Columna La Taza de la Discordia. Así no, Señor Presidente (cafeticultura)

En México, la cafeticultura se enfrenta a uno de sus peores momentos.

Las políticas públicas en el sector de la cafeticultura deberían aprovechar el potencial del café mexicano.

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Las políticas públicas en el sector de la cafeticultura deberían aprovechar el potencial del café mexicano.

Por Raúl Castro-Lebrija

A pesar del boom que vive el sector cafetalero y del potencial para sacar de la pobreza a miles de productores indígenas, la política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es garantizarle el suministro de materia prima al gigante mundial del sector: Nestlé.

El video puede apreciarse en redes sociales y en el sitio web de la propia Nestlé. Como si fuera el conductor de un talk show, con una inusual facilidad de palabra, el presidente Andrés Manuel López Obrador presenta a los altos ejecutivos de la compañía y anuncia el proyecto de inversión más importante de su incipiente sexenio: 154 millones de dólares para la instalación de una planta de café soluble en Veracruz.

Para el nuevo gobierno es un proyecto estratégico, un espaldarazo del gran capital privado internacional y la entrada para que más empresas convaliden su cuarta transformación.

Pero entre los productores cafetaleros se encendieron las alarmas y no pocos temen que esa sea la política de su gobierno para el sector.

No es para menos. La cafeticultura mexicana vive hoy uno de sus momentos más difíciles. Los últimos datos disponibles indican que 2017 registró el segundo peor nivel de producción en casi 40 años.

Para ilustrar mejor la debacle podemos hacer un el ejercicio. Si se compara ese año contra 1989, el de mayor producción, la caída es de casi 1.3 millones de toneladas. Es como si en un periodo como 2013 México no hubiera producido un solo grano de café. De ese tamaño es el boquete.

Por el contrario, las importaciones del aromático no se detienen y para ese 2017 sumaron 57 millones de dólares; el nivel más alto del que se tenga registro.

El sector ha tomado como oficial la cifra de 500,000 productores a nivel nacional. Sin embargo, al no existir un censo oficial o cifras más actualizadas, es difícil convalidar ese dato.

Lo que sí se sabe es que la mayoría de esos productores (algunos datos señalan que entre 70 y 80%) son pequeños y pertenecen  comunidades indígenas. Es decir, son pobres entre los pobres.

Y las malas noticias no terminan ahí. En los primeros días de 2019, López Obrador hizo una serie de anuncios que muy poco van a ayudar a mejorar la situación de los productores.

Se anunció un programa de precios de garantía para granos estratégicos que no incluyó al café. También se incrementó el número de productos de la canasta básica, pero solo se incluyó el café soluble, donde Nestlé es líder del mercado mexicano.

De hecho, a pesar de los esfuerzos e inversiones de una gran cantidad de empresarios, el café soluble es el de mayor consumo en el país, con más del 54%, de acuerdo con la firma Euromonitor.

También se anunció el programa Sembrando Vida para la producción de árboles frutales y maderables, pero algunas voces en los principales estados productores alertan sobre el riesgo de que los agricultores terminen sembrando café robusta (una variedad de menor calidad que la arábiga) y vendiendo su cosechas, ya lo adivinó usted, al gigante Nestlé que la emplea para la elaboración de café soluble..

En el sector cafeticultor se habla de la próxima apertura del Instituto Nacional del Café, que habrá de ubicarse en Xalapa, Veracruz. El problema es que de muy poco servirá un organismo sin una política pública para el sector.

Hay que tratar temas como la transición hacia cafés orgánicos y de especialidad, que son realmente apreciados por los consumidores mundiales y por los que se pagan precios muy superiores a los que se fijan en las bolsas de Londres y Nueva York.

Hay que establecer programas de asistencia técnica ya que muchos productores no han variado sus métodos en 50 años o más.

En fundamental establecer campañas para incrementar los niveles de consumo local. Algo similar a lo que hizo la industria del atún cuando le cerraron las puertas del mercado de Estados Unidos.

No tener una política pública para el café afecta directamente a los productores indígenas, los mismos con lo que el presidente López Obrador celebró su toma de posesión en un acto multitudinario en el Zócalo capitalino.

Pero, a juzgar por las acciones concretas, la estrategia del nuevo gobierno parece ser el garantizarle a Nestlé el suministro de robusta para la producción de café soluble. Y así no, señor presidente. Así no.

 

@ReyLuar

reyluar@gmail.com