Más allá de buenas intenciones

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México, con alrededor del 1.6% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y una gran vulnerabilidad frente a sus efectos adversos, tiene la obligación de reducirlos para cumplir con el Protocolo de Kyoto. Las empresas mexicanas carecen, sin embargo, de estímulos fiscales, fomento y apoyo gubernamental para lograrlo.

En los índices y fondos que seleccionan a las compañías que ofrecen las mejores opciones ambientales para invertir en sectores sustentables no figura ninguna compañía mexicana.

A la cabeza de las llamadas compañías verdes están empresas de tecnología como IBM, Dell o Hewlett Packard, según el Global Climate Index de la consultoría MSCI. También aparecen empresas como Adobe Systems, Bristol Myers, Office Depot,  Nextel o Telefónica de España.

Algunos  bancos como HSBC Holdings y Santander también figuran en la lista de MSCI.

Greenpeace también ha desarrollado un índice llamado Cool It Challlenge que involucra y lanza un desafío al sector corporativo respecto al desarrollo de las empresas de alta tecnología y su contribución al medio ambiente. Encabezan este ranking firmas como Cisco, Dell, Ericsson y Fujitsu.

En el caso de Google, los responsables de Cool It Challenge en Greenpeace censuran la falta de transparencia del gigante de los buscadores así como la ausencia de objetivos claros para reducir la emisión de contaminantes. Por el contrario, la creciente actividad de la  compañía que defiende la frase “Do not be evil”, alienta – dice Greenpeace –  el consumo de combustibles fósiles. ¿Qué está haciendo Google para contrarrestarlo? Realmente muy poco.

En las evaluaciones globales, son contadas las compañías de América Latina que pueden presumir de haber sido seleccionadas entre los corporativos verdes del mundo por sus acciones y resultados en el control de emisiones contaminantes. Aparece en esta relación de MSCI, la firma Petroleo Brasilerio (Petrobrás), resultado del despegue de Brasil como un verdadero fenómeno económico, cuyo bono poblacional y su emergente vocación tecnológica lo ubican al frente de los países latinoamericanos que pueden considerarse sustentables y amigables con el medio ambiente. La mala noticia es que los rankings internacionales no contemplas más empresas en la región.

Las economías emergentes tienen, es cierto, una menor posibilidad de ocuparse de la reducción de emisiones contaminantes y generar, al mismo tiempo, sistemas económicos capaces y sustentables para impulsar a empresas verdes.  La batalla, sin embargo, no debería estar perdida.

Es más, algunos expertos en materia de normas ambientales como José Valdez Cuervo, director general de la certificadora Societé Generale de Surveillance (SGS), aseguran que el gobierno federal ha acertado al condicionar contratos y concesiones a la presentación de estudios de impacto ambiental. “Es una buena manera de interesar a las compañías en estos temas y de mostrarles que su responsabilidad en esta materia les puede ser redituable”, dice Valdez Cuervo.

En México, bajo la afirmación de “lo que no se mide no se controla” el gobierno federal a través de la Secretaría del Medio Ambiente en coordinación con el sector privado mediante el Centro de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable (CESPEDES), con el soporte técnico del Instituto Mundial de Recursos y el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sustentable, creó el Programa GEI México para contabilizar y reportar las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEIs).

Son sólo 63 entidades (públicas y privadas) las que reportan al Programa GEI el volumen e inventario de sus emisiones GEIs (ver cuadro).  Esta relación no incluye a las grandes firmas de tecnología o entidades financieras que operan en el país y que, en algunos casos tienen en México a uno de sus principales mercados en América Latina. Incluye, principalmente, a organizaciones industriales.