La educación, una responsabilidad común

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En esta ocasión quiero escribir sobre un tema que en lo particular me parece muy importante y delicado y que últimamente me ha quitado bastantes horas de sueño, tal vez porque cada día son más cercanas las historias que se escuchan al respecto. Me contaron sobre un niño de 12 años que desde el primer año de primaria le negaron el derecho a asistir a la escuela por tener un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), esto debido a la falta de capacidad, preparación y comprensión por parte de las maestras y los maestros, y además porque en la localidad en la que vive sólo hay una escuela. El resultado de esta acción es que al día de hoy el niño es analfabeta y está es plena desventaja con otros chicos y chicas de su edad, y lo más lamentable es que él tiene las ganas y la disposición por aprender.

Otra historia que viví cercanamente fue la negación al derecho de educación a un joven por el abuso de autoridad de la institución a través de sus directivos, lo que se conoce como despotismo, lo que genera en los jóvenes una clara desmotivación por el hecho de formarse y buscar un futuro lleno de retos y horizontes en los cuales puedan destacar, pues ante el despotismo se sumerge el espíritu en una impotencia que derrota al ser humano antes de emprender la lucha.

El asunto se trata del acceso a la educación. Me parece que es uno de los tópicos más preocupantes, o mejor dicho uno de los cuales hay que ocuparse de forma eficaz e inmediata. Ya el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha subrayado en diversos documentos que los niños de hoy en día son los mismos quienes dentro de 20 años serán los adultos que serán los que gobiernen los países, la fuerza laboral, los educadores, los técnicos, los científicos, los artistas, entre otras cosas. Esto más bien es un supuesto, o lo que debería ser, porque si atendemos a la realidad, el acceso a la educación a nivel mundial es bastante deficiente. Las cifras indican que  aproximadamente 101 millones de niños y niñas se encuentran en situación de no escolarización, de los cuales la mayoría son mujeres. Esto acusa de manera inmediata a un tema de equidad de género, pero este no es el problema inicial el cual quiero exponer, sin embargo es importante subrayar y la necesidad de exponerlo.

La gravedad, y en ello la desgracia en el problema en el acceso a la educación, es el hecho de quitar a todos estos niños y niñas la posibilidad de un derecho fundamental tal como lo es la educación.

El Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desde 1990 inició debido a diferentes hechos históricos, que incluso se remontan a la caída del muro de Berlín en 1989, sus esfuerzos por establecer las metas o los objetivos del milenio que garantizarían de alguna forma el desarrollo de los países. Aunque se ha criticado en muchas ocasiones esta postura y existe en la actualidad un debate en la consideración entre qué país es desarrollado y cuál no, ya que tal consideración parte de una propuesta partidaria de la economía neoliberal con la que muchos países y culturas no están de acuerdo, aun así es un hecho que existen lugares en nuestro planeta con severas desventajas en el ámbito de las necesidades básicas, tales como la alimentación, el vestido, el techo y entre ellas la educación, hechos objetivos que no podemos negar independientemente de las corrientes sociales, económicas o culturales que se profesen.  Esta realidad tangible y tan evidente o expuesta a toda la humanidad es la razón por la cual el PNUD estableció los ocho objetivos del milenio, y en ello aparece como segundo objetivo, después de la erradicación del hambre y de la pobreza, el logro de la enseñanza primaria universal. Este objetivo indica “asegurar que en 2015, la infancia de cualquier parte, niños y niñas por igual, sean capaces de completar un ciclo completo de enseñanza primaria”.

La enseñanza primaria es lo que se conoce como la educación básica y ésta es importante, ya que a través de ella se consigue la alfabetización principalmente, así como los conocimientos básicos de aritmética y cultura general. Un ser humano que no sabe leer y escribir es un ser humano al que se le está negando la posibilidad de tener ideas y procesar pensamientos a través del lenguaje verbal, lo que implica alejar al ser humano de la capacidad de razonamiento. Si el ser humano o la especie humana se distingue de otras especies precisamente por su capacidad racional y electiva; impedir a un niño o una niña que logre su proceso de alfabetización puede compararse como un crimen a la humanidad, aunque sin violencia explícita, pero sí una violencia latente que tendrá repercusiones en el futuro de cada uno de los niños y niñas, así como de las sociedades en las que se van a desenvolver.

