La historia detrás de la decisión del Presidente López Obrador de no ratificar a Alejandro Díaz de León

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    Hace casi un mes el Banco de México informó que siempre no habría remanentes de su operación cambiara, como no los ha habido desde hace cuatro años. La noticia, en ese momento, no recibió mayor comentario por parte del gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador. No se comentó en la conferencia “mañanera”.

    Al cierre de 2020, el tipo de cambio cerró en sus niveles mínimos frente al dólar en 19.75 pesos. La volatilidad del tipo de cambio no fue tan profunda como la que se presentó durante los primeros años del gobierno de Enrique Peña Nieto y eso, en teoría, era una buena noticia. Sin embargo, siendo Gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, transfirió en un sólo año hasta 30 mil millones de pesos al gobierno de Peña Nieto, monto que permitió reducir el déficit en cuenta corriente.

    Ese gobierno siempre necesitaba recursos y puedo confirmarle, a partir de información de las autoridades tributarias del país, que hasta los recursos que estaban destinados a la devolución de impuestos llegaron a utilizarse para cubrir las necesidades del gobierno. En fin, que el presidente López Obrador había tomado con mucha calma la decisión del gobierno del Banco de México de no transferir remanentes porque, según explicó el banco central, el resultado de su operación así lo marcó. En otras palabras, con los menores remanentes por posiciones cambiaria que se obtuvieron en 2020, el Banco de México decidió apuntalar su balance.

    El tema pasó desapercibido para el presidente López Obrador durante un mes hasta que en la conferencia mañanera “surgió” la pregunta así espontánea y natural:

    – ¿No está mal que el Banco de México no haya transferido los remanentes para comprar vacunas?, se presentó el cuestionamiento.

    El presidente López Obrador aprovechó la pregunta para reprocharle al gobernador Alejandro Díaz de León que, desde su perspectiva, el Banco de México no ve con buenos ojos a su administración, que él mismo, Díaz de León, era muy cercano a José Antonio Meade, a Agustín Carstens. No lo señaló directamente pero el presidente López Obrador aseguró que cuando mande su propuesta en octubre para el nuevo gobernador del Banco de México, porque a Díaz de León no lo propondrá para ser ratificado por un segundo periodo de seis años, seleccionará a un economista con visión social y que entienda claramente la dimensión de la economía social.

    A pesar de que en, al menos diez ocasiones, el Banco de México autorizó la entrega de remanentes para apuntalar las finanzas públicas y, sobre todo, el pago de intereses de la deuda, en el gobierno de la Cuarta Transformación no se presentaron estas transferencias y el presidente López Obrador no lo olvidará aunque existan razones técnicas para ello y aunque la decisión también provino de la Junta de Gobierno en donde participan economistas que han sido propuestos por su administración y cuyo trabajo, hasta ahora, ha sido simplemente impecable.

    Hasta ahora, además, vale la pena reconocer que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido respetuoso de la autonomía. En ningún momento, el presidente López Obrador ha utilizado, por ejemplo, su poder de veto para ir en contra de alguna resolución del Banco de México. Tampoco utilizó su influencia política ante el Poder Legislativo, ante la Cámara de Diputados o Senadores, para apoyar iniciativas como aquella fallida propuesta de reforma a la Ley del Banco de México para que el instituto central estuviera obligado a comprar dólares en efectivo. Hasta ahora, insisto, el presidente López Obrador ha sido respetuoso de la autonomía del Banco de México. Por ello, ahora que decide no proponer a Díaz de León para que el Senado de la República lo ratifique por un segundo periodo, también está siendo respetuoso de la Ley del Banco de México. En octubre, le tocará al Senado de la República – ya con nueva conformación en el Congreso – decidir sobre la terna propuesta por el mandatario.

    No debería extrañarnos que las declaraciones de López Obrador causen polémica. AMLO siendo AMLO, AMLO abordando los temas en su momento, a su ritmo y en el tono que él decide. El presidente López Obrador simplemente ejerce sus atribuciones.

    Mientras tanto, debemos estar conformes con la gestión de Alejandro Díaz de León quien concluirá su gestión como un verdadero banquero central resistiendo la presión política y mediática. Al frente de la Junta de Gobierno del Banco de México, Díaz de León condujo las decisiones tomando en cuenta los votos de los subgobernadores en línea con la memoria histórica del banco central. Sólo preguntémonos qué hubiera pasado si la Junta de Gobierno, en un intento por agradar al presidente, hubiera propiciado un mayor monto de remanentes a través de la política monetaria vía reducciones en la tasa de interés en medio de peligrosos nubarrones inflacionarios. No lo hizo y hoy Díaz de León debe despedirse de la Junta de Gobierno cuando aún tendría mucho que aportar al Banco de México. Así es el equilibrio de poderes y en octubre Díaz de León, con una gran carrera en el Banco de México, podrá retirarse de su papel en el banco central con una gran satisfacción.

    El desafío que viene es para la Junta de Gobierno, en donde Arturo Herrera, actual secretario de Hacienda, podría ser uno de los candidatos a ocupar la gubernatura. Quizás Gerardo Esquivel, quien otra vez enfrentaría la incómoda pregunta de si no enfrenta un conflicto de interés siendo esposo de la actual consejera del INEGI, la ex secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín. Usted recuerda que el INEGI, al obtener su autonomía, fue responsabilizado de medir el índice de inflación para evitar que el Banco de México, autónomo desde 1997, enfrentara un conflicto de interés al conocer de manera anticipada la información sobre los precios de bienes y servicios. ¿Sería un problema para Esquivel? Lo veremos. Y será un desafío porque con cuatro de cinco miembros propuestos por el presidente López Obrador, la Junta de Gobierno tendrá que reafirmarse como el órgano de gobierno de un instituto autónomo. Donald Trump esperaba de Jerome Powell le agradeciera la nominación al frente del Banco de la Reserva Federal y lo que obtuvo el ex presidente de EU fue la respuesta de un banquero central, tal y como debe ser.