Rumbo a la economía verde

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La economía de base biológica o verde promete resolver el problema del pico petrolero, frenar el cambio climático y marcar el comienzo de una era de desarrollo sostenible. Las alianzas entre industrias farmacéuticas, agroindustriales y de biotecnología configuran hoy el panorama de empresas que protagonizan la economía verde

Frente a la crisis climática se empezó a configurar la idea de producir industrialmente con materias primas biológicas. Mediante alta tecnología, los cultivos fibrosos, hierbas, residuos forestales, oleaginosos o algas serían transformados en químicos, plásticos, medicamentos y energía.

La ingeniería genética, la biología sintética y la nanotecnología hacen posible la transformación de biomasa en productos comerciales.

A partir de ello, se están conformando nuevas fusiones y adquisiciones corporativas que atraviesan sectores industriales. De acuerdo con el estudio Los amos de la biomasa en guerra por el control de la economía verde –publicado en septiembre de 2012 por el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, también conocido como Grupo ETC, en colaboración con la Fundación Heinrich Böll–, en 2009 se efectuaron 64 mil 981 acuerdos de fusión o adquisición de empresas alrededor del mundo, por un valor de 3.6 billones de dólares.

Según la organización internacional, dedicada a la conservación y promoción de la diversidad cultural, ecológica y los derechos humanos, dentro de la economía verde están involucradas las empresas del sector energético: Exxon, British Petroleum (BP), Chevron, Shell, Total. Roche, Merck, Bayer, de la industria farmacéutica; Unilever, Cargill, DuPont, Monsanto, Bunge, Procter and Gamble, de la industria alimentaria y de agricultura; y Dow y BASF, de la industria química.

Para Grupo ETC, las semillas, “el primer eslabón de la cadena de alimentos agroindustriales son el punto de partida de las materias primas basadas en los cultivos que se utilizarán para producir energía, productos químicos y de consumo de alto valor”.

El estudio indica que son seis las firmas de semillas biotecnológicas dentro de la escena de la economía verde. Se trata de BASF, Bayer, Dow Agrosciences, DuPont, Monsanto, Syngenta. “Juntas, estas seis empresas representan casi 50 mil millones de dólares por año en ventas de semillas, rasgos biotecnológicos y agroquímicos; las empresas gastan cerca de 4 mil 700 millones de dólares anuales en investigación y desarrollo agrícola”.

La participación en el mercado mundial de Monsanto, DuPont y Syngenta, las tres empresas más grandes de semillas, pasó de 20 por ciento del mercado de semillas patentadas en 2002 a 53 por ciento en 2009.

Trigo

Se estima que las empresas de semillas del sector privado suministran alrededor de dos tercios del total de ventas de semillas de cultivo a nivel mundial.

Señala ETC que por su diseño, el sector de las semillas comerciales se vincula directamente al mercado agroquímico. Cinco de las principales empresas agroquímicas aparecen en la lista de las empresas de semillas más grandes del mundo, mientras que BASF, la única que no figura en dicha lista, tiene acuerdos de asociación con Bayer Crop Science para desarrollar variedades de arroz híbrido de alto rendimiento y un acuerdo con Monsanto para investigar y desarrollar tolerancia al estrés y rendimiento en maíz, algodón, canola, soya y trigo.

El Grupo ETC señala que a medida que los dueños de las empresas farmacéuticas adquieren la propiedad de empresas dedicadas a la biotecnología, dejan de ser un sector diferenciado. Prueba de ello es que en 2011 Teva Pharmaceutical compró Cephalon y Sanofi-Aventis adquirió Genzyme por más de 20 mil millones de dólares.

“Las grandes farmacéuticas gastan un estimado de entre 65 mil y 85 mil millones de dólares al año en investigación y desarrollo, y entre el 25 y el 40 por ciento de ese gasto se vuelca a la biotecnología”, agrega ETC en el estudio ¿Quién controlará la economía verde?, publicado en noviembre de 2011.

La convergencia entre sectores industriales encaminados a la economía verde ha sido ampliamente documentada por ETC.

En su registro se encuentra a DuPont, la sexta empresa agroquímica más grande del mundo y la segunda más grande en semillas. En la investigación se revela que durante los últimos años, la trasnacional ha construido una red de relaciones con BP, Bio Architecture Lab, General Mills y Tate and Lyle para comercializar biocombustibles, plásticos derivados del maíz, enzimas e ingredientes de alimentos especializados.

La lista también incluye a Solazyme, que a decir de Grupo ETC, formó una red con la Marina y el Departamento de Defensa de Estados Unidos y con los procesadores de fósiles Dow Chemical y Chevron, para producir aceites renovables a partir de algas. Además trabaja con las procesadoras y comercializadoras de alimentos Bunge, Unilever, Roquette Frères y San-Ei Gen de Japón para crear ingredientes alimentarios derivados de algas.

Evolva, una empresa suiza de biología sintética, es parte de la lista. Trabaja para producir vainilla en forma sintética y otro “ingrediente saborizante clave”, junto a International Flavors and Fragances, Inc. Es socia de BASF, Roche y la Oficina de Investigación del Ejército de Estados Unidos.

Y finalmente a Amyris, empresa de California relacionada con Chevron, Shell y Total; MercedesBenz de Brasil y Michelin Tire, Bunge, Guarani, Gruppo Mossi and Ghisolfi y Procter and Gamble. “Amyris comenzó como una filial de UCBerkeley [Universidad de California], desarrollando medicamentos, y se ha expandido a los biocombustibles a partir de la caña de azúcar y compuestos de alto valor”.