Los motivos de Emilio

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La colisión entre la televisión y los dispositivos conectados a poderosas redes de telecomunicaciones  fue la causa del enfrentamiento jamás planeado:  Emilio Azcárraga Jean y Carlos Slim. La convergencia en materia de telecomunicaciones rompió además con la  legendaria alianza financiera, política y comercial entre Televisa y Telmex. Ha sido, sin embargo, el vacío regulatorio el que ha profundizado el enfrentamiento.

No es la primera vez que un miembro de la familia Azcárraga apuesta por la convergencia tecnológica. En 1941, Emilio Azcárraga Vidaurreta, en pleno auge de su cadena de radiodifusoras, puso la mira en el negocio cinematográfico y apenas una década más tarde en la televisión.

 

Después, Emilio Azcárraga Milmo, dueño del imperio de la televisión abierta en México, invirtió en la compañía de satélites PanAmsat, en la estadounidense Univision, en el negocio de la televisión por cable, en la prensa escrita a través del diario deportivo “The National”. No todos fueron éxitos empresariales pero la familia, sin duda, dejó su huella en esos sectores.

 

Por ello, Emilio Azcárraga Jean, “Emilio III”, no podía traicionar el legado. De hecho, la convergencia está en las venas de Televisa aunque ahora la decisión de seguir la ruta crítica del negocio no fue sencilla.

 

En el Internet, en la telefonía inalámbrica fija, Carlos Slim es simplemente el rey. Competir  en la nueva arena de la tecnología ante un oponente tan poderoso simplemente incrementó la complejidad del reto de llevar a Televisa a un nuevo nivel de integración. Ahora, además, la convergencia tecnológica  amenaza a la televisión de la familia Azcárraga en sus mismos terrenos: sicronicidad y localidad. Aún más, el riesgo aumenta exponencialmente con la movilidad de servicios que ofrecen las nuevas tecnologías.

 

Por ello, Televisa se decidió por la compra de Iusacell en mil 600 millones de dólares (Total Play), concentración que fue rechazada por la Comisión Federal de Competencia (CFC).  Paradójicamente, la negativa se basó en el poder que podrían alcanzar Televisa y el Grupo Salinas Telecom Holdings en el mercado de la publicidad de la televisión abierta y no en el de las telecomunicaciones, donde el organismo antimonopolios reconoció que Iusacell con Televisa contribuiría a la competencia.

 

“Claro, existía en el escenario de Emilio Azcárraga Jean la opción de no hacerlo pero, sin duda, en una ruta crítica de negocio esa decisión era la más lógica”, dice Ernesto Piedras, experto en el sector de las telecomunicaciones y fundador del think tank The Competitive Intelligence Unit.

Pero el destino alcanzó a Televisa y al mercado mexicano. La convergencia llegó para quedarse y la ruta ya la marcan los mercados más maduros como el estadounidense. Allí, 30% de la población ya utiliza el catálogo de descarga de películas on line Netflix que prefiere mirar contenidos en su computador o en dispositivos móviles como las tablets. En Inglaterra se presenta el mismo fenómeno con la plataforma iPlayer que ya cuenta con una penetración similar.

 

De hecho, de acuerdo con la consultoría Alan Quayle, el video ya ocupa más de 50% del contenido que se envía por Internet. Por ello, en Europa operadores de servicios de telecomunicaciones como Telecom Italia decidieron lanzar su propia cadena de televisión restringida como Cubovision con una propuesta de multipantallas que promete pasar de la TV tradicional a la televisión OTTV.

En América Latina, el poderoso grupo brasileño O Globo, a través de su canal Rede Globo, reconoció que esta industria se verá definitivamente afectada por la convergencia tecnológica de televisión, telefonía y computación. Si bien el modelo comercial aún no está definido del todo, lo relevante, dijo la cadena brasileña, será la calidad de las imágenes de televisión descargadas en teléfonos celulares y computadores de bolsillo. El desafío será por el tiempo y recursos del consumidor. El ganador será aquella empresa que se encuentre más cerca de ellos.

Como en México, en Brasil las autoridades también enfrentan un desafío regulatorio frente a la convergencia tecnológica. El Poder Judicial Mexicano no reconoce la convergencia ni su impacto en las leyes. En Brasil, el sistema regulatorio vive un gran desafío debido a que la Constitución de 1998 no proyectaba la convergencia tecnológica y trata las telecomunicaciones como un asunto de soporte telefónico independiente de la transmisión radial o por televisión.

Así que frente al reto aún no cubierto por parte de los reguladores, las grandes empresas de los sectores involucrados en la convergencia han tenido que iniciar sus propias batallas para lograr el mejor sitio en el nuevo concierto de servicios, mientras las autoridades aplican los criterios tradicionales para concentraciones típicas de mercado, como fue el caso de la compra de Iusacell por parte de Televisa.

