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Veintiséis mil litros de bioturbosina fueron el combustible empleado para operar el Boeing 777-200ER, primer “vuelo verde” comercial transoceánico de Aeroméxico.
El vuelo, que partiera del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México el 1 de agosto de este año, con ruta México-Madrid ha sido un logro conjunto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Aeropuertos y Servicios Auxiliares, Aeroméxico y Boeing. Sin embargo, la industria aérea mexicana aún no está en condiciones de financiar este tipo de inversiones de manera permanente: el biocombustible en México aún no es viable
Producida a partir del refinamiento del aceite de la Jathropa Curcas –nombre científico de una planta oleaginosa endémica de México– la bioturbosina podría representar una oportunidad para favorecer la economía en ciertas regiones del país y, además, podría contribuir a reducir la huella ecológica, explica el vicepresidente de ventas para América Latina de Boeing, Van Rex Gallard.
El “vuelo verde” de Aeroméxico propulsado por bioturbosina –a una proporción de 70 por ciento combustible tradicional y 30 por ciento de biocombustible– fue diseñado con un concepto ecológico integral. Dentro del concepto se ha incluido una dieta a base de ingredientes orgánicos, contenedores de basura que facilitan la clasificación de desechos orgánicos e inorgánicos y el empleo de recipientes desechables totalmente degradables y ligeros para servir los alimentos. José Antonio Meade, secretario de energía, explica que el uso de materiales ligeros durante los vuelos representa beneficios no solamente económicos, sino también ecológicos: “cada minuto de eficiencia que se reduce en vuelo, se dejan de emitir 100 kilogramos de dióxido de carbono”.
Durante esta primera etapa, que incluye 53 vuelos: uno transoceánico a Madrid y 52 más a San José de Costa Rica, Aeroméxico ha hecho una inversión de cerca de medio millón de dólares. La inversión, explica Andrés Conesa Labastida, director general de Grupo Aeroméxico, será absorbida en su totalidad por la aerolínea por lo cual los “vuelos verdes” mantendrán el mismo precio comercial de los vuelos ordinarios. No habrá ninguna repercusión en el precio ni en el tiempo de vuelo. Además, asegura, reafirma la visión de Aeroméxico: “Estamos comprometidos con ser un grupo socialmente responsable que se ocupa de la protección al medio ambiente. Sabemos hoy más que nunca que las empresas deben convivir sanamente con el entorno y cuidado de los recursos naturales”.
José Tanus Piñasoria, secretario de transporte del gobierno de Chiapas, explica que la utilización de biocombustibles en el transporte público de su entidad ha ido en aumento. Señala que, además de contribuir al cuidado del medio ambiente, se favorece la economía de las regiones productoras de semillas empleadas para biocombustibles.
Actualmente, Chiapas cuenta con 10 mil hectáreas sembradas de Jathropa Curcas, que involucran a 5 mil productores privados. “Tenemos una producción suficiente, para mover la cantidad que se requiera, tanto para bioturbosina como para biodiesel”, confirma José Tanus.
Asimismo, el titular de la federal Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan Rafael Elvira Quezada, destaca la importancia económica de la producción del arbusto de Jathropa Curcas en México. Señala que además del cuidado al medio ambiente, la reducción de emisiones de dióxido de carbono y el desarrollo rural de las áreas del sureste de México, la producción de este árbol endémico ayuda a combatir la pobreza.
La importancia de la producción de biocombustibles de segunda generación a partir de la Jathopa Curcas, higuerillas, algas o salicornias, radica en que éstos no son destinados al consumo humano; se producen en zonas poco propicias para otro tipo de organismos vegetales e incluso algunos pueden ser regados con agua de mar. Sin embargo, declara José Luís Barraza, presidente del Consejo de Administración de Aeroméxico, que el precio de este tipo de combustibles como la bioturbosina, es 10 veces mayor al de la turbosina tradicional.
Ante la expectativa que este primer “vuelo verde” transoceánico ha generado, se insiste en que la agenda energética en materia de nuevos biocombustibles no se ha cerrado y sigue creciendo. La proyección que se tiene a futuro es conseguir que en 2040 el 50 por ciento del combustible empleado en la aviación mexicana sea bioturbosina. El plan a corto plazo es lograr que en 2015 se el 1 por ciento.
Sin embargo es el reto conlleva importantes implicaciones económicas pues, declara el presidente del Consejo de Administración de Aeroméxico, “El biocombustible a estas alturas no es aun económicamente viable”. (Mariela Paredes/Revista Fortuna)