Una guerra económica de 96 MMDD

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El presidente Obama mantiene la guerra económica contra Cuba que crearon sus antecesores desde 1962, y refrenda la prohibición a los países de ejercer su derecho al libre comercio con la isla. Esa política extraterritorial suma pérdidas al país caribeño por 96 mil millones de dólares (cuatro veces su Producto Interno Bruto). Las 10 administraciones estadunidenses han alegado que Cuba utiliza el bloqueo como excusa para justificar el fracaso del régimen socialista. “¡Quítenos el pretexto por un año y verán cómo prosperamos!”, replica desde México el embajador de Cuba

Leinier Ramírez Pérez nació hace nueve meses en Camagüey, Cuba, con una enfermedad del corazón que le resta esperanzas de vida; también padecen ese mal congénito Osdenis Díaz, de 30 meses de edad; Leidy Reyes Blanco, de dos años; Roilán Martínez Pérez, de tres años; Pedro Valle Ros y Osniel Pérez Espinoza, de cinco años, así como los preadolescentes José Luis Sanamé, de 13 años, y Yusmary Rodríguez Márquez, de 12. Todos ellos esperan, en una sala del Cardiocentro Pediátrico William Soler de La Habana, que empresas trasnacionales vendan a ese hospital el fármaco que les permitirá vivir tras ser operados a corazón abierto. Se trata del Prostin (alprostadil) pediátrico que oxigena la sangre y abre el conducto arterial, así como catéteres producidos por los laboratorios Numed, AGA y Boston Scientific, a los que el Departamento del Tesoro les impide, desde abril de 2007, surtir al sanatorio donde esperan esos niños, pues lo clasificó en una extraña categoría: “hospital denegado”. Ésta es la expresión renovada del bloqueo comercial y financiero que Estados Unidos impuso a Cuba hace 47 años, en contrasentido a la política de libre comercio que ese país fomenta a nivel planetario.

Así como la administración de George Walker Bush incumplió la Resolución 63/7 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que en 2008 ordenó a su país levantar el bloqueo unilateral que lanzó desde el 2 de febrero de 1962 contra Cuba, la actual administración de Barack Obama refrendó la guerra económica de su antecesor contra la isla caribeña con su voto del 28 de octubre de 2009. El voto estadunidense en Naciones Unidas de este año ocurre en una coyuntura mundial que le es adversa, pues ese país sufre la peor recesión y crisis financiera de su historia contemporánea, y la unipolaridad que lideró durante el siglo XX se desmantela. Además, la comunidad internacional y muchos empresarios mexicanos manifiestan su interés por realizar transacciones comerciales y financieras abiertas y francas con Cuba, aunque les inhibe el temor a las represalias estadunidenses.

En la lógica de las 10 administraciones estadunidenses consecutivas, los objetivos primarios del bloqueo se encauzaron a destruir los sectores de la salud pública y la alimentación cubanos, señala el documento que el gobierno cubano puso en manos de las 192 delegaciones presentes en la Asamblea General de Naciones Unidas: Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba.

En las páginas de ese informe se explica, por ejemplo, que desde 2003, el Centro Nacional de Genética Médica intenta adquirir un equipo analizador de genes con capacidad de secuenciación automática y de análisis de fragmentos; un equipo imprescindible para estudiar el origen de enfermedades de alta incidencia entre los cubanos que están entre la primeras causas de muerte: cáncer de mama, de colon y de próstata; hipertensión, diabetes miellitus, entre otras. Sólo fabrican este equipo compañías con patente estadunidense, como Applied Biosystem; por ello, Cuba no puede adquirirlo.

También, el balance sobre la extensión del bloqueo durante la administración de Obama indica que Estados Unidos, con criterio extraterritorial, “fortalece los mecanismos políticos, administrativos y represivos” que instrumentan de modo más eficaz y deliberado el alcance de la prohibición para que terceros países –56, de acuerdo con el canciller cubano Bruno Rodríguez– comercien y realicen transacciones financieras con el gobierno de La Habana.

