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Roberto Salomón/Prensa Latina
La Organización Mundial del Comercio (OMC) tiene aún como asignatura pendiente de la Ronda de Doha, lograr un acuerdo exitoso, objetivo que intentará alcanzar en su Conferencia Ministerial de Bali, Indonesia, en diciembre.
Según expertos, este es el principal reto del actual director general de ese organismo, el brasileño Roberto Azevedo, quien asumió ese cargo el el 1 de septiembre de este año.
La Ronda, lanzada en la capital catarí en noviembre de 2001, ha enfrentado numerosos obstáculos, todos derivados de la poca receptividad de los países ricos respecto a los reclamos de los subdesarrollados.
Sin duda, el principal escollo en las negociaciones lo constituye el tema de los elevados subsidios que otorgan la Unión Europea (UE), Estados Unidos y otras naciones ricas a sus producciones y comercio agrícola, en detrimento de los intereses de los países del Sur.
Tales son los casos de las subvenciones al azúcar y al algodón, que arruinan a los agricultores de naciones del Tercer Mundo, aún cuando tengan ventajas comparativas en la producción de esos cultivos.
El tema se mantiene en pie y prueba de ello es que precisamente el 30 de octubre cuatro países del África Subsahariana, productores de algodón, distribuyeron en Ginebra, sede de la OMC, una propuesta para reducir los subsidios y obstáculos al comercio de esa fibra.
Los responsables de las negociaciones agrícolas de ese organismo les recomendaron que actuaran rápido si deseaban que se acuerde un texto sobre el algodón en la cita de Bali.
Analistas coinciden en que el actual ciclo de conversaciones multilaterales -en el que participan unas 160 naciones- se ha extendido mucho más allá del tiempo establecido y está llamado a experimentar un cauce más dinámico con la asunción de Azevedo en el cargo, la creciente influencia internacional de las economías emergentes y la conferencia de Bali.
Indispensable nuevo orden económico mundial
También concuerdan en la necesidad de una reestructuración del actual orden económico mundial si se quiere un comercio justo que tenga en cuenta la situación de desventaja en la cual está la mayoría de los países subdesarrollados. Recuerdan que las normas de la OMC no han sido diseñadas para dar una mayor y mejor participación de los países subdesarrollados en el intercambio global, y lo que es peor aún, existe fuerte reticencia a que se produzcan cambios en estas por los estados industrializados.
De hecho, la Ronda de Doha (conocida como del Desarrollo) se ha prolongado demasiado por la falta de decisión política de los países del Norte, los cuales, sin embargo, han sabido imponer a los subdesarrollados por la vía bilateral aspectos que no lograrían multilateralmente.
Caben mencionar en ese sentido disposiciones más fuertes en materia de propiedad intelectual que van más allá de lo establecido en la OMC, también sobre competencia; contratación pública; inversiones, entre otras.
En el tema concreto de Facilitación del Comercio, aún no concluido en la OMC, algunos países subdesarrollados integrantes del organismo ya aplican anticipadamente varias medidas que se negocian, pues se las han impuesto mediante los acuerdos bilaterales de libre comercio, los cuales no ofrecen posibilidades de negociaciones en condiciones de equilibrio.
A su vez, las naciones desarrolladas no quieren avanzar en materia de trato especial y diferenciado si no hay compromisos vinculantes previamente en temas de su interés, cuando la mayoría de las propuestas conllevarían grandes erogaciones, ya que exigen inversiones en infraestructura y en tecnología, en creación de capacidades, por lo cual también es necesario realizar cambios legislativos importantes.
Los especialistas subrayan que el tema agrícola ha sido siempre el motor impulsor de las negociaciones, y no progresa por la reticencia de los países industrializados, aunque estos en incontables reuniones formulan compromisos verbales de acceder a la reducción o eliminación de ese tipo de proteccionismo, que nunca cumplen.
La liberación comercial a ultranza -consideran- sólo traerá perjuicios a las naciones subdesarrolladas, pues el comercio de por sí no es el motor del desarrollo.
No se puede perder de vista -argumentan- la presencia de la acción del intercambio desigual en los flujos comerciales a escala mundial.
Por ello una idea cobra más fuerza entre los analistas: es momento de dar a la OMC una visión del Mundo en Desarrollo. Ese organismo ha cambiado con la presencia de Brasil, Rusia, China, India, Sudáfrica, entre otros, quienes están desempeñando un papel esencial debido a su participación en el comercio e influencia económica en general.
No obstante, el que se llegue a concluir la Ronda depende de todos los integrantes de la organización, de la unidad de las naciones subdesarrolladas y de la flexibilidad de las industrializadas.
Es necesario dar cumplimiento al objetivo común de la mayoría de los países, de impulsar ese ciclo negociador y que este llegue a buen puerto, donde los intereses de los del Sur no sean menoscabados.
En este sentido se requiere enarbolar lo acordado en el lanzamiento de la Ronda, en cuanto a que esta debe dar prioridad al desarrollo de los países del Sur, llamado al cual han prestado oídos sordos Estados Unidos y la UE, principalmente.
Urge además una mayor coordinación de posiciones en la región latinoamericana y otros bloques de países subdesarrollados con vistas a influir positivamente hacia la adopción del consenso deseado en ese organismo, en particular de las naciones del Sur.
Si bien la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es muy joven aún, está dotada desde sus albores de capacidad y liderazgo para avanzar en cualquier tema de interés común para esta región.
Por otro lado, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) surgió precisamente como alternativa al neoliberalismo, a la apertura salvaje de los mercados y uno de sus principios precisa que el comercio no es el centro de la integración, sino un instrumento más, en tanto da protagonismo a elementos de carácter social como la salud y la cultura, entre otros, dentro de la integración.
En definitiva, la OMC en pos de recobrar credibilidad deberá modificar sus reglas, que tienen un gran fardo neoliberal, alcanzar una verdadera transparencia en los procesos de negociación y toma de decisiones, pues las últimas conferencias ministeriales han sido bastante contrarias a ese principio medular en una organización como esta.