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Lejos de la la fiesta celebrada en Jackson Hole una década atrás, este 2017 la presidenta de la Fed, Janet Yellen aprovechó el escaparate para advertir los riesgos de abandonar el control que se ha establecido al sistema bancario de Estados Unidos.
Ahora los bancos son seguros, afirmó, pese a los intentos por relajar la disciplina pues “tenemos razones para esperar que el sistema financiero y la economía experimenten crisis en el futuro” y es necesario “evitar a los hogares y las empresas algunos de los dolores que sufrieron” hace una década.
Respecto a las eventuales modificaciones que se puedan incorporar, Yellen consideró que deberán ser “modestos”, preservar la resistencia financiera y mantener lo fundamental de la regulación surgida en los últimos años.
Quizá sea su última oportunidad de mantener el control del sistema financiero, dado que no está asegurada la permanencia de Yellen al frente de la Fed, sin embargo, no la desaprovechó para marcar distancia de los propósitos reformadores que proliferan en Estados Unidos.
“Para algunos, los recuerdos de esa experiencia pueden estar desapareciendo, recuerdos de que tan costosa fue la crisis financiera y de por qué se tomaron ciertas medidas en respuesta”, dijo la presidenta.
Un sistema financiero que funcione bien, agregó, facilita la inversión productiva y la formación de nuevos negocios y ayuda a las empresas nuevas y existentes a sobrellevar los altibajos del ciclo económico.
La Reserva Federal ha ordenado a los grandes bancos para cumplan con los requisitos de estar en total capacidad para absorber sus pérdidas, lo que ha dado como resultado una prudente toma de riesgos, lo que a la vez se ha convertido en un límite al problema de que “son demasiado grandes para quebrar”, señaló Yellen.
En su oportunidad Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), coincidió con Yellen al advertir sobre la importancia de una coordinación regulatoria, porque con una política monetaria globalmente excesivamente expansiva, los reguladores deben tener cuidado en reavivar los incentivos que condujeron a la crisis.
Ambos oradores tomaron distancia del tono festivo de los discursos que se hicieron 10 años en el mismo foro.
Frenar el proteccionismo
Mario Draghi, en lo central de su intervención en Jackson Hole, se refirió a la deuda de los mercados abiertos con las sociedades, que lo atribuyó a la ausencia de las políticas correctas que deben acompañarlos.
Aún fue más claro: “El consenso social sobre los mercados abiertos se ha debilitado en los últimos años… por la percepción de que los efectos colaterales de la apertura exceden sus beneficios. A la gente le preocupa si la apertura es justa, si es segura o si es justa”.
El portugués señaló que, con tasas demográficas en descenso, la carga de elevar el crecimiento económico potencial debe recaer en la productividad, de ahí que las políticas nacionales deban fomentar productividad, la competencia, la investigación y el desarrollo.
Por su parte, la economía global contribuye a elevar la productividad mediante apertura. La libre inversión y de los flujos financieros desempeñan un papel clave en la difusión de nuevas tecnologías, dijo el presidente del BCE.
La cooperación multilateral es crucial para responder a la equidad, la seguridad y la igualdad, que reclama fomentar la convergencia normativa, para proteger a las personas de las consecuencias no deseadas de la apertura y de un reflujo hacia el proteccionismo, insistió Draghi.