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Hace unos meses cayeron como amenaza los resultados de un estudio de la consultoría Mercer, en el que preveía en el futuro de México un país de viejos, pobres y enfermos. Para que eso se cumpla o no, el sistema de pensiones tiene mucho por hacer. En primer término, en lo que se refiere a las cuotas es necesario ponerlas a revisión, ya que son fundamentales para los beneficios alcanzables por un trabajador que cotiza durante su vida laboral activa.
En el caso del IMSS desde 1997 se estableció una cuota tripartita de para los seguros de Retiro, Cesantía en edad avanzada y de Vejez (RCV) de 6.5% del salario base de cotización a la que se suma en el momento de la pensión el 5% de la cuota de vivienda, en el caso de que el trabajador no haya obtenido un crédito del Infonavit y adicional una cuota social, que es una aportación que hace el Gobierno Federal.
Entre los países de la OCDE México tiene el más bajo nivel de reemplazo de sus pensiones, que no llega a 40%.
Dadas las características de la cuota social, que es un monto mayor a menor nivel de ingresos, como porcentaje de estos, las aportaciones se elevan en la actualidad en 13.56% para los trabajadores que ganan un salario mínimo, en cambio para quienes perciben cinco veces más son de 7.79%, en ambos casos como porcentaje del salario base de cotización.
Algo similar sucede en el caso del ISSSTE con la ley de 2007, sin embargo es parte de una cotización más elevada, al estar establecida en 11.3% por RCV. De ahí que por efecto de la cuota social a los empleados de un salario mínimo el total de las aportaciones llega a 16.8% y quienes tienen un sueldo equivalente a cinco salarios mínimos es de 12.4%.
De acuerdo con especialistas del ámbito actuarial, para mantener un nivel de vida en el retiro equivalente al de la vida laboral activa es necesario un ahorro constante de entre 11 y 14% como mínimo según niveles de ingreso.
Siguiendo esa tesis las aportaciones para la pensión de los asegurados del ISSSTE se encuentran dentro de dicho rango hasta quienes perciben ingresos equivalentes a 10 veces el salario mínimo, que es el límite máximo de cotización.
En cambio, los asegurados por el IMSS tienen niveles de cotización muy por debajo de los parámetros adecuados. Sólo quienes perciben un salario mínimo se colocan por encima de 11%. En esta parte se debe tener en cuenta que es un amplio segmento de población y que para las finanzas públicas implica un riesgo potencial debido a que existe la garantía de pensión para todos los trabajadores.
Entre los países de la OCDE, México tiene el más bajo nivel de reemplazo de sus pensiones, que no llegan a 40%. La tasa de reemplazo que calcula el organismo internacional la obtiene como proporción de la percepción promedio de los pensionados de 65 a 70 años sobre el salario promedio de los trabajadores activos mayores a 50 años.
Lo que merece una explicación, porque desde ninguna perspectiva aparece como justificable, es la diferencia de las contribuciones a la seguridad social en las más importantes instituciones, que a varios rangos salariales llega a ser superior a 50%. De mantenerse las cuotas como están la advertencia de Mercer se convertirá inevitablemente en realidad. Aunque también exista mucho por hacerse en otros temas, como la competencia dentro del sistema de pensiones, pero de eso hablaremos el próximo mes.