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Las elecciones intermedias en Estados Unidos y la segunda vuelta en Brasil para designar al sucesor de Lula tienen mucho más en común de lo que aparentan. Ambas competencias fueron la razón suficiente para postergar decisiones que de manera paulatina aparecerán y cuyos efectos no se circunscriben a las fronteras de las respectivas naciones.
Una emergente extrema derecha dogmática que en realidad disfraza su intolerancia contra el origen racial de quien gobierna hoy en Washington ha empañado las elecciones con la pretensión de convertirlas en un referéndum contra el presidente Barack Obama. Si bien el Partido Demócrata no podría captar una suma de votos similar a la que obtuvo en las dos ediciones anteriores, por diversos motivos, menos podría ocurrir cuando los efectos de la crisis en que se encuentra la economía de Estados Unidos afectan directamente a la población con mayor énfasis que a la del resto del continente. Suceso inédito en la historia.
Brasil, en cambio, ha votado por la continuidad de un proyecto exitoso que lo colocó entre el selecto grupo de naciones más dinámicas del globo. Si bien el apego a las líneas generales en materia económica se hallaba garantizado con cualquiera de los candidatos en la segunda vuelta, para los principales grupos de poder la permanencia en el gobierno del Partido de los Trabajadores tiene un elevado significado.
Dentro del escenario global, ambos comicios ocurren dentro de la “guerra de las divisas”, como la denominó un funcionario brasileño, en la cual ambos gobiernos postergaron la adopción de medidas que por sus consecuencias pudieron modificar el ánimo de los votantes. Estados Unidos, durante este año, echó a andar la máquina de hacer billetes y con ello debilitó profundamente su moneda. Ésa ha sido la principal causa por la cual las autoridades chinas han tomado con inusitado desdén los persistentes reclamos por el control sobre el yuan.
Pero no terminan ahí las decisiones pospuestas en Washington. Una, de significado mucho más relevante, habrá de salir a la luz plenamente, aunque los mercados empezaron a tomar previsiones al respecto semanas atrás. Se trata nada menos que de una amenaza para todo el sistema bancario estadunidense de magnitud tan impresionante que algunos analistas ya la han denominado “hipoteca-gate”, en remembranza al caso Watergate.
La expectativa de un tsunami sobre el sistema bancario tiene su origen en una ejecución irregular de hipotecas durante los meses más angustiosos tras la crisis de la “subprime” en 2008, cuando los bancos incurrieron en lo que se ha llamado “robo de firmas de los deudores”. Las anomalías son tan evidentes que la certificación notarial, con la que culmina el proceso, en los documentos tiene fecha previa a la presunta firma de quienes no pudieron continuar con los compromisos de la hipoteca.
El fenómeno se multiplica una vez que dichas viviendas fueron posteriormente vendidas. Conocedores de la tormenta que se avecina, los mercados empezaron a castigar a los bancos; el suceso más notable fue la caída de 4.37% de la acción de Bank of America, el más grande de Estados Unidos, pese a que en la misma jornada reportó utilidades muy por encima de lo que tenían estimado.
Sin que las cifras se conozcan plenamente, se calcula entre 16.6 y 18 mil millones de dólares el volumen de reclamos a Bank of America por préstamos hipotecarios en falta, que tendría que recomprar; sólo en un banco.
Más al Sur, el real brasileño ?calificado como la moneda más sobrevaluada del mundo? continuaba su ascenso mientras las autoridades se veían atadas de manos ante el riesgo de enviar señales que influyeran en el proceso electoral en el que la candidata oficialista Dilma Rousseff confrontaba la embestida de las iglesias evangelistas. Para algunos analistas, habría sido “suicida” cualquier intervención de tipo fiscal antes del 31 de octubre.
Los datos son contundentes: la tasa de interés referencial se encuentra en un estratosférico 10.75%. El real se ha apreciado 6% desde julio para colocarse en su nivel máximo frente al dólar en los dos últimos años.
Pero en política internacional hay mucho margen para encontrar novedosas experiencias. Las pesadas cargas de ambos países, impedidos temporalmente para actuar, se vieron aligeradas cuando China sorprendió al mundo con el anuncio de un aumento en las tasas de interés de referencia, lo que representó el primer incremento experimentado en tres años.