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Justo cuando Estados Unidos emerge de su peor crisis inmobiliaria, en México las cosas están empeorando.
Los embargos de casas más que se duplicaron el año pasado a 43 mil 853 respecto al 2011, según cifras del Infonavit, responsable del 70 por ciento de los créditos hipotecarios en México, donde la fallida expansión de las viviendas subsidiadas por el gobierno se suma al exceso de casas vacías que pesan sobre los atribulados desarrolladores.
El número de propiedades revendidas en una subasta subió 442 por ciento el año pasado a 43 mil 351 unidades, según datos proporcionados por el Infonavit, mientras que las ventas de Geo, la mayor desarrolladora de México, bajaron 6.1 por ciento en el mismo periodo a 55 mil 485 casas. El volumen vendido también se contrajo en Homex y Urbi.
Bajo la nueva estrategia de embargos del Infonavit, el instituto está trabajando con los gobiernos municipales para tomar las casas cuyos propietarios dejaron de pagar tanto los créditos hipotecarios como los impuestos a la propiedad (predial), debido en parte a que las viviendas fueron abandonadas, dijo Jesús Gómez, subdirector de administración de cartera.
La asociación está ayudando a los gobierno locales a apuntalar los ingresos fiscales, indicó.
Los esfuerzos para construir miles de casas de bajo costo más allá de los límites de la ciudad generaron hipotecas no pagadas dado que los trabajadores para evitar los costos de transporte regresaron a vivir en la ciudad, según el gobierno.
“Tenemos un problema serio con las casas desocupadas”, dijo Eduardo Torres, economista en BBVA.
“Fueron construidas bajo la falsa premisa de que el déficit de vivienda era tan grandes que cada cosa que construyeran se podía comprar sin importar las condiciones. La gente tuvo su casa, pero no resolvió sus necesidades cuando las viviendas estaban a tres horas de sus trabajos”, señaló.
El Infonavit ha estado financiando la compra de casas desde 1970 en parte para ayudar a reducir el déficit de vivienda causado por el crecimiento dispar entre la población y las propiedades.
Esa política generó beneficios inesperados para los desarrolladores de vivienda, esparciendo una ola de ofertas públicas iniciales y venta de bonos en el extranjeros en los últimos 10 años, mientras los inversionistas corrían para financiar a una industria apoyada por el gobierno y que era vista a salvo de los vaivenes económicos.
Mientras en Estados Unidos la economía crecería 1.9 por ciento y su mercado inmobiliario se recupera de seis años de caída, los embargos reportan su más bajo nivel desde 2007; y las acciones de desarrolladores se han incrementado 12 por ciento este año y más del doble desde finales de 2011.
En contraste, los desarrolladores mexicanos están siendo presionados por la mayor oferta de casas embargadas. El índice Habita de la BMV reporta una caída de 36 por ciento este año.
Las acciones de Urbi han bajado 61 por ciento y el rendimiento de sus bonos que vencen en 2022 tocó un récord de 20.89 por ciento el 25 de marzo, desde 10.61 por ciento reportado a finales del año pasado.
Carlos Hermosillo, analista en Grupo Financiero Banorte, dijo que las empresas en la industria necesitan cambiar su estrategia, y las subastas de casas embargadas podrían ser una “oportunidad”.
Ellos pueden participar en las subastas y revender las casas, muchas de las cuales ya se encuentran en las compañías desarrolladoras, indicó.
“Ello deberían estar considerando esto como una oportunidad de negocio”, dijo Hermosillo.
Este es el punto de vista de Urbi, que consideró que las subastas no son una “amenaza”.
La empresa citó los “altos márgenes de utilidad” en la compra y reventa de propiedades. Tales operaciones son “complementarias a nuestro plan de negocios” dijo.
Los embargos son “una señal para los desarrolladores”, dijo Torres del BBVA.
“Ellos deberían revisar cuidadosamente la tendencia en la demanda, así como la oferta que entra al mercado, antes de comenzar cualquier nuevo proyecto”, señaló.