Baja S&P calificación para deuda soberana de México

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S&P Global Ratings baja calificación soberana de México en moneda extranjera a ‘BBB’ y en moneda local a ‘BBB+’ por impacto en tendencia de crecimiento; la perspectiva es negativa

Resumen

  • Prevemos un impacto pronunciado sobre la economía mexicana derivado de la combinación de shocks del COVID-19 –en México y en Estados Unidos, su principal socio comercial– y de la caída en los precios internacionales del petróleo.
  • Estos shocks, aunque temporales, empeorarán la ya débil dinámica de la tendencia de crecimiento para 2020-2023, que refleja, en parte, menor confianza del sector privado y el poco dinamismo de la inversión.
  • Por ello, bajamos nuestra calificación soberana de largo plazo en moneda extranjera de México a ‘BBB’ de ‘BBB+’ y nuestra calificación soberana de largo plazo en moneda local a ‘BBB+’ de ‘A-‘.
  • La perspectiva es negativa, lo que indica los riesgos de otra baja de calificación durante los siguientes 12 a 24 meses, como resultado de una ejecución de políticas irregular o no efectiva; el potencial debilitamiento de las finanzas públicas, debido al difícil balance entre sostener el crecimiento del PIB dada la baja base tributaria no petrolera del país y la rigidez en el gasto, y la creciente presión sobre Pemex, un potencial pasivo contingente para el soberano.

Acción de Calificación

El 26 de marzo de 2020, S&P Global Ratings bajó sus calificaciones crediticias soberanas de largo plazo de México, en moneda extranjera a ‘BBB’ de ‘BBB+’ y en moneda local a ‘BBB+’ de ‘A-’. La perspectiva de las calificaciones de largo plazo es negativa. Al mismo tiempo, confirmamos nuestras calificaciones de corto plazo de ‘A-2’ y bajamos nuestra evaluación de riesgo de transferencia y convertibilidad (T&C) a ‘A’ de ‘A+’ de México.

Perspectiva

La perspectiva negativa refleja la posibilidad de que bajemos las calificaciones del soberano durante los siguientes 12 a 24 meses, debido a una irregular o ineficaz ejecución de políticas que debiliten potencialmente las finanzas públicas, o debido a mayores pasivos contingentes fuera del presupuesto.

Manejar la presión sobre las cuentas fiscales de México frente a los shocks económico y del precio del petróleo ha sido un desafío para los diseñadores de políticas durante múltiples administraciones. Esto refleja una estrecha base tributaria no petrolera, incluso a pesar de cierto incremento registrado en los últimos cinco años, así como los limitados ahorros acumulados en sus fondos de estabilización petrolera durante la época de precios altos para las materias primas internacionales (commodities), que ya se usaron parcialmente durante 2019.

Suponemos que el gobierno tomará medidas para contener la ampliación del déficit fiscal que proyectamos y el incremento en la carga de la deuda soberana como resultado de la desaceleración económica –provocada por los recientes shocks externos. Sin embargo, la prolongada debilidad de su desempeño fiscal y el consecuente aumento en la deuda, o el riesgo de una implementación débil de políticas, podría llevarnos a bajar nuevamente la calificación.

Además, los potenciales incrementos en los pasivos contingentes del sector energético podrían empeorar los niveles de endeudamiento del soberano y llevarnos a bajar la calificación. El perfil financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex), empresa propiedad del gobierno, se ha debilitado significativamente durante los últimos cinco años y se ha vuelto más vulnerable en medio de la baja en los precios del petróleo.

Al mismo tiempo, el cambio en la política de energía bajo el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador incrementa la dependencia de Pemex para la producción petrolera e inversión en México. Si el perfil fiscal del gobierno general se mantiene débil durante un periodo prolongado; a pesar de cierta estabilización en la producción, el bajo desempeño operativo y financiero de Pemex y las limitaciones de su capacidad técnica podrían generar un pasivo contingente más significativo para la calidad crediticia del soberano.

Por el contrario, la conducción de una política económica efectiva que aliente la confianza de los inversionistas, y continúe manteniendo déficits fiscales moderados, podría revertir la debilidad estructural del panorama de crecimiento del PIB, lo que ayudaría a estabilizar las finanzas públicas y a sostener la flexibilidad fiscal. Lo anterior, aunado a las medidas para contener los potenciales pasivos contingentes que representan las empresas propiedad del gobierno en el sector de energía o para aumentar la base tributaria no petrolera, podría evitar una erosión del perfil financiero del soberano. Podríamos revisar la perspectiva a estable durante los siguientes dos años bajo ese escenario.

Fundamento

Las calificaciones de México reflejan tanto las fortalezas como las debilidades de su democracia, que ha generado estabilidad política y cambios regulares de gobierno en las últimas dos décadas. Esto, sin embargo, no ha detonado dinamismo económico en comparación con otros mercados emergentes ni ha mejorado la seguridad pública. En nuestra opinión, los pronunciados shocks por el COVID-19 y por el precio del petróleo agravan el ya bajo crecimiento de México. La baja de calificación refleja la revisión de nuestras expectativas de que el crecimiento real del PIB per cápita se mantendrá por debajo del de sus pares que tienen un nivel similar de desarrollo económico.