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Mientras las economías de China y Estados Unidos se benefician de un incremento en competitividad en sus procesos productivos gracias a que los precios del gas natural se encuentran en sus niveles más bajos en una década gracias a una mayor producción, en México el sector industrial ha enfrentado los primeros indicios de desabasto del combustible.
El problema no es la oferta de gas natural. En Estados Unidos se aceleran las inversiones para su producción mientras en China la maquinaría para aprovechar los nuevos yacimientos del llamado shale gas se ha programado para avanzar a todo vapor.
El Departamento de Energía de Estados Unidos estimó reservas de shale gas para México por 681 billones de pies cúbicos técnicamente recuperables del también conocido como gas pizarra o gas esquisto.
La Energy Information Administration (EIA) ha considerado que, según las regiones evaluadas, hay en el mundo 6,622 billones de pies cúbicos de shale gas técnicamente recuperable, frente a los 6,609 billones de pies cúbicos de gas natural de reservas probadas que existen en todo el planeta.
Para México, la EIA contabilizó las reservas de shale gas en 681 billones de pies cúbicos técnicamente recuperables del también conocido como gas pizarra o gas esquisto, el dato es extraordinario frente a los 12 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas natural que reporta para México en el mismo documento y lo coloca en el cuarto lugar de reservas de este hidrocarburo no convencional, arriba están China con 1,275 billones de pies cúbicos, Estados Unidos con 862 billones y Argentina con 774 billones.
Así, Pemex reveló la primera producción de shale gas con el pozo Emergente 1, ubicado en el Municipio de Hidalgo, Coahuila, al noreste del país, el cual se encuentra en terminación y alineado a producción a través del sitio de recolección Hidalgo 1, con una extracción de 2.9 millones de pies cúbicos al día.
El fantasma de la escasez
Sin embargo, para los industriales mexicanos, los números optimistas, las proyecciones del gobierno federal respecto a los grandes augurios que genera la llamada “revolución del shale gas¨, no se están transformando en menores costos.
En Guadalajara, el coordinador del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ), Manuel Herrera Vega, advirtió que de prevalecer la falta de gas natural en 50 empresas ubicadas en el corredor industrial de El Salto, éstas podrían parar actividades en un plazo no mayor a tres semanas.
En Pemex, según los industriales de Jalisco, están al tanto del problema y se han realizado varias reuniones para analizar la situación.
La explicación al fenómeno de escasez no la ofreció Pemex sino el director general Alfa, Álvaro Fernández, quien reveló que el retraso en la construcción de un gasoducto que conecta Texas con San Luis Potosí es la causa del desabasto en la zona industrial del centro del país.
Fernández reconoció que algunas plantas del grupo Alfa se han visto afectadas porque la infraestructura no es suficiente para llevar ese gas barato hasta las instalaciones fabriles del centro del país. “Ya vamos tarde”, dijo Álvarez, ejecutivo de la empresa mexicana que en Estados Unidos ya participa, a través de una subsidiaria, en la exploración de 200 pesos de los cuales se está extrayendo shale gas.
No obstante, Alfa y sus empresas – en donde el shale gas es uno de los principales insumos – sólo pueden traer de Estados Unidos el 20% del energético que necesitan. El resto dependen de las condiciones y disponibilidad que se presente en el mercado mexicano.
En noviembre pasado, sin embargo, el presidente Felipe Calder?n prometió en Guaymas que se duplicaría la infraestructura de gasoductos. Hasta ahora el avance es lento.
El plan estratégico de inversión y regulatoria, anunciado en ese momento por Calderón, pretende aumentar hasta en 4,374 kilómetros la red existente de gaseoductos, lo que representaría un incremento de hasta 40% en el tendido actual de v?as para el transporte del gas natural. Los estados beneficiados, en mayor medida, ser?an Chihuahua, Morelos, Sonora y Sinaloa.
Es así como México enfrenta una terrible paradoja: Norteamérica está a punto de convertirse en la nueva cuenca energética; Estados Unidos pasaría de ser un importador neto de energía a un exportador de shale gas, mientras en México se estima la presencia de grandes yacimientos, tal vez más grandes que los de la región de Eagle Ford en Laredo, Texas.
Sin embargo, en México los industriales podrían sufrir escasez crónica del combustible si no se acelera la construcción de los kilometros de ductos que prometió Calderón con inversiones por 20,000 millones de dólares.
Además, no está claro el marco legal para la exploración de los yacimientos en donde se podría obtener shale gas y mucho menos la inversión privada que se permitiría.
El presidente de Alfa, Armando Garza Sada, refirió -en contraste – que los propietarias de tierra en los condados en los que se ubica la reserva de Eagle ya registran utilidades que duplican el monto de inversión extranjera directa que atrae el país.