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Oscar Bravo Fong/ IPS
La Habana. Japón, país considerado tercera economía asiática, afronta do problemas claves que podrían afectar su desarrollo futuro: la baja natalidad y a su vez la elevada tasa de envejecimiento poblacional, factores incidentes en el declive demográfico.
A tono con esa dinámica, hasta 2060 el número de habitantes, que supera actualmente la cifra de 127 millones, disminuirá hasta ese año un tercio al computar unos 86 millones, según cálculos oficiales. En ello influye el ínfimo índice de alumbramiento anual de mujeres, que nacionalmente es del 1.4 por ciento.
Como dato interesante, el país asiático en 1950 era considerado el quinto Estado más poblado del mundo, y el décimo hace cuatro años. En 2050 ocupará la posición 16, de acuerdo con predicciones de organismos internacionales.
En 2007, por otra parte, el índice de envejecimiento, que refleja la proporción de personas con 65 años o más, alcanzó el 21 por ciento, porcentaje considerado punto de partida para el envejecimiento extremo, consideran expertos.
La situación, agravada en los últimos años, implica que en 2060 el número de personas mayores de 65 años trepará al 40 por ciento en relación con el número total de pobladores, lo cual significará una mayor carga para los nipones económicamente activos.
Especialistas apuntan, por otro lado, que la población en edad laboral disminuye cada día más y si hace 19 años era de 87.17 millones de personas, en 2060 será de unos 44 millones.
La reducción de fuerza de trabajo, con efectos en el avance técnico y la productividad, podría provocar una contracción del mercado, a la vez que obligaría al sector empresarial a ser aún más eficiente y a introducir mano de obra extranjera, entre otras medidas.
Tales cifras demuestran con creces la modificación en los últimos años de la estructura poblacional japonesa, resultado del descenso en la tasa de fertilidad, tras un notable incremento de ese índice en el período 1947-1949, indicó, por su parte, el investigador nipón Shimazaki Kenji.
Refirió, por otro lado, que desde los años 70 del siglo pasado, dicha tasa se situó en niveles tan bajos que impidió el reemplazo generacional y por tanto el crecimiento de la cifra de habitantes.
Tan grave es el panorama en el plano demográfico, que a inicios de este mes el gobierno de Tokio advirtió la necesidad de adoptar medidas para paliar los efectos de la baja natalidad y el alto envejecimiento poblacional, lo cual podría comprometer el crecimiento económico de ese territorio, golpeado por fenómenos como la deflación y abultada deuda pública.
Ante reporteros, el secretario jefe del Gabinete, Yoshihide Suga, expresó que, de acuerdo con un estudio del Consejo de Política de Japón, el escenario demográfico futuro, con descenso del número de habitantes, presupone un peligro tanto para el Ejecutivo como para la sociedad en general.
En 896 municipios japoneses, alrededor de la mitad de los existentes, podrían vivir en el 2040 menos de la mitad de las mujeres de entre 20 y 39 años que había en 2010, precisó el Consejo.
La previsión tiene como base el supuesto de que prosiga el flujo migratorio de las zonas rurales hacia las ciudades, lo que supondría que numerosas localidades rurales pierdan a la población femenina en edad fértil y se acentúe el desbalance poblacional.
Al referirse a ese aspecto, el propio Suga manifestó que para disminuir la concentración de personas en las grandes urbes el Ejecutivo proyecta la creación de más puestos laborales en las prefecturas.
Como forma de paliar el déficit de fuerza de trabajo, las autoridades niponas promueven también el aumento del empleo de mujeres y personas mayores de 60 años aún sanas, e implementan medidas para atraer trabajadores extranjeros altamente calificados.
Un estudio demográfico anual sobre descenso de la natalidad, difundido por la agencia de noticias Kyodo, detalló que frente al inminente decrecimiento, el Ejecutivo propuso incrementar la presencia femenina en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años, para ubicar la tasa de trabajadoras en el año 2017 entre 69 y 72 por ciento.
Considera necesario, asimismo, elevar hasta el 61 por ciento la cifra de empleados en la categoría estaria entre 60 y 64 años, junto a la reducción del índice de trabajadores que solicitan la baja ya que precisan atender a sus hijos.
Las autoridades niponas plantean que se deben ofrecer facilidades en centros laborales a los empleados con vástagos, al tiempo que insisten en la disminución a la mitad hasta 2017 del número de laborantes con hijos que trabajan más de 60 horas semanales.
En un contexto en que la tasa de empleo femenino en Japón es del 60 por ciento, inferior en 20 por ciento a la del sexo masculino, además de notorias diferencias salariales entre ambos sexos, la administración del primer ministro, Shinzo Abe, aboga por potenciar el nivel de ocupación de las féminas, muchas de las cuales están subutilizadas.
En el territorio nipón, con 337 habitantes por kilómetro cuadrado, la población femenina es mayoritaria (más de 65 millones de mujeres), representativo del 51.3 por ciento del total, en relación con los más de 62 millones de hombres (48.7 por ciento).
Las reformas propuestas, que prevén el aumento de incentivos económicos, abogan además por la ampliación de las capacidades de las guarderías infantiles y extender las licencias de maternidad de un período de uno a tres años, entre otros incentivos que favorecen el desarrollo familiar y por ende la natalidad.
De cara al acelerado envejecimiento poblacional, Japón, país con alta calidad de vida, tiene el reto de fortalecer su sistema de seguridad social, pensiones públicas y sobre todo, garantizar atención sanitaria integral al creciente número de ancianos.