El entramado legal que permite a las cortes estadunidenses extender su alcance por todo el mundo comprende las siguientes normas: la Ley de Comercio con el Enemigo –promulgada en 1917 contra “naciones hostiles”–, cuyo alcance y sanciones prorrogó por un año la administración de Obama en septiembre de 2009. Continúa vigente la Ley de Asistencia Exterior –promulgada en septiembre de 1961–, por la que el Congreso autorizó al presidente mantener “un embargo total sobre el comercio entre Estados Unidos y Cuba”, que también prohíbe otorgar cualquier ayuda al gobierno cubano.

Persiste la Ley de Administración de las Exportaciones –adoptada en 1979–, que permite al presidente controlar las exportaciones y reexportaciones de bienes en tecnología y restringir las exportaciones que contribuyeran “al potencial militar de cualquier país, en detrimento de la seguridad nacional de Estados Unidos”. Sigue en vigor la Ley para la Democracia Cubana –de 1992, conocida también como Ley Torricelli–, que reforzó las medidas económicas contra Cuba y auspicia la extraterritorialidad del bloqueo.

La aplicación en terceros países de leyes estadunidenses impide a compañías subsidiarias de aquel país realizar transacciones con Cuba o nacionales cubanos, con lo que firmas estadunidenses asentadas en México no pueden comerciar con la isla a pesar de que el gobierno mexicano mantiene relaciones diplomáticas de todo nivel con Cuba.

Entre otras restricciones, la Ley Torricelli impide la entrada a territorio estadunidense, durante 180 días, de embarcaciones de terceros países que hubieran tocado puertos cubanos. Esa medida eleva el costo del flete y de los seguros, porque las compañías navieras buscan reponerse de la pérdida económica que les significa el hecho de que sus barcos no naveguen durante casi seis meses.

También perdura la Ley para la Solidaridad Democrática y la Libertad Cubana –conocida como la Ley Helms-Burton, de 1996; aprobada durante el gobierno de William Clinton y que busca inhibir la inversión extranjera con la intención de internacionalizar el bloqueo contra Cuba–. Esta ley limitó las prerrogativas presidenciales para suspender el bloqueo y, al negar la entrada a Estados Unidos de directivos de empresas extranjeras (y a sus familiares) que inviertan en propiedades “confiscadas” en Cuba, amplió su carácter extraterritorial. De igual modo, estableció la posibilidad de demandar a esos empresarios en tribunales estadunidenses.

A la par, están en vigor las regulaciones de Administración de las Exportaciones, amparadas en la Ley de Comercio con el Enemigo y la Ley de Administración de las Exportaciones, entre las que destaca la prohibición de exportar bienes desde Estados Unidos hacia Cuba, con excepción de las licencias emitidas por la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio.

Firmas mexicanas, bloqueadas

El balance de Cuba sobre el efecto, a lo largo de casi 50 años, del bloqueo comercial y financiero en su contra, reitera que esta política “no es una cuestión bilateral entre nuestro país y Estados Unidos”, como cita el informe que revisó Naciones Unidas en su pasada sesión sobre el tema. El documento indica que la “repetida aplicación extraterritorial” de las leyes estadunidenses y la “persecución contra los legítimos intereses de empresas y ciudadanos de terceros países” afectan significativamente la soberanía de muchos otros Estados; así ocurre, por ejemplo, con las sanciones impuestas a empresas estadunidenses y europeas por realizar transacciones con Cuba.

La aplicación de esas normas jurídicas que extienden el bloqueo estadunidense a otros países (extraterritorialidad) también se expresa en México, dice Manuel Aguilera en entrevista con Fortuna. Cita el caso de una empresa de Monterrey (prefiere omitir el nombre) que en la década de 1980 participó en una licitación internacional de asociación económica para desarrollar la telefonía en la isla, y la ganó, aunque se retiró del negocio debido a presiones desde Estados Unidos. “Esa empresa se perdió un buen negocio”. Afirma que su gobierno no culpa a esa empresa, sino al responsable de que muchas empresas del mundo no comercien con Cuba. “El culpable son las distintas administraciones de Estados Unidas” que han mantenido esa política contra Cuba. “Nos hubiera gustado mucho que el negocio fuera de México, porque esa rama ha sido muy exitosa, pero en su lugar, cuando se retiró, correspondió su lugar a una empresa italiana”.