El ser humano es un ser que está hecho para el crecimiento, para el desarrollo. El ser humano crece, se desarrolla y evoluciona a través de la educación. Cuando una persona conoce la realidad y conoce la verdad puede decidir el bien, es decir, lo que es correcto para su propia naturaleza humana. Una persona alejada de la educación es una persona a la que se le impide el crecimiento y desde esta perspectiva aunque se escuche duro, es una persona abortada como proyecto humano.

e acuerdo con el informe del PNUD sobre los objetivos del milenio en cuanto a la tasa de alfabetización de la juventud de 1990 al 2009 expone que: “En el conjunto de los países en vías de desarrollo, la matriculación en enseñanza primaria ha aumentado lentamente. La tasa neta de matriculación se ha incrementado en sólo siete puntos porcentuales desde 1999, hasta alcanzar el 89% en 2009. En los últimos años el avance se ha ralentizado, hasta el punto de que entre 2004 y 2009 sólo aumentó dos puntos porcentuales, lo cual ha hecho que disminuyan las posibilidades de alcanzar la meta de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) de lograr para el año 2015 la enseñanza primaria universal.” La conclusión es simple, el mundo está lejos de cumplir esta meta. Esto no es ajeno a nuestro país. Aun cuando se ha logrado bajar el índice de analfabetismo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 40 años, hoy en día el acceso a la educación es limitado. Si bien el porcentaje de personas analfabetas de 15 y más años bajó de 25.8% a 6.9%.  de 1970 al 2010, y se afirma que el promedio de escolaridad del mexicano es un poco mayor al segundo grado de secundaria, me parece que estos datos no coinciden con la realidad a la que nos enfrentamos todos los días, porque las historias que escuchamos dicen otros cuentos, ¿quién nos está diciendo la verdad?

El acceso a la educación no se limita a ser únicamente el poder asistir a una escuela, sino el derecho a recibir una educación de calidad que garantice la enseñanza aprendizaje, en la cual esté presente la ética del cuidado docente. Este último concepto quiere decir que no basta que el profesor o profesora únicamente transmita sus conocimientos a los educandos, sino que establezca un vínculo en el cual sepa que lo que tiene a cargo son seres humanos y en específico el futuro de ellos: Se trata de ir más allá y educar en valores con el ejemplo, con un sentido de servicio, de guía, de formador. Por todas estas razones, a sabiendas de que la falta de conocimiento es patente, que no hay escuelas suficientes, que no hay aceptación a la diferencia, que faltan espacios para las capacidades diferentes, o que ni siquiera hay caminos para llegar a las escuelas si es que hay edificios físicos; es que el mundo está lejos de lograr este objetivo.

El acceso a la educación de acceso no tiene nada. Y la pregunta que hay que plantearse es ¿qué estoy haciendo yo para cooperar?, ¿qué hago para fomentar la alfabetización? Cómo institución, como empresa, como persona física; no importa, la responsabilidad es de todos, porque la humanidad es patrimonio de todos y el acceso a la educación es parte de la hipoteca social que nuestras generaciones de adultos estamos heredando a nuestra infancia. Por ello es que nos debe interesar este tema y debemos reflexionar en él y ocuparnos, porque es parte de la misma realidad que hay que tomarse en serio.

* Columna: Ideas y Valores de Larissa Guerrero, doctora en filosofía por la Universidad Panamericana; maestra en ética aplicada por el ITESM; y coordinadora de investigación del Instituto de Estudios Humanísticos de la Universidad Panamericana Campus Guadalajara.

Twitter: @laruskhi