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El crimen organizado controla el robo de combustibles en varias entidades del país, admitió en entrevista con Fortuna el ahora exadministrador corporativo de Pemex, Rosendo Villarreal. Horas antes de que se anunciara su “separación del cargo”, también reconoció que militares encomendados a salvaguardar las instalaciones podrían estar involucrados en el ilícito. El mercado negro de hidrocarburos –cuyas ganancias se calculan oficialmente en 9.3 mil MDP anuales– es uno de los pendientes que hereda Suárez Coppel, recién nombrado director de la petrolera
Veinticuatro horas antes de “separarse del cargo” como administrador corporativo de Petróleos Mexicanos (Pemex), el panista Rosendo Villarreal Dávila afirmó a Fortuna que la paraestatal cuenta con evidencias de que el crimen organizado está involucrado en el robo de combustibles.
En los tres primeros años del gobierno de Felipe Calderón, la empresa –que desde el pasado 7 de septiembre comanda Juan José Suárez Coppel– ha perdido más de 20 mil millones de pesos por este ilícito. Información dada a conocer por Pemex en el boletín de prensa 149/2009 destaca que, “en 2008, el robo de combustibles ascendió a 9 mil 300 millones de pesos”.
Además, indica que, de esa cifra, “3 mil 500 millones correspondieron a condensados, que se obtienen con la extracción de gas natural no asociado, y 5 mil 800 millones al robo de petrolíferos (gasolinas, diésel y turbosina), mediante tomas ilícitas en la red nacional de ductos”.
En entrevista, concedida el pasado 3 de septiembre, Villarreal Dávila confirmó la cifra de la merma anual por más de 9 mil millones de pesos, aunque aclaró que “no es fácil hacer la estimación” y que “no hay una medición exacta”.
Quien fuera titular de la Dirección Corporativa de Administración desde el 16 de enero de 2005 y hasta el pasado 4 de septiembre refirió que el robo y tráfico de combustibles es un negocio muy atractivo para la delincuencia organizada.
El control de los cárteles
Con más de cuatro años de experiencia en la seguridad industrial de la petrolera, Villarreal Dávila afirmó que bandas del crimen organizado, que controlan “plazas” en el país, ya dominan el multimillonario negocio de la ordeña.
—Cuál es el fenómeno que se ha dado últimamente, que igual que otras actividades llegan a una “plaza” y dicen esta actividad es mía. Es un fenómeno idéntico a los demás: retiran (a los delincuentes menores), o los meten a su organización o los hacen que les falle una cosa. Y esos pequeños grupitos ya se ligan a una banda más organizada, a uno de los cárteles que tenemos y que controlan algún lugar. En lugar de que actúen como lo hacían antes, con (sustracción de) pequeñas cantidades (de combustible) y en menor frecuencia, ahora requieren más dinero porque mantienen organizaciones más grandes. Están más ávidos de dinero y entonces de repente en un área de Reynosa, por ejemplo, el grupo que tiene control de la zona pues agarra también el control del robo de combustibles.
“Ahí, el asunto de Reynosa era especial porque no era tanto (el hurto) a los ductos, sino directamente a los pozos de gas que producen un condensado. Es una gasolina casi natural, que con muy poco trabajo ya es una gasolina. Qué fue lo que estuvieron haciendo: que lo organizaron y la estuvieron llevando a Estados Unidos a vender.”
Villarreal Dávila afirmó que la denuncia por ese caso fue interpuesta por la Dirección Corporativa de Administración. Aclaró que su actuación terminaba allí, en la denuncia, porque Pemex no es una autoridad.
—Sí tenemos, como Pemex, que sofisticar nuestra tecnología para la detección, pero más que nada lo que necesitamos como país, como lo decía ayer (2 de septiembre) el presidente, es combatir a la delincuencia organizada, porque tienen capacidad, están armados, tienen fuerza, forma de mover el dinero, organizaciones y manera de presionar. Puede ser que estén presionando a gente nuestra, inclusive amenazando. Ya nos tocó que en algún lugar, no puedo decir dónde, a gente de seguridad nuestra los coparon, entre varias camionetas, personas armadas, les recogieron las armas y les dieron dinero para que no dijeran nada. Esta gente (los trabajadores de la paraestatal) fue al Ministerio Público a denunciar. No es una situación fácil de corregir, pero se puede y lo estamos haciendo.
