Desempleo. Momento de revisar las cifras y las políticas económicas

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Desempleo

Fue en marzo pasado cuando la tasa de desocupación en México llegó a 5.25 por ciento respecto de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir de los trabajadores que en este país tienen acceso a un trabajo formal.

Con el 5.25 por ciento, esa tasa de desocupación en el país se transformó en el registro más alto de desempleo reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) desde que inició el gobierno de Enrique Peña Nieto, a partir de los datos que muestra la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) elaborada por el Inegi a marzo del 2014.

Así, en México, más de 8 millones de personas se encuentran desempleadas y cerca de 26 millones se emplean en la informalidad. Sin embargo, el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierte que el déficit de empleos dignos supera ya los 34 millones. Se trata de una cifra que el Inegi, como un organismo independiente, debería revisar porque ya los analistas externos comienzan a señalar grandes diferencias entre los números de ese instituto y las estimaciones privadas.

El reportaje de portada de nuestra presente edición establece que ante la falta de políticas para generar empleos dignos el desempleo comienza a desbordarse no sólo de las estadísticas oficiales sino también de las calles que dan cuenta de la creatividad de millones de mexicanos para sobrevivir en actividades informales.

Los economistas de la UNAM calculan también que 25 millones 897 mil 44 personas sobreviven empleándose en la economía informal. El déficit de empleos asciende, por tanto, a 34 millones 797 mil 266.

Las cifras obtenidas por el CAM –a partir de la construcción de una metodología realizada con base en parámetros de la Organización Internacional del Trabajo– revelan que el Inegi oculta al 70 por ciento de los desempleados del país al contabilizar únicamente a 2.7 millones de personas “desocupadas” al tercer trimestre de 2013.

Y es que el Instituto no considera a la población “disponible” como desempleada. Para el CAM es claro que el Inegi reconoce que la tasa de desocupación que calcula no mide el desempleo. Al referirse al tema, el propio Inegi indica: “…de ahí que la desocupación abierta no sea, ni pretenda ser, la magnitud que exprese cuánta gente necesita trabajar en un lugar y momento determinados o la medida de cuán grande es el déficit de oportunidades laborales”.

Los especialistas del Centro de Análisis Multidisciplinario dicen que esto ocurre principalmente porque, de la gente que desea trabajar y no puede hacerlo, se tienen tres clasificaciones: los que activamente buscaron en el último mes y no encontraron trabajo; los que no lo buscaron porque ya se cansaron de hacerlo, es decir, que tienen una situación crónica de desempleo, y los que no lo buscan porque no creen encontrarlo.

El debate sobre la metodología para calcular el nivel de la población en situación de desempleo se encuentra, además, con la preocupación externada ya por algunos políticos como el responsable del gobierno capitalino, Miguel Mancera, quien propuso incrementar el nivel del salario mínimo. Aumentar, en otras palabras, el ingreso por decreto sin ocuparse de las causas reales de la falta de puestos de trabajo. La falta de competitividad de la economía y la ausencia de políticas claras de educación y generación de fuentes de trabajo.

A Mancera le falta la crítica a la política económica que, hasta ahora, se ha basado en promesas de inversión y políticas estructurales que pondrán contra a las cuerdas a miles de compañías mexicanas que tendrán que competir por los negocios con grandes conglomerados.

(El reportaje de referencia aparece publicado en la edición 129 de Fortuna)