La economía sin petróleo y enferma de inflación… ¿Otra vez?

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 En México, era un hecho confirmado y aceptado que los precios no bajaban. La competencia era escasa y los consumidores simplemente nos encogíamos de hombros frente a esta realidad. En 2015, sin embargo, las reformas en telecomunicaciones y energía provocaron – junto con la demanda contenida entre millones de mexicanos – que los precios de telefonía y electricidad comenzaran a ajustarse. El año pasado se alcanzó una inflación históricamente baja. Aplaudíamos. Sin embargo, muy poco duró la alegría, la devaluación de casi 40 por ciento del peso frente al dólar ya cobra sus primeras víctimas. Con el petróleo a la baja, un peso débil, la inflación al alza sería un elemento catastrófico para la economía de millones de mexicanos. Menos ingreso y precios altos, una combinación que ya varias generaciones de mexicanos recuerdan y que hoy compartirán con los veinteañeros que se acostumbraron a escuchar que en México la gran conquista era el control de la inflación.

1.-

Tipo de cambio

Fue el año pasado cuando el Banco de México (Banxico) advirtió que las presiones sobre el tipo de cambio que ahora lo ubican en niveles de 19 pesos por dólar podrían convertirse en una amenaza inflacionaria.

Sin embargo, los primeros efectos de dos reformas estructurales, la de telecomunicaciones y la del sector de la energía, permitieron que el golpe se retrasara. El año pasado los precios de los servicios de telecomunicaciones se ajustaron luego de que la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones impuso a Teléfonos de México (Telmex) la obligación de eliminar los cobros a sus competidores por el servicio de interconexión. Además, con la apertura al sector de la energía disminuyeron las tarifas eléctricas. Las autoridades confiaban en que esos dos factores tuvieran un peso determinante para incidir en el incremento de los precios y mercancías generales de la economía.

Sin embargo, al cierre de la segunda quincena de enero la inflación se hizo presente a través del incremento en el precio de frutas y verduras y de productos básicos de la dieta alimenticia del mexicano. El precio de la tortilla se elevó mientras el tipo de cambio tocó los 19 pesos.

La información del INEGI reveló que en la segunda quincena de enero la inflación fue de 0.35 por ciento. La sorpresa fueron los aumentos de las tarifas del gobierno. ¿Sorpresa? ¿Acaso no se registran incrementos cada inicio de año? Claro. Sin embargo, los analistas estimaban incremento moderados para no alentar la inflación. Lo anterior no sucedió. El economista Jonathan Heath, al revisar los resultados de la medición de precios quincenal, resaltó el incremento en las tarifas de gobierno, situación – que dijo – no se anticipaba.

“La mayor inflación de la segunda quincena de enero fue de 0.35 por ciento todavía no se explica por mayor traspaso de la depreciación del peso a la inflación”, dijo Heath.

¿Vendrá lo peor? Quizás.

2.-Mario Alberto Rodríguez, economista de la Universidad Anáhuac de Oaxaca, sostiene que si existe una correlación clara entre el incremento de la inflación y el comportamiento del tipo de cambio en una economía como la mexicana. La llamada transferencia que tanto temen los economistas de Banco de México. Rodríguez analizó el impacto del tipo de cambio y su depreciación sobre la cadena de precios y su efecto final en el tipo de cambio real. El economista concluye que una depreciación del uno por ciento en el tipo de cambio provocaría un alza acumulada en el INPC del 3.35 por ciento, treinta meses después de un shock, lo que implicaría una tasa promedio anual de depreciación del tipo de cambio real del 2.9 por ciento.

La devaluación del tipo de cambio del peso frente al dólar es ya de 35 por ciento si se compara respecto a 2013. Aparentemente la transmisión de precios no se había presentado. La Comisión de Cambios en la que participa la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) así como el Banco de México decidió extender hasta el 31 de marzo el mecanismo de subasta de dólares. En cada subasta, el Instituto Central ofrece al menos 200 millones de dólares para apuntalar la cotización del peso frente al dólar. No sólo las reservas internacionales respaldan al Banco de México en esta decisión. La Comisión de Cambios también menciona la Línea de Crédito Flexible que el Fondo Monetario Internacional (FMI) autorizó para México por más de 70 mil millones de dólares y que se prevé utilizarse en caso de un shock que amenace la estabilidad de la economía.

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Hasta ahora, las autoridades de la SHCP y del Banco de México han señalado a las turbulencias externas y, por supuesto, a la caída en los precios internacionales del petróleo, como las principales causas de los problemas que enfrenta la economía nacional. El crudo mexicano ahora se vende poco menos de 20 dólares cuando en 2011 todavía rondaba los 90 dólares. Se trata de una verdadera tragedia para la economía mexicana.

El gobierno de Enrique Peña Nieto, además, no logró que, en medio de esta creciente inestabilidad, los inversionistas extranjeros se interesaran de manera contundente en las inversiones para la exploración y explotación de pozos petroleros. El subgobernador del Banco de México, Manuel Sánchez González, presentó un trabajo en el marco de una reunión de la Secretaría de Energía en el que aseguró que la turbulencia generalizada ha reflejado temores sobre la normalización monetaria de Estados Unidos la evolución de China, con efectos adversos especialmente sobre los mercados emergentes.