—El robo de combustibles es un asunto de hace muchos años, sin embargo, este cambio de que el pequeño robo de algún trabajador o extrabajador pasó a la delincuencia organizada, viendo que es un negocio (es nuevo).
—No en todas las zonas. En algunos lugares sí. Ahí necesitamos, obviamente, mucha coordinación con el Ejército, con la PGR (Procuraduría General de la República), con Seguridad Pública. Nosotros, como Pemex, no podemos actuar en contra del grupo de delincuencia organizada. No somos una fuerza policiaca. Pero sí denunciamos que se nos está incrementando el robo en tal zona, en tal tramo, porque estamos perdiendo presión. Entonces se van armando los operativos. Estamos pasando una época muy crítica para el país, y a las instituciones de seguridad les hacen falta manos y tiempo para atender todos los casos a la vez. Eso es lo que nos está pasando. Que puede haber una gente de Pemex involucrada, puede haber.
—¿Hay trabajadores procesados por esto?
—En el pasado hemos tenido, sí.
—¿Cuánto tiempo tiene esta nueva etapa, (que cambia) el robo hormiga por el robo más grande?
—No hay una frontera a la que se le pueda poner una fecha.
—No una fecha, pero evidentemente ha crecido. Tal vez en este gobierno.
—Yo creo que un poco más.
—¿Como nueve años?
—A lo mejor. Pero primero en un sólo lugar. Es algo que se va transformando, se va diluyendo. Empiezas a notar cómo en los lugares empiezan a aparecer (comandos) armados junto con los (delincuentes) que se encuentran en la manguera (extrayendo el combustible). Ha permeado, como las gotitas de agua que van permeando, se ha ido incrementando con el tiempo.
—Se ha dicho que Los Zetas estarían involucrados, asimismo que militares habrían sido atrapados en flagrancia ayudando a los delincuentes. ¿Ustedes han tenido evidencia de esto, han sabido o se confirma esta hipótesis que han manejado los medios?
—Sí ha habido. No te puedo decir si son Zetas o son otras bandas, porque no te puedo decir a qué grupo pertenecían. Pero ha habido grupos en el área de Reynosa, una vez en el área de Coahuila, una vez en un área de Veracruz en donde personas fuertemente armadas y en comandos sí protegieron a alguien que estaba robando combustible. Sí lo hay. No te puedo decir si son de un grupo o de otro, pero sí ha habido. Que hayamos tenido a algún militar nuestro involucrado, no recuerdo que hayamos denunciado.
—A lo mejor ha coincidido cuando usted estaba en la Función Pública, su antecesor Octavio Aguilar Valenzuela denunció que militares estaban involucrados.
—Sí la recuerdo. Lo que yo no recuerdo francamente es que de ahí (de las denuncias) se haya concluido que alguno de ellos estuviera metido (en el robo). Yo no podría poner la mano, porque desde los mismos Zetas se habla que están formados por exmilitares. Entonces, de que puede haber, sí. Recuerdo que alguna vez se tuvo un incidente con alguien de la Policía Federal de Caminos antigua, no con la PFP, en un área de Puebla y fue denunciado. Sí ha habido de esos casos, pero son menores.
Sistema Nacional de Ductos
Nacido en Saltillo, Coahuila, en 1942, Villarreal Dávila conoció a detalle las debilidades del Sistema Nacional de Ductos: “Es una red muy amplia que está prácticamente en todo el país. Eso hace que no sea tan fácil tener seguridad de tiempo completo en todos los ductos”.
Información que Pemex proporcionó a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales indica que la red de ductos terrestres en zonas agrícolas, ganaderas y eriales (sin cultivar) suman 64 mil 438 kilómetros y que constantemente se instalan más.