 

La CFC negó a Televisa la compra de Iusacell a pesar de que su pleno confirmó que en el mercado de las telecomunicaciones, en el de Internet de banda ancha fijo, Televisa tiene una participación de mercado de 6.9% mientras la de Total Play es de 0.01%. Telmex, en tanto, tiene una participación de 63.05%. El problema se presentó en el mercado de la televisión restringida.

 

“Ni Dish ni el resto de los participantes tienen el nivel de integración que tiene Grupo Televisa y que tendrían Grupo Televisa, Grupo Salinas, Cablevisión, Sky, Cablemás y Total Play. Cablevisión, Sky, Cablemás y Total Play tendrían acceso irrestricto a los contenidos y los servicios de publicidad ofrecidos por Grupo Televisa y Grupo Salinas, no así Dish ni los demás competidores, lo que colocaría en una situación desventajosa a todos los participantes en el mercado independientes de las partes en la concentración en caso de que se consumase la operación”.

 

Pero las autoridades tampoco dan opciones y las ventajas de la competencia, a raíz de tecnologías convergentes, podrían comenzar a perderse. Televisa y Iusacell deberán replantear los términos de la concentración y contra argumentar los argumentos de la CFC para negar la concentración y lograr la operación planteada para competir con Telmex por el mercado de las telecomunicaciones.

 

 

Pleito involuntario

 

En medio de este escenario, al tercero de la dinastía Azcárraga le correspondió enfrentarse con Carlos Slim, uno de los empresarios más acaudalados del mundo y  fundador del Grupo Carso. La confrontación, además, se presenta con un hombre muy cercano al presidente de Televisa. Nada fácil. Fue en la década de los 90 cuando Slim apuntaló la sucesión del imperio televisivo a través de aportaciones de capital y préstamos al Grupo Alameda, la controladora del Grupo Televicentro que exhibía, en el momento de la muerte de Azcárraga Milmo, una deuda por más de 500 millones de dólares.

 

Pero más allá de los pasivos de esa controladora, el reto de Emilio III era afianzar el control del grupo y allí estuvo Carlos Slim para apoyarlo a través de créditos del Grupo Inbursa con los que se logró una reestructura financiera que aseguraría al heredero de la dinastía Azcárraga la administración y decisiones del grupo.

 

Slim decidió, además, mantener su participación accionaria en Televisa como una inversión de cartera; como un crédito corporativo sin buscar una participación de control directo o vía el mercado de valores donde la mesa de capitales de la casa de bolsa Inbursa puede diseñar operaciones muy interesantes de toma de control corporativo de casi cualquier empresa mexicana si así lo deseara.

 

A Carlos Slim le interesaba, en cambio, mantener con Televisa una relación de ganar-ganar.  Antes, ya había desinvertido en Cablevisión porque la Ley Federal de Telecomunicaciones prohibía hasta hace una década que las empresas de servicios de telecomunicaciones participaran directamente en las redes de la televisión por cable. Dejo a Televisa el camino libre en Cablevisión.

 

No sólo eso, las compañías del Grupo Carso en el sector de las telecomunicaciones –Telcel en el mercado de servicios inalámbricos, Telmex en la telefonía básica, así como Prodigy en el segmento de voz y datos– se consolidaron en la lista de los principales anunciantes de la televisora.

 

La sorpresa, sin embargo, se presentó cuando Telmex, censurado por la Comisión Federal de Competencia por su poder dominante, decidió firmar una “alianza comercial” con el Grupo Multivisión de la familia Vargas.

 

Así, aunque hace apenas una década Carlos Slim y el Grupo Financiero Inbursa eran los principales financieros no sólo de Televisa sino también de TV Azteca, que preside Ricardo Salinas Pliego,  su emporio industrial, de servicios y de telecomunicaciones declaró la guerra a uno de los negocios más poderoso del país, ahora al declarar su interés abierto por el mercado de televisión abierta o de paga.

 

Uno de los primeros pasos lo dio con la alianza con el Grupo Multivisión, el accionista mexicano de Dish, la empresa que le ha robado a Sky de Televisa una buena rebanada del mercado de televisión vía satélite: más de dos millones de suscriptores, 32% del mercado.

 

El problema, además, se agudizó cuando los negocios de Telmex, Telcel y Prodigy comenzaron a mostrar mayores crecimientos en márgenes respecto a la televisión tradicional. La estructura monopólica de la telefónica estaba rindiendo dividendos.

 

Carlos Slim es, de hecho, la fortuna más grande del mundo con más de 74 mil millones de dólares que en marzo de 2011 superaba ya los 56 mil millones de dólares de Bill Gates, de Microsoft, y los 50 mil millones del inversionista Warren Buffet.

 

La fortuna de Carlos Slim representa la mitad de las reservas internacionales del Banco de México: que ascienden, al cierre de esta edición, se ubicaban en más de 148 mil millones de dólares.

