Una década perdida en la eurozona

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El economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, declaró a principios de octubre que la crisis económica, cuyo impacto inició en 2008, tendrá una duración de una década, por lo que los países europeos deberán asumir mayores presiones inflacionarias y de deuda pública.

WEO

Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico del Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, afirma que más allá de si es hasta el 2018 u otro lapso de tiempo, lo importante es que esta crisis económica mundial va a durar mucho más tiempo de lo que algunos pensaban.

En entrevista con Fortuna, la experta explica que las razones fundamentales son que, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, existe un detonador muy semejante, un comportamiento que finalmente se ha traducido en esta crisis.

En ambos lados del Océano se encuentran estos coeficientes tan elevados de deuda, grandes déficits públicos que son subsanados con deuda, y que ponen en tela de juicio en varios momentos durante este año si los países, principalmente los europeos, tienen o no la solvencia para hacer frente a esos compromisos.

Hay países donde esta razón de deuda al Producto Interno Bruto (PIB) ronda los 160 por ciento, es decir que rebasa con mucho la riqueza generada por el país.

En un primer momento, el Banco Central Europeo (BCE) palía la volatilidad de los mercados porque los tenedores de bonos se ponen nervios, al ver este panorama consideran que no hay los recursos para honrar la deuda y empieza la volatilidad en los mercados financieros, eso se ha traducido en muchos momentos en 2012 en volatilidad también en el mercado mexicano y eso es porque la globalización especialmente en el sector financiero es muy amplia y hay una estrecha relación.

Sin embargo, en la última reunión del BCE se decidió poner una serie de condiciones para la recepción de esos apoyos, que consisten en mantener la disciplina fiscal en los países europeos, toda vez que la moneda no es manejada de manera independiente y que todos ellos convergen en el BCE.

Crisis mundial

Esta disciplina consiste en bajar el gasto o elevar los impuestos y cualquiera de estas dos vías que se use o la mezcla de ambas, lo que genera en el aparato económico es una restricción para el crecimiento, por lo que pareciera contradictorio que una condición de falta de solvencia que fundamentalmente lo que requiere es crecimiento económico se le imponga estas restricciones de disciplina y lo que van a hacer es disminuir la generación de riqueza de cada una de estas naciones.

Por lo que en el mediano plazo se verá menor crecimiento de toda la Unión Europea como conjunto, pero mucho más agudo en estos países en particular donde se han impuesto las condiciones de disciplina.

Esta misma condición hace que el poder hacer frente a estos requisitos de deuda contraída en años previos se vea alargado porque los países no tienen la cantidad suficiente de recursos en tanto que el crecimiento va a ser menor.

A esto alude el profesor Blanchard para decir que la crisis se va a prolongar por más años.

¿Qué es lo que estos países tienen que hacer para salir de esta condición deplorable? Más allá de la disciplina fiscal, necesitan una serie de cambios estructurales que pasan por un incremento importante de la productividad del trabajo que les permita generar mayor riqueza por trabajador.

Los gobiernos van a tener que trabajar fundamentalmente en proveer la infraestructura en general y las empresas tienen mucho que hacer para implementar mejoras. Estos cambios estructurales no se darán de un año a otro y como requieren reformas profundas implica un lapso mayor. Al menos un horizonte de seis años más.

 

 

 

Los países con más problemas son aquellos que presentan altas tasas de desempleo y los que aparecen en el puntal son Grecia, España, Portugal e Italia.

Si bien se profundiza siempre en los apoyos económicos, parte de la ayuda que podría dar la Unión a estos países en problemas, tiene que ver más con lo que implica una profunda transformación en el trabajo, en incrementar la productividad, en la capacitación del trabajo, en mejoras de los sistemas de educación.

No se puede dejar de lado que cuando surgió la Unión Europea existían diferencias, y poco a poco ha ido avanzado en solucionarlas, pero ahora se enfrenta a cómo homologar los grados educativos cuando existen distintos niveles en los países europeos.

Centralizar las políticas fiscales es un reto porque se parte de realidades distintas, porque precisamente el desarrollo y el tipo de economías es diversa, y parte del conflicto es que una política fiscal homogénea obligaría a todos a llevar a cabo ciertos instrumentos que no necesariamente serían acordes con el tipo de requerimientos del aparato productivo y de la situación macroeconómica de cada uno de los miembros, por eso son parte de las objeciones de algunos países.

Primero se tendría que trabajar en acabar con estas diferencias y después entrar en el tema fiscal, donde se tendría que mantener una estricta vigilancia para que no pase como en Grecia,  donde “el precio del dinero” favoreció maquillar las cifras.

Blanchard plantea la solidaridad de Alemania, y lo que se ve es que en la Unión Europea los países siguen manteniendo su autonomía, y entonces cada uno de ellos que detrás está la población está defendiendo sus estándares de vida y sus intereses económicos particulares como Estado-nación. Hay resistencia porque la población se opone a ser solidaria con otros que no han hecho lo que se esperaba de ellos.