Crecimiento no es sinónimo de igualdad en América Latina

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La Habana, (Prensa Latina) A inicios de 2019, la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas de España pronosticó que Perú, Chile y Colombia liderarían el crecimiento económico en América Latina durante los próximos doce meses.

En el caso del primero la expansión sería del cuatro por ciento, y las otras dos naciones tendrían un crecimiento de 3.5 puntos porcentuales.

Estimaciones más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en cambio, certifican números más bajos para estas naciones en las que Colombia obtendría 3.2 por ciento, Perú 2.5 y Chile 1.8.

Según la Comisión, no obstante, las de estos países serán algunas de las expansiones más notables en el área sudamericana.

A pesar de los crecimientos superiores a otros territorios, -Argentina caerá un tres por ciento, Brasil solo crecerá un 0.8 por ciento y Ecuador quedará estancado-, otras alertas relacionadas con el incremento de la desigualdad llaman igualmente la atención sobre las tres naciones citadas.

Y es que el aumento sostenido del Producto Interno Bruto (PIB) de un país no es directamente proporcional con la mejoría del nivel de vida de la ciudadanía, o que se acrecienten sus posibilidades de acceso a la salud, el trabajo o la educación.

Así ocurre en América Latina donde, según la Cepal, la inequidad entre sus ciudadanos es la más grande de todo el orbe, por encima incluso, del África Subsahariana.

En Chile, por ejemplo, el uno por ciento más rico detenta el 26,5 por ciento de la riqueza de acuerdo con cálculos recientes de la Cepal.

Así, el 10 por ciento más favorecido concentra el 66,5 por ciento, mientras el 50 por ciento más pobre accede a un magro 2,1 por ciento de toda la riqueza del país.

También, añadió la comisión, prácticamente todos los servicios -educación, salud, medicamentos, transporte, electricidad, agua, etc.- impactan considerablemente en los salarios.

Lo mismo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que el Banco Mundial han alertado acerca de este flagelo allí.

Mientras la entidad bancaria incluyó a Chile en la lista de los 10 países más desiguales, la OCDE advirtió que la capacidad de la nación sudamericana para converger hacia los niveles de vida promedio que integran este club se ve afectada, también, por una elevada inequidad.

La productividad y la desigualdad también se ven acentuadas por el sistema educativo, cuyos resultados son débiles y desiguales, y reflejan en gran medida los antecedentes socioeconómicos de los alumnos, añadió en su estudio la OCDE.

Hace cuarenta años, Chile fue primer país de América Latina que privatizó el sistema de pensiones.

Hoy, el 82 por ciento de la población recibe pensiones inferiores a un salario mínimo mientras que el pago de senadores y diputados ha sido casi 30 veces mayor que la remuneración promedio.

Colombia, otro de los países que descuella dentro del área por el crecimiento económico esperado, experimenta asimismo niveles crecientes de desigualdad.

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística de ese país (DANE), el porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional (salud, trabajo, acceso a servicios públicos domiciliarios, condiciones de la vivienda, etc.) en 2018 fue de 19,6 por ciento, casi dos puntos porcentuales más que en 2017.

Esto quiere decir que en solo dos años un millón 107 mil personas se sumaron a esta categoría.

Otro estudio de la misma entidad reveló que del total nacional, el 34,8 por ciento se siente pobre, 10 departamentos de la nación tienen una percepción subjetiva de pobreza inferior a la media nacional y en la región de Chocó está la mayor insatisfacción, con un 76,3 por ciento.

Según el DANE, el año pasado más de 13 millones de colombianos (de una población de 48) se encontraban en condición de pobreza monetaria.

El organismo también concluyó que las reducciones en la pobreza se detuvieron y que 7,2 por ciento de los colombianos se mantienen en la categoría de pobreza extrema.

De acuerdo con Thomas Piketty, reconocido economista francés, el 20 por ciento del ingreso de Colombia está en manos del uno por ciento de la población, mientras la mitad de esos ingresos pertenece a un 10 por ciento.
Según el experto, esta concentración es mucho mayor a la que existe en Estados Unidos.

Aunque Colombia tiene un Producto Interno Bruto de 456 mil millones de dólares y enormes riquezas minerales, un gran por ciento de sus habitantes viven en la pobreza, lo cual se agudiza con las políticas neoliberales de los últimos años.

En Perú, otra de las economías sobresalientes en relación al crecimiento, la lucha contra la desigualdad quedó estancada en los dos últimos años, y en muchos rubros críticos, retrocedió, según un estudio reciente de la organización sin fines de lucro Oxfam.
De acuerdo con el estudio, 12 millones de peruanos (40 por ciento de la población total del país) están en riesgo de volver a ser considerados pobres.

Asimismo, el estudio señaló que el gasto público en educación es del 4,3 por ciento del PIB, lejos de la meta del seis por ciento que el país proyectó para 2021, mientras que la inversión pública en salud apenas es del 2,5 por ciento del PIB.

También, alertó, la tasa de empleo formal es apenas del 27 por ciento, con importantes diferencias salariales entre hombres y mujeres.

En lugar de que el grueso de la recaudación fiscal venga de la riqueza, en Perú proviene de los ‘impuestos ciegosâ€Ö aplicados al consumo, como el gravamen general sobre las ventas, destacó el análisis.

No obstante lo serios desafíos en materia social, Perú ha sido una de las economías de más rápido crecimiento en la región en las últimas dos décadas, cuando el PIB real creció a una tasa promedio de 4,7 por ciento, cerca del doble de la región.

Si bien el aumento en el precio de las materias primas favoreció el incremento de los ingresos en los países latinoamericanos en años precedentes, y allanó el camino para la lucha contra la desigualdad, la permanencia de un modelo injusto por antonomasia deja sentir todo su peso sobre los menos favorecidos cuando los vientos dejan de ser favorables.

Con la prolongada debilidad de los precios de los productos primarios, se corre el riesgo entonces de que se reduzcan las políticas de corte social y se apliquen cada vez con más frecuencia los llamados paquetazos neoliberales.

Por países como Chile, Colombia y Perú es que la secretaria ejecutiva de la Cepal sostiene que el viejo paradigma del desarrollo es insuficiente.

No alcanza con solo crecer, se debe crecer para igualar e igualar para crecer, sentenció.

“No somos la región más pobre, pero sí la más desigual. Nuestra estructura productiva es la gran fábrica de la desigualdad. Las desigualdades han erosionado el contrato social y la democracia. Necesitamos pactos entre el Estado, el mercado y la sociedad”, planteó en días recientes la secretaria ejecutiva del organismo, Alicia Bárcena.

En línea con la Agenda 2030, se necesita una estrategia multidimensional del desarrollo que trascienda las mediciones del ingreso como único indicador de éxito. El PIB per cápita no es el único aspecto que determina el desarrollo, consideró la directiva.

Observar el desarrollo a través de una lente multidimensional constituye una brújula muy útil para diseñar, implementar, monitorear y evaluar las políticas públicas a fin de mejorar la calidad de vida de las personas, abundó.

La desigualdad, sentenció, es la causa principal del desencanto que atraviesa a la ciudadanía de la región ante una clase política atónita que no alcanza a entender que el modelo de desarrollo actual es insostenible.

A pesar de que la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas de España pronosticó que Perú, Chile y Colombia liderarían el crecimiento económico en 2019, es otra, sin duda, la supremacía que esperan y merecen sus ciudadanos.

*Ivette Fernández, periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina