Tiempo de lectura aprox: 4 minutos
En época mundialista, los pronósticos están a la orden del día, sin embargo, tanto en el futbol como en las empresas se suele caer en el pensamiento ilusorio cuando anticiparnos el futuro, afirma Ernesto Weissmann, director de la empresa Tandem Soluciones de Decisión.
Indica que en el Mundial de Futbol Brasil 2014 existen innumerables pronósticos respecto de quién se quedará con la preciada Copa. Desde las quinielas que se juegan en las empresas, los análisis de los bancos de inversión, las mismas agencias de subastas y hasta los más encumbrados matemáticos han intentado descifrar la ecuación que anticipé quien será el ganador.
El también profesor de Teoría de la Decisión en diversas universidades de la Argentina y de México señala que hay diferentes tipos de pronósticos.
Weissmann explica que existen algunos pronósticos, que han tratado de utilizar la información disponible ponderando los puntos obtenidos de cada uno de los países participantes en los últimos partidos internacionales, según su relevancia (un punto para amistosos, 2.5 para eliminatoria, tres para competencia final de confederación y cuatro para partidos de mundiales), y la fuerza de los contendientes, de acuerdo con su posición en el último ranking disponible.
El Deutsche Bank, por ejemplo, miró la performance histórica en World Cups y el efecto de la “ventaja de estar en casa” poniendo un énfasis muy fuerte en los resultados recientes (medidos por lo ocurrido en los últimos cuatro años) y el talento del conjunto de jugadores (medidos por el número total de jugadores en las siete de las mejores ligas europeas)
Existen otros que basan sus predicciones en la subjetividad de muchos (que supone descontar la información del mercado) a través de las apuestas, por ejemplo mirando el sitio de apuestas deportivas Bwin.
También hay quienes vaticinan los resultados a través de relacionar la cotización de los equipos con su performance. A decir verdad, si se toma la cotización promedio por jugador de cada uno de los cien planteles mejor rankeados (de la página de Transfermarkt.es) y la contrastamos con los puntos obtenidos por cada seleccionado en los partidos internacionales jugados en los últimos cuatro años (ranking FIFA), emerge la ecuación del fútbol: por cada millón de dólares que sube el valor de mercado promedio de los jugadores de cada selección, ese equipo saca 29.99 puntos más en el ranking FIFA.
El directivo de Tandem Soluciones de Decisión, empresa dedicada al asesoramiento estratégico y desarrollo organizacional en toma de decisiones de América Latina, hace una amplía exposición sobre el tema de los pronósticos.
¿Se puede anticipar el futuro?
Apunta que, de acuerdo a Chris Anderson and David Sally, autores de The Numbers Game, un libro sobre estadísticas de fútbol, alrededor del 50 por ciento de probabilidades de ganar se deben sólo a la suerte: un remate que se estrella en el travesaño o un jugador clave que se lesiona inesperadamente pueden cambiarlo todo.
El directivo dice que nuestra mente está preparada para buscar regularidades, para identificar patrones dado que no ver una correlación podía llevar a nuestros antepasados a la muerte, y por ello primó la creencia en que el azar respondía a alguna lógica, naciendo así por ejemplo las religiones y también las cábalas.
Por supuesto, que las metodologías utilizadas impactan en la calidad de los pronósticos y quienes utilizan buena información y razonamiento tienen mejor suerte y credibilidad que el pulpo Paul (famoso por adivinar 11 de 13 partidos durante la Copa del 2010)
Un pronóstico es una predicción de la evolución de un proceso o de un hecho futuro y debe hacerse a partir de criterios lógicos o científicos. Sin embargo, esto no resulta nada fácil dado que siempre deberemos incorporar el factor tiempo, la presencia de incertidumbre, y un correcto análisis de los datos, todos temas en los que los humanos somos bastante malos.
El error más habitual es el del pensamiento ilusorio, conocido en inglés como Wishful Thinking.
¿Deseos o pronósticos?
Weissmann dice que el problema básico con el pensamiento ilusorio es que los pronósticos que se realizan (en el caso del futbol o en las empresas) recaen sobre lo más atractivo de imaginar para quien realiza el anticipo antes que en las deducciones racionales o las evidencias empíricas.
Así, los sujetos que realizan el pronóstico basados en lo que desean que suceda predicen resultados positivos antes que resultados negativos. En consecuencia, las decisiones que se toman tienen más chances de resultar incorrectas. Imagine al gerente de ventas de una zona explicando que él quiere vender 100 mil, pero que simplemente cree que venderá tan sólo 80 mil unidades de su producto. En muchas ocasiones sabemos que al compartir un pronóstico, sobre todo con un jefe, éste se puede transformar automáticamente en un objetivo a alcanzar, y por lo tanto mi objetividad de análisis puede estar afectada. Los mejores estimados, los pronósticos, se confunden con los objetivos. Dicho de otro modo, lo que quiero vender no necesariamente es igual a lo que creo que venderé.
Así planteado el escenario, podemos asegurar que de la misma manera que un pronóstico realizado desde el deseo puede llevar a todo un país a una desilusión deportiva, un cálculo emparentado a las expectativas positivas en una empresa puede terminar en decisiones desacertadas, la pérdida de clientes, de tiempo y de dinero. Es importante distinguir un pronóstico (que intenta anticipar un resultado probable a suceder en el futuro), de un objetivo (que intenta proponer un rumbo o una meta a alcanzar).
La finalidad de establecer un pronóstico es generar un conocimiento acerca de un evento incierto que pueda aportar luz a la toma de una decisión. Para llegar a esa conclusión, quienes realizan las anticipaciones deben basar sus pronósticos en consideraciones de juicio, y no en deseos o expectativas. Deben intentar separar sus deseos, sus emociones e incluso sus intereses de las estimaciones que realizan para no caer en su propia trampa. Por el contrario, y a diferencia de un pronóstico, un objetivo sí puede estar influido por el deseo, ser desafiante o mezquino, e intentar influir sobre el comportamiento de los demás.
Si bien es difícil separar nuestros deseos de nuestras estimaciones, el ejemplo del fútbol demuestra que es necesario mantener la mente fría a la hora de los cálculos a futuro y contemplar absolutamente todo el espectro de posibilidades en base a la mejor evidencia disponible.
En las organizaciones, pensar que algo tiene menos chances de ocurrir no implica que no pueda ocurrir y en consecuencia desestimarlo porque no queramos que ocurra podría ser un error garrafal. Nuestro deseo no debe nublar nuestra mirada sobre las posibilidades ni hacernos desestimar a otros que puedan tener pronósticos distintos. Recordemos que la diversidad de miradas es uno de los factores que más impacta en la calidad de los pronósticos, por cuanto eliminarlos porque no nos gustan podría ser suicida.
Un decisor racional debe fomentar la exposición de todos los puntos de vista sin prejuicios para poder estimar mejor los futuros posibles. Solo de este modo (y no negando los mundos futuros que menos le gusten) estará preparado para poder tomar nuevas y mejores decisiones que lo ayuden a lograr sus objetivos.