—No vamos a dejar de llevar la gasolina y los demás derivados por los ductos. Es la manera lógica y económica de mover el material. Moverlo en pipas es muy caro y también te pueden robar la pipa completa, como a veces se roban los tráileres completos. Entonces, tiene que venir un proceso de limpiar, que no haya gasolineras que se presten a recibir gasolina que no es adecuada. Para eso también tiene que haber más controles electrónicos en las gasolineras, ligados con la Secretaría de Hacienda para que tengan el registro de cuánto se recibe, cuánto se vende, cuánto se cobra, para el pago de impuestos.
El ingeniero mecánico administrador, egresado del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, aseguró que, hasta entonces, su área estaba trabajando en toda la cadena: desde tener mejor control en las gasolineras, hasta instrumentar tecnologías capaces de detectar la pérdida de presión en ductos, además de herramientas de vigilancia diurna y nocturna.
—¿Hay coordinación entre la Dirección de Administración y el Ejército, el Cisen (Centro de Investigación y Seguridad Nacional)? ¿Estamos hablando de un asunto que es de seguridad nacional?
—Así es. Pemex es una empresa que es de todos los mexicanos. Una empresa que maneja volúmenes y que nos están robando a los mexicanos lo que nos roban.
Seguridad industrial
Respecto de los otros riesgos en seguridad industrial, relacionados con el Sistema Nacional de Ductos, Villarreal Dávila reconoció que la paraestatal cambió su vigilancia destinada a la detección de amenazas de sabotajes similares a los perpetrados por el Ejército Popular Revolucionario a mediados de 2007.
—Sí. Establecimos normas de seguridad. Tratamos de que las válvulas siempre estén protegidas. Eso lo está haciendo cada una de las filiales. Y, por otro lado, incrementamos el número de vigilancia nuestra, hacemos sobrevuelos con helicópteros que están equipados para detectar explosivos. Se ha avanzado bastante. Ha aumentado y mejorado.
—¿Los riesgos siguen existiendo?
—Hemos tratado de estar más en contacto con los órganos de seguridad del gobierno que tienen inteligencia: Cisen, Sedena, PGR, etcétera, para ver si hay algo que estén detectando, algún posible movimiento. Pero vamos a estar siempre sujetos a ese riesgo. Al país más protegido del mundo, Estados Unidos, le llegaron en las torres con una técnica sofisticadísima de robar un avión e irlo a estrellar contra la torre. Pero creo que hemos mejorado mucho en el patrullaje de los ductos.
—¿Tiene algún estimado de cuánto ha costado este redoble de esfuerzo para protección de los ductos y de las propias instalaciones?
—No. Ahorita no tengo el número. Pero hemos crecido en el número de gente, se está sofisticando todo el control de los ductos, no nada más para atentados ni para robos, sino también para fugas y para fallas. Tienen un sistema, el Scada, que puede detectar entre qué tramo y qué tramo está saliendo la gasolina. Ahí sí se están gastando miles de millones en el Scada, pero no nada más es en contra de los robos, es para toda la seguridad. A veces puedes tener una fractura (en los ductos, tras), una avalancha de lodo, una inundación. (Eso ya) nos pasó en Veracruz, (donde se) rompió el sistema de ductos. Y el sistema Scada te va a detectar. Y lo que haces es que rápido cierras las válvulas para que no siga fluyendo el combustible.
—La seguridad en las ciudades que se han ido formando alrededor de las instalaciones de Pemex. Lo hemos visto aquí con lo sucedido en Sanjuanico. ¿Qué riesgos hay y qué acciones ha tomado Pemex?
—Hay mucha más coordinación de Pemex con la Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores), con todos los gobernadores, para evitar que construyan arriba de los ductos. Otro de los problemas graves que existe y va bajando en México también era la invasión de áreas federales. Nos pasó mucho. Hay lugares donde había ductos y se construyó arriba. Se está trabajando, se les dieron atlas (que identifican) por donde pasan (los ductos), para que los gobiernos tengan el cuidado de que ahí no se deje construir. (Muchas personas) están viviendo arriba de un área riesgosa.
—Y de lo que ya existe, ¿se está trabajando algo?
