De los propósitos a la participación activa por el medio ambiente

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En el año que recién pasó tuvimos la oportunidad de aprender, con éxitos o fracasos, cómo mejorar nuesta persona y nuestro entorno. Para muchas personas iniciar un nuevo año representa una oportunidad de cerrar ciclos y empezar nuevos caminos hacia metas más ambiciosas.

Para quienes consideran que los ciclos anuales no son trascendentes, de igual manera tienen periodos de reflexión y reconstrucción. En el mundo de los negocios, familiar e incluso escolar, siempre es una excelente estrategia poder evaluar el camino andado. Lo que no se mide no se puede mejorar.

Sin duda alguna, 2018 representó grandes retos en el sector ambiental a nivel federal, pero también mundial. Nadie en la CDMX podrá seguir ignorando la latente posibilidad del mega desabasto de agua, como el que se vivió hace algunos meses. Las terribles inundaciones que dejaron miles de damnificados al norte del país. O siemplemente la dura noticia de cómo las predcciónes de las afectaciones por el incremento del cambio climático quedaron cortas en relación a la realidad y que las consecuencias de este fenómeno serean más graves y sucederán antes de lo previsto; sólo por mencionar algunos ejemplos.

Hoy, como hace muchos años y como seguramente seguirá sucediendo, necesitamos hacer un cambio urgente en nuestro estilo de vida como seres humanos. Ya no estamos en una etapa de prospección, ya vivimos con las consecuencias de nuestro consumismo y mala gestión de los recursos naturales. Ya no nos podemos permitir pensar en lo que podemos hacer en un futuro, sino comenzar a actuar de manera inmediata.

Para ello es necesario adoptar una visión de trabajo personal, profesional y sobre todo empático con el medio ambiente a fin de ser restaurado y conservado a través de esquemas integrales, es decir, considerando todos los elementos del entorno, su flora, fauna, clima, ubicación; pero también integrando a la gente que vive en cada sitio, sus necesidades y uso de los recursos, cómo pude aprovecharlos incluso económicamente, cerrando así el círculo de la sustentabilidad.

Para llegar a la meta de una conservación sustentable en 2019 hay 5 principios básicos que hay que seguir:

  1. Restaurar lo que se ha dañado, conservar lo que tenemos y recuperar, en la medida de lo posible, lo que se ha perdido. No podemos basarnos en la dinámica en tendencia, que se enfoca en conservar lo que todavía nos queda, cuando es posible recuperar y restaurar, en gran medida, el entorno afectado. Debemos tener metas más ambiciosas, creer y sobre todo trabajar de manera consciente bajo la premisa del éxito en la restauración, recuperación y conservación ambiental.
  2. Un eje transversal en esta meta integral debe ser la educación cívica y la educación ambiental. La primera de ellas es la manera en la que haremos que la gente respete y valore el entorno, mientras que la educación ambiental implica un trabajo más a fondo para que se conozcan la problemática y cómo pueden participar en las soluciones.
  3. Pasar de la información a la acción. En una era globalizada y con acceso a tantas fuentes de información, ya estamos más informados de las problemáticas que hace 10 o incluso 5 años. Ahora hay que dejar la pasividad y poner manos a la obra.
  4. Aprender de los errores. En relación al punto anterior, ya tenemos mayores recursos tecnológicos y experiencia en la práctica para hacer planes estratégicos de trabajo para dejar de lado los modelos de improvisar sobre la marcha.
  5. Generar hábitos ambientales. Que la restauración, conservación y recuperación no sea un tema de moda, sino una tendencia y que la gente se quite de la mente que basta plantar un árbol una vez al año, separar en orgánico e inorgánico o cerrar la llave para ducharse en 5 minutos. La conservación ambiental debe ser un hábito cotidiano.

El trabajo por la conservación no es fácil. A pesar de vivir en un mundo con grandes problemáticas ambientales, existe un bajo porcentaje de participación y voluntad de las insticuiones, pero principalmente de la sociedad en general, por participar activamente en estrategias de cambio postitivo. Se cuenta con los los recursos, la tecnología, estudios y experiencia, sin embargo, aún se vive la resistencia al cambio.

El trabajo integral de protección ambiental debe sobrepasar la barrera de la encomienda de esta tarea sólo para los estudiosos en ciencias de la biología. Hoy, todas las personas, en todo el mundo, sin importar su género, edad, estudios o preferencias, todos debemos ser conscientes de que nuestra supervivencia depende de las acciones presentes. Ya no es suficiente hablar de acciones futuras para beneficio de generaciones venideras. Este día implica ya la lucha por sobrevivir de nuestra especie, y otras que hemos condenado juntos con nosotros.

Es por ello que necesitamos involucrarnos, conocer, decidir y convencernos del poder de cambio que radica en cada especie. El mejor sitio para empezar es nuestra persona, en valorar quiénes somos, qué queremos en nuestro futuro, qué tipo de químicos utilizamos a diario o qué huella ambiental dejamos en cada momento.

Paulina Martínez

*Dirección de Proyectos, Earthgonomic México, A.C.