El maridaje de los vinos

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El mejor vino es el que más nos gusta, el que se comparte y con el que vivimos experiencias únicas. Es fundamental la elección de la comida con la que vamos a combinarlo y a esto, le llamamos armonía; literalmente el maridaje es el proceso de casar metafóricamente a un alimento con un vino con la intención de realzar el placer de comerlos, esa combinación es indispensable para tener equilibrio entre los sabores de la bebida y los de la comida. También la textura y el aroma de los platillos tiene que ver con la decisión de cuál vino elegir para acompañar a los alimentos.

MaridajeVinos

Los maridajes pueden ser por complemento o por contraste. En el primero, los sabores del vino y de los alimentos son parecidos y por lo tanto se refuerza la gama de ambos, un alimento suave intensifica el sabor de un vino suave y viceversa, un ejemplo sería un vino dulce servido con una tarta de fruta, hacen una buena combinación. En el segundo caso, la intensidad de los sabores del vino y de los alimentos es distinta. Un buen contraste permite resaltar uno de los dos o enfrentarlos, si es que ambos tienen mucho carácter. Un vino robusto, como los franceses de la Borgoña o un español de Rioja, puede combinarse con un queso fuerte como el Roquefort. Pero es importante cuidar bien el tipo de contraste, porque un alimento muy poderoso puede opacar por completo a un vino suave, y un vino de gran carácter dejará atrás a un alimento muy delicado.

Si quiere vivir una experiencia, vale la pena buscar la unión entre el vino y los alimentos. ¿Cuál es el secreto? No lo hay, es algo subjetivo, de cada quien, de cada paladar, del ánimo y del gusto personal, el objetivo es que la armonía alcance su máxima plenitud.

Si miramos la estructura del vino en una cata y lo vinculamos con los ingredientes de la comida podríamos hacer fusiones muy interesantes. Por ejemplo, un color rubí oscuro con brillo es una señal de un vino limpio lleno de energía; si el color es granate sin brillo y rústico es un signo de edad. Si se guía por el aroma, armonice los vinos menos aromáticos con platillos suaves; aquellos pasados por barrica con especias de vainilla tostada sincronícelos con alimentos más elaborados. Si se basa en los sabores y descubre que el vino se muestra diferente de la nariz combínelo con platos más sofisticados.

El cuerpo está determinado por cómo el vino se siente en el paladar, en términos de peso. Esto está directamente relacionado con el nivel de alcohol del vino. Los taninos se sienten en los lados de las mejillas y detrás de los labios, se siente picante, rugoso; un Pinot Noir podría tener bajos taninos versus un Nebbiolo que los tendrá muy altos. Si un vino tiene baja acidez puede combinarse con platos simples y orgánicos; por el contrario, si es demasiado ácido tendrá que emparejarse con opciones de comida más condimentada.

Finalmente la impresión del vino estará determinada por el tiempo que permanece en boca, experimente si desaparece o permanece su frutuosidad. Algunos vinos están destinados a ser frescos por adelantado, aquellos que tienen un largo final seguirán evolucionando en el paladar.  Descubra el mejor vino para su cena, dándole un sorbo a su copa, sin duda será mejor si tiene con quien compartirlo, una botella de vino es el acompañante ideal en una conversación.

*Lorena Carreño es periodista, especialista en comunicación & RP y sommelier profesional

lorecarreno@gmail.com

Twitter: @LoreCarreno

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