—Sí. Primero se implementó un sistema que lo usan con mucha más frecuencia, que les llaman “diablos instrumentados” y que los meten en la tubería para asegurar que no haya disminución en el espesor, que no haya corrosión y estar seguros de que aquel ducto no va a fallar. En cualquier lugar, pero más cuando (el ducto) va en áreas cercanas a la población. Eso se ha intensificado en Pemex.
El operativo
La “separación del cargo” del administrador corporativo se dio un mes después del operativo contra el robo de combustibles, efectuado el pasado 29 de julio en la torre ejecutiva de Pemex. Ese día, elementos de la PGR y las secretarías de Seguridad Pública y de la Función Pública aseguraron equipos de cómputo y documentos de la Gerencia de Servicios de Seguridad Física, dependiente de la Dirección Corporativa de Administración.
—Sorprendió mucho el operativo en las instalaciones de Pemex, que es el símbolo petrolero y en donde están los directores. Llegó gente armada y causó extrañeza a la opinión pública. Además de esto, vino una serie de declaraciones del corporativo, del presidente. ¿Qué opinión tiene usted de esto?
—Estoy convencido de que todos los que trabajamos en el gobierno federal, entre ellos los que trabajamos en Pemex, estamos sujetos a rendir cuentas cuando se pida y tenemos que ser muy abiertos. Las áreas de seguridad del gobierno quisieran que lo más limpio fuera el gobierno, es lógico. Entonces, para mí el operativo y que en algún lado de repente se haga una auditoría sorpresa es excelente, es bueno.
—¿Este operativo tuvo esa característica?
—Sí, por la parte de la auditoría. La única parte que era innecesaria es que viniera gente armada. No se necesitaba. Lo demás está bien, que haya la sorpresa, porque puede haber que alguna gente esté fallando, y que se esté prestando a una circunstancia que no debe ser; pero el hecho de que vinieron armados no me gustó.
—¿Cuándo se enteró del operativo?
—Ese día, ese mismo día. Cuando estaban por entrar. Pero así son los operativos con elemento de sorpresa y yo estoy de acuerdo. Fui contralor una temporada en la Función Pública y sé que se hace así: “En este momento te pido tu computadora porque quiero ver qué hay adentro –y es normal– o quiero ver todos tus papeles”. Es normal y no debe alarmar a nadie. Lo que tenemos que hacer es estar siempre derechitos para que a la hora que nos vengan a ver estemos bien. Esa parte yo la veo muy buena, correcta.
—¿Hasta el momento no hay algo (en contra de funcionarios)?
—Que yo sepa, no hay nada. Pero como son órganos de seguridad, cada quien está haciendo su trabajo.
—¿No hay detenidos?
—No. Ningún detenido. Y, ese día, los que fueron citados a declarar fueron como testigos por su libre voluntad. Ahí es donde se mezclan las cosas: es muy fea la imagen de alguien que va como testigo a declarar y haya dos personas armadas a su lado. Parece que están siendo detenidos, y fue la imagen que se generó con algunas tomas. No es la culpa de los medios, porque tomaron lo que estaba ocurriendo. Pero ellos (los funcionarios) fueron citados a declarar, ninguno (se presentó) como detenido. Eran testigos.
—La información de la autoridad, los comunicados de la PGR, eran verdaderamente escandalosos, incluidos los de ustedes.
—Hubo confusión. En la mañana dijeron que al general (Miguel) Estrada (Martínez, gerente de Servicios de Seguridad Física de Pemex) lo habían retenido. Y, bueno, yo sabía que no, porque en la mañana estaba con él.
—¿Lo llevaron a declarar?
—Tampoco.
—Y hablaban de arraigo, inclusive.
—Fue un error total que se corrigió el mismo día. En el boletín de la PGR que salió en la noche se dijo que no había estado retenido. Son los riesgos también de cuando se hacen operativos sorpresa. A lo mejor sorprenden hasta algunas de las personas que están en la misma organización. Hay que hacerlos con tanto cuidado que sólo un grupo pequeño los conoce.
