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Los empresarios y los inversionista en instrumentos del mercado de dinero deberían estar complacidos con la base de estabilidad en las finanzas públicas que ha mantenido el gobierno lopezobradorista aún a costa de no entregar mayores apoyos a la economía porque no ha sucumbido al endeudamiento para aumentar la deuda y el gasto, aseguran analistas consultados por Revista Fortuna.
“Yo creo que si bien se puede criticar al gobierno por no haber sido más proactivo y, quizás, por no haber diseñado mejor su gasto frente al covid en un país como México, el no haber lanzado las campanas al vuelo y haber gastado mucho más frente al COVID, se puede defender: creo que es una posición legítima porque no es fácil, en este tipo de recesiones, quitar el estímulo ya dado sin enfrentar después impactos y costos políticos”, dijo en entrevista desde Nueva York, Rafael De la Fuente, economista en jefe para América Latina del banco de inversión UBS.
En países como Brasil, por ejemplo, el gobierno ha reducido ligera y temporalmente el impacto del covid sobre la economía gracias a un gran impulso fiscal y, ahora que deben retirarlo, enfrentarán un impacto y costo político que no será menor, explicó el economista español. “Esta situación pondría a Brasil, por ejemplo, en una senda fiscal peligrosa”, agregó De la Fuente.
El manejo de la economía durante los primeros 24 meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador está lleno, sin embargo, de claroscuros en donde el impacto sobre el empleo, la pobreza y su relación con algunos grupos de empresarios sigue afectando las decisiones de corto y mediano plazo respecto a la inversión privada.
De hecho, antes de que iniciara la pandemia la economía ya se enfilaba hacia una recesión técnica y el discurso que inhibe la inversión ya estaba presente. El 2 de diciembre de 2020, Alfonso Romo renunció a su cargo como Coordinador de la Oficina de la Presidencia de la República luego de dos años de desencuentros con varios integrantes del gabinete por la revisión de políticas públicas que fueron consideradas por empresarios como cambios que afectaban sus inversiones.
Un elemento negativo que afectó a la economía fue la falta de confianza entre los empresarios generadas por ciertas acciones como la suspensión del nuevo aeropuerto, la consulta que canceló la inversión de la cervecera Constellations Brands y, recientemente, el cambio de políticas públicas respecto a la energía, sobre todo respecto a las renovables. “El empresariado, en general, se ha hecho mucho más cauteloso para invertir en México y eso se ha traducido en una caída fuerte en la formación del capital fijo. Ese es el legado más negativo en el gobierno de López Obrador”, considera De la Fuente.
Aunque el gobieno lopezobradorista ha realizado algunos esfuerzos para alcanzar acuerdos con el sector privado, De la Fuente agrega que el discurso desde el Poder Ejecutivo no deja claro, a dos años de administración, cuál es la dirección final de la política económica. Lo que es un hecho, destaca el economista en jefe para América Latina de UBS, es que López Obrador sí está comprometido con la estabilidad fiscal, con la austeridad pero sobre todo con su proyecto de gobierno.
Hasta ahora, su confrontación con ciertos grupos empresariales, deja pendiente su promesa, también empeñada en 2004, de que la nueva estrategia y política económica que podrían en marcha – de llegar a la Presidencia – consideraría en todo momento el papel del Estado para hacer converger los intereses y beneficios de la la inversión pública y privada.