos.
Muchas de estas características fueron descritas en libros como el de John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional y próximo de Mary Trump, una sobrina que lo ataca desde las intimidades de la familia.
Helmut Norpoth, profesor de Stony Brook, creó un patrón introducido en 1996 que le permitió predecir correctamente los resultados de todas las elecciones presidenciales, excepto dos, en los últimos 108 años: “Este modelo acierta en 25 de las 27 elecciones desde 1912, cuando se introdujeron las primarias”, aseguró el académico.
Según Norpoth, es casi seguro que el presidente Trump ganará la reelección en 2020 y le da un estimado del 91 por ciento a su favor. Él solo falló en la elección de John F. Kennedy en 1960 y la de George W. Bush en 2000, cuando este último ganó la mayoría del colegio electoral a pesar de perder el voto popular.
El catedrático estima que el gobernante no sólo ganará, según el modelo, sino que ampliará su margen en el Colegio Electoral de 304 votos electorales en 2016 a 362 en 2020.
En su diseño, el pronosticador de resultados calcula la posibilidad de que un candidato gane basándose en su éxito en las primeras contiendas de nominación presidencial, lo cual pone al exvicepresidente Joseph Biden en una grave desventaja debido a su comienzo incierto en las dos primeras contiendas de nominación presidencial de los demócratas.
Ganó apenas el 15.8 por ciento de los votos en las asambleas electorales de Iowa, donde quedó en cuarto lugar, y el 8.4 por ciento de los votos en las primarias de Nueva Hampshire, donde resultó quinto. No fue hasta la tercera primaria del Partido Demócrata, la de Carolina del Sur, que Biden comenzó a acumular victorias en el camino hacia la nominación de su organización política.
Elementos de antecedentes plantean que el único otro candidato que ganó la nominación demócrata después de perder esos dos estados críticos fue William Clinton en 1992, y en circunstancias significativamente diferentes.
El senador de Iowa Tom Harkin ganó las primarias presidenciales de su estado ese año, pero cayó al cuarto lugar en Nueva Hampshire mientras que Clinton subió al segundo lugar.
Norpoth señaló que su modelo tiene éxito al poner énfasis en el entusiasmo que los candidatos son capaces de generar en las primeras etapas del proceso de nominación y al descartar las encuestas de opinión pública.
“El terreno de las contiendas presidenciales está lleno de nominados que vieron cómo una ventaja en las encuestas de primavera se convertía en polvo en el otoño”, dijo Norpoth.
“La lista es larga y desalentadora para los primeros candidatos. Comenzando con Thomas Dewey en 1948, abarca a personalidades como Richard Nixon en 1960, Jimmy Carter en 1980, Michael Dukakis en 1988, George H. W. Bush en 1992 y John Kerry en 2004, por citar sólo los casos más espectaculares”, precisó.
En los últimos sondeos Biden supera a Trump por márgenes a nivel nacional que van desde ocho hasta 12 por ciento y algunas pesquisas en estados claves e indecisos muestran que el mandatario va al final con diferencia de ocho puntos en Wisconsin, seis puntos en Pennsylvania y cinco puntos en Florida -todos los estados que Trump ganó en 2016.
Unos días antes del noviembre de 2016, Norpoth predijo la victoria de Trump sobre Hillary Clinton aunque esta tenía pronósticos de triunfo alentadores, pero al final perdió en el Colegio pese a ganar cerca de tres millones de sufragios más que Trump.
Sin tener en cuenta los estimados de Norpoth, ahora hay opiniones encontradas sobre los resultados de noviembre mientras, según la publicación The New Republic, crece el miedo a una administración de Trump eterna.
Esa publicación abordó una arista tratada por medios nacionales estadounidenses como The New York Times y The Hill, entre otros, que incursionan en la transición pacífica del poder en Estados Unidos, si el aspirante a la reelección presidencial pierde en su empeño.
Si Trump es derrotado en las elecciones de noviembre, ¿qué pasará si se niega a dejar el cargo? Los Estados Unidos tienen una tradición de 220 años de transferir pacíficamente el poder, de un presidente a otro, a través de guerras y recesiones.
¿Podría alguien como Trump, con todos sus impulsos autoritarios, poner fin al experimento americano este otoño?, pregunta Matt Ford, analista de The New Republic.
“Es imposible descartar tales preocupaciones como inverosímiles dado que muchas cosas aparentemente inverosímiles ya han ocurrido en los últimos cuatro años”, advirtió Max Boot del Washington Post.
Boot imagina un escenario en el que Trump disputa el resultado, como casi lo hizo en 2016 y amenaza con hacerlo de nuevo. Sugiere que el fiscal general William Barr y otros republicanos podrían montar desafíos legales a los resultados a nivel estatal, que las protestas masivas llenarían las calles estadounidenses, y que la violencia estallaría entre las fuerzas pro-Trump y anti-Trump.
Eso no es descartable teniendo en cuenta recientes manifestaciones de personas armadas pro-Trump desafiando decisiones del gobierno estatal en Michigan sobre la Covid-19.
Las dudas sobre si el presidente aceptaría el resultado de 2020 son tan frecuentes que Biden, el presunto nominado demócrata, se sintió obligado a abordarlas. En una entrevista reciente, afirmó que los militares escoltarían a Trump desde la Casa Blanca si Biden ganaba y su rival derrotado se negaba a irse, sostuvo Ford al reiterar criterios manejados por otros medios.
El analista aseveró que el jefe de la Casa Blanca puede muy bien tratar de mantenerse en el poder por medios semi-legítimos o ilegítimos si pierde las elecciones o si el resultado está en duda. Es un individuo singularmente corrupto y ensimismado, con poca consideración por la democracia americana como un ideal o el bien común como un principio, subrayó.
Sin embargo, puntualizó, hay muchas razones para creer que estas preocupaciones son exageradas en el mejor de los casos. Alimentar los temores sobre una inminente dictadura en el horizonte tampoco contribuye a garantizar la integridad de las elecciones de 2020 frente a amenazas más básicas para el sistema democrático.
Al respecto de los probables resultados en noviembre Brian Klass, del diario The Washington Post, escribió en mayo que los americanos “necesitan prepararse para la posibilidad de que Trump rechace los resultados de las elecciones”.
Señaló Ford que tal vez la evidencia directa más común de la posible negativa de Trump a dejar el cargo sea su hábito de bromear sobre quedarse allí más tiempo del permitido. Pero la idea central de sus bromas es que se presenta a más de dos mandatos porque es muy popular, no porque se niegue a dejar el poder por completo.
En ese sentido hay que recordar declaraciones de Michael Cohen, el exarreglador legal de Trump, mientras testificaba ante el Congreso en febrero de 2019, quien afirmó que “dada mi experiencia trabajando para Trump, temo que si pierde en 2020, nunca habrá una transición pacífica del poder”.
Las previsiones hoy son peligrosas, tal vez Trump realmente siga sus instintos autoritarios esta vez y hunda a Estados Unidos en la peor crisis política desde la Guerra Civil. Contra eso, los votantes no pueden evitar que haga algo terrible, pero pudieran hacer mucho más difícil que tenga éxito, remarcó Ford.
* Por Luis Beatón, jefe de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.