—Parece que hubo sorpresa no sólo en usted, sino en el director corporativo.
—Creo que fue también informado a unas horas de que sucediera. Fue una sorpresa para todos. Yo lo veo bien. Esa parte es excelente. Y si saben guardar sigilo, que bueno. Aquí la única parte fue ésa, que los testigos vayan, declaren en ese momento. Todos estuvieron de acuerdo en declarar. No hubo ninguna oposición de los funcionarios.
—¿Cuántas personas fueron a declarar?
—Creo que han declarado como 70 personas.
—Pero, ¿el general Estrada no?
—No.
—¿Gente de su grupo sí?
—Gente del área sí. Inclusive, ese mismo día se mencionó a otra persona que trabaja conmigo en Pemex, pero que está en un área que no tiene nada que ver, que no estuvo por ahí, ni pasó por ahí, y la nota fue que había sido retenido. Nunca fue. Son de las cosas malas que tienen estos operativos sorpresa; pero la parte buena es que se investiga en el momento que sea para que todos estemos haciendo nuestro trabajo.
Pugna interna en Pemex
Considerado en el último lustro como uno de los hombres más poderosos en Petróleos Mexicanos (Pemex), Rosendo Villarreal Dávila se enfrentó en meses recientes al entonces director general Jesús Reyes Heroles por el control de la empresa. El pasado 4 de septiembre perdió.
En la pugna, el recién dimitido administrador corporativo representaba los intereses del Partido Acción Nacional y del gobierno federal. Reyes Heroles, también destituido, los del Partido Revolucionario Institucional, PRI (revista Contralínea. Periodismo de Investigación, número 143, 9 de agosto de 2009).
Veinticuatro horas antes de su “separación del cargo” –como Pemex calificó la salida del funcionario–, Villarreal Dávila aseguraba a Fortuna:
—No importan los partidos. Debemos de trabajar con un fin común: que Pemex salga bien. Eso es todo lo que cuenta. ¿Quién es el jefe del gobierno federal? El presidente. Y debemos de trabajar para él y para México.
—¿Causa problema el asunto de los partidos a la hora de trabajar?
—Déjenme ponerlo en la forma adecuada: hay muchas veces que, como humanos que somos todos, tratamos de proteger al que está a mi lado o a los intereses que son cercanos, antes de ver el bien común. Yo digo que a la hora que llega uno a puestos como éstos, el bien común está por encima, y punto. Hay que orientarnos y partirnos la mamá por esto.
La entrevista concedida por el exadministrador sucedió al medio día del 3 de septiembre. Un día después, a las 15 horas, Felipe Calderón comía en Los Pinos con el director de Pemex durante el salinismo y actual líder de la fracción priista en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas.
A las cinco y media de la tarde de ese viernes 4 de septiembre, un comunicado de la paraestatal anunciaba el “cambio en la Dirección Corporativa de Administración”. Tres días más tarde, Felipe Calderón destituía a Reyes Heroles de la dirección general y nombraba en este cargo a Juan José Suárez Coppel, a quien se le considera “protegido” de Francisco Gil Díaz.
Antes de conocer su suerte, parsimonioso, Villarreal Dávila afirmaba estar dispuesto a dirigir la petrolera, si Calderón Hinojosa se lo pidiera.
—Yo no tengo ambición de eso. Mi ambición es servir a Pemex y mi deseo es ya estar más tranquilo. Ésa es mi ambición. Pero si le piden a uno, yo tengo que estar dispuesto a ayudar al presidente. Yo estoy con su proyecto y si algo pide, lo que sea, pues tengo que apoyarlo.
Hasta entonces, los rumores respecto de los cambios que el titular del Ejecutivo haría en su gabinete –tras el fracaso de su partido en las elecciones del pasado 5 de julio–, y sobre todo en Pemex, apuntaban sólo a Reyes Heroles y su equipo.
—Se comenta, en los medios, que pertenecen a corrientes o partidos distintos, y en el caso de Pemex se dice que un distinguido priista dirige la paraestatal, y, de usted, que es un distinguido panista o un panista muy convencido ¿Usted está dispuesto a trabajar con quien sea?