 

Así, los negocios del Grupo Carso, a pesar de todos los obstáculos van en ascenso. En 2010, los ingresos en el sector de telecomunicaciones de esta controladora ascendieron a 660 mil millones de pesos. Mientras tanto, la CFC estimó en 59 mil millones de pesos el mercado de la publicación para la televisión abierta en donde TV Azteca y Televisa participan con 99%.

 

En México, de hecho, en este sector nueve de cada 10 pesos que se gastan en México para el negocio de las telecomunicaciones van a las arcas del Grupo Carso.

 

Otro dato revelador: En 2010, Grupo Carso obtuvo más ingresos que la economía uruguaya. En México, los ingresos de Grupo Carso superan el presupuesto asignado para sectores como educación, energía, desarrollo social, comunicaciones, transportes y seguridad pública.

 

Los motivos de la discordia

 

Fue un diferendo protagonizado por Arturo Elías Ayub, director de Alianzas Estratégicas de Telmex, el que detonó el rompimiento con la hermana amiga Televisa.

 

Elías Ayub, confirmó Telmex, se negó a que las compañías de telecomunicaciones del grupo cubrieran los incrementos en tarifas publicitarias que pretendía Televisa. Porque no sólo se trataba de un aumento en las tarifas sino de una pauta mayor.

 

Fue entonces cuando Telmex, Telcel y Prodigy hicieron pública su decisión de retirar su publicidad de los canales de Televisa y TV Azteca. No obstante, Elías Ayub aseguró que Telmex siempre estaría dispuesta a negociar.

 

Televisa también intentó que los desacuerdos comerciales y la inevitable competencia con Telmex no dañara la relación respetuosa que, hasta entonces, Emilio Azcárraga Jean había mantenido con Carlos Slim.

 

De hecho, fue en marzo del año pasado durante la inauguración de uno de los sueños de Carlos Slim en el terreno de sus aportaciones a la cultura, el nuevo recinto del Museo Soumaya, cuando Azcárraga Jean dio una muestra de buena en recuerdo de los buenos tiempos.

 

Por la alfombra roja que condujo a los invitados a la inauguración del monumental Museo Soumaya en la Ciudad de México, el presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, fue uno de los cientos de empresarios que desfiló hacia la exclusiva recepción que ofreció el magnate Carlos Slim para presentar la obra de arquitectura en la que invirtió 800 millones de dólares.

 

La presencia de Azcárraga no pudo pasar inadvertida luego de que se dio a conocer que las empresas de Carlos Slim habían decidido, desde mediados de 2010, dejar de anunciarse en Televisa. Sin embargo, en los grandes eventos ni Azcárraga ni Slim perdieron el estilo. La negociación que propuso Arturo Elías Ayub no llegó.

 

Televisa ha dicho a través de varios foros mediáticos y legales que la alianza MVS-Telmex simplemente es ilegal porque MVS financia y opera su sistema satelital Dish junto con Telmex con pleno conocimiento de que éste tiene prohibido en su título de concesión distribuir video directa o indirectamente.

 

Así, ambas empresas estarían simulando una asociación comercial, pero entre ellos se brindan servicios e intercambian información que le niega a otros concesionarios discriminando abiertamente a la competencia.

 

Telmex, además, ha hecho pública su intención de comprar MVS; sin embargo, en la práctica ya controla las decisiones estratégicas y las finanzas del grupo a través de la alianza con Dish. Hasta el momento, la CFC no se ha manifestado sobre la “alianza” y la guerra sigue.

 

“La responsabilidad social corporativa y el comportamiento de las empresas más potentes en el mercado son cada vez más discutidas sin que se hayan determinado unas claras reglas del juego al respecto por parte de las autoridades competentes, lo que repercute  negativamente en la innovación”, establece un análisis de la Universidad Oberta en Cataluña.

 

En el estudio Neutralidad de la red y otros retos para el futuro de Internet, los expertos  recuerdan que las innovaciones tecnológicas implican a medio y largo plazo cambios profundos en las estructuras sociales.

 

Esa transformación no ha estado a salvo de fracasos: los desastres de la infraestructura de fibra óptica, y el escaso rendimiento de los servicios 3G en telefonía móvil, además de la explosión de la burbuja tecnológica en los mercados financieros.

 

La economía digital, como la que se disputan Televisa, TV Azteca y Telmex, requiere un soporte institucional y regulatorio para un óptimo funcionamiento.

 

Los progresos técnicos recientes contribuyen a difuminar las barreras entre las telecomunicaciones, la televisión e Internet. Así, mientras que la tecnología con conmutador de circuito es substituida paulatinamente por la interconexión de redes IP8, se producen cambios significativos en los modelos del negocio, la conducta de los operadores económicos y su estructura empresarial. Esto requiere, dicen los especialistas de Oberta, de nuevas formas de organización y de interrelación entre los actores del mercado, tales como los operadores de telecomunicaciones, los prestadores de servicios de valor añadido y de servicios de aplicaciones web inteligentes: la llamada “neutralidad de la red”.