COLUMNA: Al Aire | El fantasma de la leche Betty

la doble moral en este país anda ‘como Pedro por su casa’. Y más, en plena guerra electoral. Y más, en un estado como Morelos

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Así como AMLO ganó por el resentimiento ciudadano ante la corrupción y las mentiras de los gobiernos del PAN y del PRI a nivel federal, la Ciudad de México está mostrando hoy ese mismo resentimiento ciudadano ante la corrupción y las mentiras de los gobiernos de ‘izquierda’ en la capital.

Las maletas con dinero que daba Carlos Ahumada a René Bejarano, Carlos Imaz o Ramón Sosamontes y que salieron a la luz en formato de video grabado a escondidas y sin conocimiento de los involucrados, más que descarrilar a un aspirante presidencial, mostraron la corrupción “de abajo”, esa que se hace al amparo de un líder moral, partidista o político y que no se limpia ni con toda el agua de los océanos.

Pero esos mismos videoescándalos -de hace dos décadas- también sirvieron para la consolidación de la premisa fundamental de AMLO: el pretexto del ‘complot’ en contra para justificar cada escándalo, cada error o cada acto de presunta corrupción entre los suyos. Esa victimización política -que surtió efecto e hizo escuela- tuvo además otro amargo ingrediente de efectividad: la traición.

En agosto pasado entrevisté a Rosario Robles, Jefa de Gobierno sustituta antes del primer triunfo electoral de AMLO en el DF. Me dijo que, sin ella, López Obrador la traicionó después de los videoescándalos, a pesar de que fue Robles quien -dice- movió las aguas electorales para la victoria del tabasqueño en el año 2000. “Hicimos todo lo que pudimos para apoyar su campaña. Al final ganó apenas por cuatro puntos sobre Santiago Creel y a pesar de la ola del foxismo”.

De 1997 a 2024, la izquierda ha gobernado con varias de sus corrientes políticas, las rupturas entre ellas y su renacimiento guinda. Desde la gran victoria de Cuauhtémoc Cárdenas, quien por momentos también sintió la traición y el bullying del obradorismo; pasando por el propio gobierno de AMLO, sus mañaneras, sus escándalos y su intento de desafuero; Marcelo Ebrard -el único que completó sus seis años de gobierno- a quien AMLO no le quiso abrir paso rumbo a la candidatura presidencial en 2012 y en 2018; Miguel Mancera, otro al que señalan de traidor de la ‘izquierda’; y, Claudia Sheinbaum, que vivió esas mieles de la traición cuando le arrebataron -con todo y bastón de mando- la decisión de su sucesor en la Ciudad.

Pero la mayor traición no es política, es contra los ciudadanos, propios y adversarios, y contra los más pobres, esos a los que supuestamente defenderían primero “por el bien de todos”. Y han sido varias traiciones. Desde el caso de la Leche Betty contaminada con heces fecales y que Martí Batres repartía a los más necesitados en 1999; la desaparición, robo o estafa con el dinero público destinado a la reconstrucción, víctimas y afectado por el sismo de 2017 aparentemente solapados por el Dr. Mancera; la caída de la Línea 12 del Metro que mató a 26 personas y sus múltiples fallas diarias; hasta llegar a la contaminación del agua que surte a la alcaldía Benito Juárez, escándalo en el que ya prepara la Ciudad gobernada por Batres su nueva versión de complot: sabotaje.

Solo por citar algunas de las traiciones más graves y escandalosas.

Parecía noticia de tabloide, pero aquel ‘jaloneo’ entre Claudia Sheinbaum y Clara Brugada en el arranque de sus campañas electorales el 1 de marzo en el Zócalo -el mismo que no vio el corresponsal entre balas y cámara al hombro a escaso metro de distancia- retrata de cuerpo entero la disputa por el gobierno de la Ciudad de México.

El presidente ordenó vía la estructura más radical de la ‘izquierda’ chilanga combatir la posible candidatura de Omar García Harfuch para la jefatura de Gobierno de CDMX. Los Taibo, los Batres y esa estructura… obedeció y hasta dejaron vacío el Estadio Azulgrana en un acto de campaña de Sheinbaum señalando como responsable a la organización de Harfuch. La dirigencia nacional de Morena resolvió la disputa usando la figura de la paridad de género: bajaron a Omar, el hombre que subía como la espuma y que -de facto- arrasó en las encuestas de su propio partido.

En su lugar quedó Clara Brugada, férrea militante de esa ala radical de la ‘izquierda’ chilanga. La misma que junto con AMLO utilizaron a ‘Juanito’ para competir, ganar Iztapalapa para luego quitarlo cual marioneta desechable. Brugada, la alcaldesa que gobernó casi una década esa Iztapalapa que hoy aparece en la encuesta ENSU del INEGI como la más insegura de la capital.

Quizá por ello se explica lo cerrada que está la contienda electoral que se avecina en la Ciudad de México.

Hoy, amanecimos con los resultados de la encuesta publicada por Alejandro Moreno en El Financiero: solo 5 puntos de diferencia entre la candidata oficialista Clara Brugada (42%) y el aspirante opositor Santiago Taboada (37%).

“Esta era una ciudad de avanzada, siempre lo fue, y ahora se ha venido empanizando, hamburguesando (sic), derechizando”, dijo el presidente López Obrador en su mañanera del 28 de febrero pasado. ¿Tendrá razón?

Así como AMLO ganó por el resentimiento ciudadano ante la corrupción y las mentiras de los gobiernos del PAN y del PRI a nivel federal, la Ciudad de México está mostrando hoy ese mismo resentimiento ciudadano ante la corrupción y las mentiras de los gobiernos de ‘izquierda’ en la capital.

Hay tiro.

 

 

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