—Con quien sea, con el partido que sea. Con quien venga aquí a Pemex y que nos sumemos a trabajar para que salga adelante. Estamos en la época más difícil para Pemex: los yacimientos han bajado su contribución y tenemos que trabajar más.
Villarreal Dávila describió a la paraestatal como la empresa más importante de México, pues “factura anualmente 1 millón de millones de pesos”. Desde el pasado 7 de septiembre, la dirección general quedó en manos de Suárez Coppel, según se dice, “para dialogar mejor con el PRI”. (NF)
Villarreal afirma haber actuado en el marco de la ley
En la entrevista con Fortuna, Rosendo Villarreal Dávila habló de la presencia de familiares –Gerardo Lozano Montemayor y Madsi Lomelí Valero– en su área. También, de la estación de servicio E09239, que poseen en copropiedad dos de sus cinco hijos. En ambos casos, aseguró, cumplió con la ley.
—Respecto de los parientes, la ley está muy clara y dice hasta qué grado no puede haber un pariente en un área que tú manejes. Cumplo con la ley: no hay algún pariente mío en un área de los que la ley me prohíbe. Está bien claro que hasta el cuarto grado de parentesco. Inclusive ahí hubo una corrección de un decreto de la Secretaría de la Función Pública y lo ampliaron, ya no nada más, por ejemplo, cuando es un sobrino, sino el esposo o la esposa. Cumplo totalmente con la ley. No tengo ningún pariente que esté ligado en áreas que no deban ser. Ninguno.
“Respecto de la gasolinera, efectivamente mis hijos tienen una gasolinera en Saltillo de la que son socios, no dueños. Son socios con otros compañeros de ellos. Tienen 40 años y ya han hecho su vida, están graduados, son trabajadores y son exitosos. Tienen una gasolinera. ¿Cómo la consiguieron? El sistema de gasolineras es de franquicias: Pemex dice que, si alguien quiere tener una gasolinera, cumpla todos los requisitos. Si alguien los cumple y Pemex no se la da, puede demandar a Pemex en una Ley de Procedimiento. Ellos (mis hijos y sus socios) llenaron todo lo que les pedían. Eso ya está revisado. Incluso el Congreso de Coahuila pidió alguna vez oficialmente a Pemex que checara si no había tráfico de influencias y no ha habido nada. Ellos lo hicieron, tienen su negocio que es una gasolinera en Saltillo.
“Ellos, mis hijos, son socios de un negocio del que también yo soy socio, no de la gasolinera, sino de una línea de camiones, pero no cargamos nada para Pemex, principalmente para compañías de logística que le dan servicio a las automotrices. Ellos, por eso se animaron a tener un consumo y hacen su negocio ellos, por su cuenta, con otros socios que tienen otra línea de camiones y eso está abierto al público y les va muy bien”.
—Entonces, ¿eso ya se ha revisado?
—Ya, varias veces, porque lo han pedido y lo han revisado. Alguna vez en una revista decían que había concesiones federales, y yo revisé de dónde va a tener la línea (de camiones de carga) concesiones federales. Lo que tienen son las placas, pero no es una concesión, es una placa que dan para transportar. Eso es todo.
—¿Esto de las gasolineras está dentro de su área, es de su competencia?
—No. Yo aquí, en Pemex, manejo el área de recursos humanos y de seguridad, no tengo nada que ver con lo demás. Una gasolinera, cualquiera que cumpla los requisitos la puede tener. El número de gasolineras ha crecido, ya estamos en los 8 mil.
—¿Usted tuvo que reportar aquí dentro de Pemex lo de la gasolinera?
—Hay una forma que se presenta cada año en la que te preguntan si algún pariente tuyo tiene, o los hijos.
—¿Es la declaración?
—No. La declaración no lo pide. Esto lo piden para cuando Pemex pone (coloca) bonos en algún lado (mercado financiero internacional). Entonces preguntan el historial para las colocaciones y tienes que declarar eso. Pero no hay nada anormal ni nada ilegal, absolutamente. (NF)