Medidas de austeridad agravaron la pobreza en Grecia

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OAED Instituto del Empleo Grecia

Antonio Cuesta/PL

Atenas. Las medidas de austeridad aplicadas en Grecia desde el inicio de la crisis aumentaron las desigualdades y agravaron la situación de los más pobres, según concluye una investigación que, paradójicamente, pertenece a uno de los principales responsables, el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El informe, titulado “La política fiscal y la desigualdad de ingresos”, muestra que las políticas de ajuste neoliberales afectaron de forma drástica sobre todo al 10 por ciento de la población con menores ingresos, fundamentalmente debido a la reducción del límite libre de impuestos de 12 mil a cinco mil euros.
Entre 2008 y 2012, este sector de la ciudadanía vio reducir sus ingresos en más de un 15 por ciento, mientras que en otros países con situaciones similares como España, Portugal o Italia el descenso rondó el cinco por ciento, lo que indica que las medidas aplicadas en Grecia fueron especialmente duras.
En su descargo, el Director Adjunto del FMI, David Lipton, aseguró durante la presentación del estudio que el fuerte impacto sobre los sectores más débiles no se debió tanto a los contenidos del programa de ajuste fiscal sino a la forma en que fue aplicado.
Lipton reconoció que, a corto plazo, las medidas acordadas condujeron a una reducción del empleo y la producción, afectando a los que cuentan con menores ingresos, pero que en cualquier caso era responsabilidad del gobierno paliar los efectos nocivos generados por los recortes presupuestarios.
Al margen de sus disculpas, el FMI no puede ocultar que sus recetas destinadas a mejorar la competitividad de la economía griega no cumplieron su objetivo y, a cambio, dejaron al país en peor situación y con un deterioro creciente de las condiciones de vida de sus ciudadanos.
Según un reciente informe del Banco de Grecia, un tercio de la población se encuentran por debajo de un nivel de vida básico (23,1 por ciento), o en el límite de la pobreza y la exclusión social (11,5 por ciento), debido a las políticas aplicadas supuestamente para poner fin a la crisis.
La pobreza casi se duplicó en términos absolutos entre los años 2010 y 2012, y el número de personas que viven en hogares donde ninguno de los miembros trabaja, o lo hacen menos de tres meses al año, pasó de 545 mil a más de un millón, lo que supone el 16,1 por ciento de la población en edad de trabajar, durante el mismo periodo.
También el número de parados de larga duración, aquellos que llevan más de 12 meses sin empleo, mostró un vertiginoso ascenso desde el inicio de la crisis, pues de los 185 mil 500 registrados en 2008 se llegó a los 955 mil 600 en 2013.
Las consecuencias pueden ser observadas en todos los órdenes, desde la caída del consumo interno y la quiebra constante de miles de pequeños comercios, hasta las crecientes dificultades de cada vez más ciudadanos para hacer frente a sus obligaciones tributarias o compromisos financieros con los bancos.
También se hace imposible el pago de la factura de la luz, al menos para los cerca de mil hogares diarios que durante 2013 quedaron sin electricidad por no poder pagar sus cuentas, lo que supuso un aumento del 15 por ciento con respecto al año anterior.
Más dramático es el aumento de personas sin hogar, familias enteras que quedan en la calle, del número de suicidios o del abandono de niños y bebés frente a iglesias, hospitales y centros de caridad, ya que muchos padres no disponen de recursos para mantenerlos.
Según el Ministerio de Sanidad, la cifra de menores desamparados se incrementó en un 336 por ciento desde el inicio de la crisis, y lo peor es que los orfanatos estatales no pueden ofrecer la atención adecuada debido al aumento de plazas y a sus menguantes presupuestos.
De acuerdo con los responsables de algunas organizaciones humanitarias, la falta de servicios sociales amplificada por la austeridad y el aumento de la pobreza de la clase media ha hecho que crezca y se agrave uno de los problemas más trágicos de la crisis financiera.
Los datos oficiales muestran que, desde el inicio de la recesión, la economía griega cayó alrededor de un 25 por ciento, y que el consumo en los hogares se redujo en un porcentaje similar.