Estos choques de acuerdo con Sánchez González, han estado presentes por cierto tiempo y las condiciones actuales no excluyen un deterioro adicional. Así, ante la posibilidad de un escenario internacional más desfavorable, con riesgos de menor crecimiento e inestabilidad financiera, México debe garantizar el fortalecimiento de sus fundamentos económico.

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La economía mexicana parece, sin embargo, condenada a depender de la posición del tipo de cambio debido a la dependencia del ingreso petrolero y ahora a los precios a la baja para el hidrocarburo. Es cierto que las exportaciones de autos y otros productos que se ensamblan en México están aumentando; lo mismo sucede con las remesas que los trabajadores mexicanos envían a miles de entidades. El problema es que su dinámica no es suficiente para remplazar el ingreso petrolero que dejó de recibir la SHCP.

Para el Banco de México, además, el deterioro del control inflacionario representa una batalla perdida después de que su autonomía le permitió impulsar estrategias monetarias sólidas para dejar atrás – al menos por varias décadas – el crecimiento galopante de los precios, lo que inhibía la inversión y deterioraba el ingreso de los trabajadores.

En el Centro de Estudios Superiores del Estado de Sonora, la académica Erika Olivas Valdez analizó las estrategias realizadas por el Banco de México a partir de la crisis financiera mundial originada en Estados Unidos en el año 2008, para contrarrestar los efectos inflacionarios a través de la aplicación de una política monetaria heterodoxa. Entre 1973 y 1982, de acuerdo con la investigadora, el incremento en el nivel de los precios fue resultado del alza en los precios del petróleo y de la crisis de deuda externa.

La académica recuerda que después de dos décadas de crecimiento económico sostenido e inflación moderada – entre la década de los cincuentas y los sesentas, México experimentó, desde el comienzo de la década de los setenta, un paulatino deterioro en la dinámica del desarrollo, caracterizado por fuertes oscilaciones en las tasas de crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB) y una marcada tendencia al alza en el ritmo de la inflación. Ahora el problema para las autoridades, es controlar los incrementos inesperados y mayores al aumento de la producción.

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Sin embargo, desde que se le otorgó la autonomía al Banco de México, la estrategia para el control de la inflación había resultado efectiva.

 Historia de una lucha constante

MEXICO-CIUDAD DE MEXICO-ECONOMIA-DOLARA partir de 1987, el crecimiento de precios en México se había controlado mediante la implementación de políticas ortodoxas (control del déficit público y de su financiamiento inflacionario) y de políticas heterodoxas (manejo de precios, salarios y tipo de cambio) establecidas en su mayoría a través de pactos intersectoriales. Aquel programa de ajuste mexicano, de acuerdo con la investigadora, reconocía a la inflación como un fenómeno sumamente complejo que respondía tanto a presiones de liquidez como a cambios en expectativas, a un patrón de inercia y a un mecanismo de pugna distributiva. Desde entonces se reconoció que la inflación requería de diversos instrumentos para controlarla.

A lo largo de las tres últimas décadas y de acuerdo con información presentada por el INEGI (2010) y Banco de México (2009) a través de sus publicaciones y bases estadísticas electrónicas, México ha soportado por lo menos tres crisis económicas asociadas con altos incrementos en los precios; en 1982, con el problema de tipo de cambio flotante al caer las exportaciones del petróleo (caída en la demanda mundial) y aunado al inconveniente de pago de la deuda, la inflación rebasó los niveles de 100 por ciento de incremento. Para 1987 se presenta una nueva crisis con la caída del precio del petróleo internacional (debido a la sobreoferta del producto), para finales de 1994, la crisis financiera (salida de capital extranjero y pagos de deuda de corto plazo) abatió al país, generándose inestabilidad económica al caer la inversión extranjera directa y especulativa, la producción y el nivel de empleo, además con incrementos de la inflación mayores al 30 por ciento para el año de 1995, sin embargo, con respecto a Diciembre del año de 1994 el incremento alcanzo niveles del 50 por ciento.

Operations On Pemex Centennial And La Muralla IV Deep Sea Crude Oil Platforms

Para mediados de la década de los noventa, la economía mexicana había experimentado variaciones inesperadas y abruptas de la inflación, aunadas a inestabilidad en el resto de las variables macroeconómicas, entre ellas el empleo, producto e inversión. Debido principalmente a crisis financieras y especulativas.

Así, la primera crisis financiera internacional de este siglo no fue la excepción, ya que también provocó incrementos considerables en la inflación de México, provocando desvaríos en los pronósticos del Banco de México, respecto a esta variable. En varias economías se anunciaron paquetes de apoyo fiscales a hogares y empresas con la finalidad de atenuar el impacto de la crisis financiera y de la inflación que a nivel mundial aumentó más de lo esperado en el cierre del año.