Lo cierto es que las leyes del bloqueo tienen un efecto disuasivo importante, explica el diplomático. Admite que son numerosas las firmas comerciales que no se deciden a hacer negocios con Cuba “ni siquiera a plantearlo”, porque saben que pueden sufrir represalias. Aún así, “y para ser justo”, exclama Aguilera de la Paz, “son muchas las empresas mexicanas que han desafiado el bloqueo y han realizado negocios con Cuba”. Hace ver, igualmente, que las normas, leyes y políticas federales que sustentan el bloqueo, como la Helms-Burton, no pueden ser derogadas por un presidente, “aunque sí tiene facultades ejecutivas para emitir licencias que impidan la aplicación de determinados aspectos de ese bloqueo”.

Si Barack Obama tuviera interés en suprimir el alcance de los efectos más nocivos de esa política, como la persecución a las empresas estadunidenses o de terceros países que buscan hacer negocio con Cuba, podría suspender la prohibición para que barcos que toquen puertos cubanos deban esperar 180 días (seis meses) para tocar un puerto en Estados Unidos, expresa el diplomático. “Esto nos hace mucho daño. El presidente Obama, con sus facultades ejecutivas, podría salvar, aunque fuera de manera temporal, este comercio”, reitera Aguilera de la Paz.

Mientras persisten las prácticas contra el libre comercio internacional alentadas por el bloqueo estadunidense, sigue sin actualizarse el Acuerdo de Complementación Económica entre México y Cuba (firmado en 1985 y reajustado en 2000), que ya no responde a las necesidades del comercio bilateral, según manifestó Odalis Seijo García, vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Cuba en su visita a México en julio pasado.

La funcionaria indicó que la reforma y ajuste de ese acuerdo permitirá el desarrollo demuchas posibilidades en los sectores agrícola, alimenticio, industria ligera, ciencia, tecnología (especialmente tecnología de la información, así como software para servicios médicos), servicios medio ambientales, aves ornamentales, semillas para forraje y café. El potencial para los dos países descansa en rubros como: educación, ciencia y tecnología, que podría tener buen impacto en México.

Algunas de las empresas mexicanas interesadas, presentes en la feria internacional en la que se dio el pronunciamiento de la vicepresidente cubana de la Cámara de Comercio, son: Bycosin; Multivac México; Jar Electrónica Aplicada; Abastecedora de Materiales Eléctricos; Keyson de México; Mangueras Especializadas; RB Export Services; Industrias Vlar; Devox; Comercial Carimex; Grupo Merik; Ryc Alimentos; Amesa; Danfoss Industries; Kola Loka; Expo Mayab; Derivados de Leche La Esmeralda; Helados Sanmy; Máquinas de Coser Díaz y Stemsa; Maderas El Gallo; Sika Mexicana; Conoba Comercializadora; Marvin Internacional; Productos Plásticos de Celaya; y Lubrilab México. Además, el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, la Coordinadora de Fomento al Comercio Exterior del Estado de Guanajuato y el gobierno de Coahuila.

En el verano de 2008, Cuba sufrió el embate de los huracanes Ike y Gustav. Ciudades, enclaves turísticos, reservas naturales y miles de casas resultaron afectadas por los fuertes vientos. Gran parte del territorio quedó destruido. La imposibilidad de importar materiales de construcción baratos y de buena calidad desde Estados Unidos, por las restricciones del bloqueo, harían de ése un mercado potencial para las compañías mexicanas de la construcción.

Objetivo: socavar a una nación

Si desde que triunfó la Revolución Cubana, la isla no hubiese estado sometida a la “brutal guerra económica” de Estados Unidos, el progreso que habría alcanzado Cuba sería enorme, insisten análisis sobre el origen, desarrollo y fortalecimiento del bloqueo.

Joseph Biden, vicepresidente de Estados Unidos, declaró, en el marco de la Cumbre de los Líderes Progresistas (Chile, 28 de marzo de 2009): “Estados Unidos mantendrá el bloqueo como herramienta de presión contra Cuba”.

A pesar de que durante cinco décadas el gobierno cubano desarrolló un sistema de salud cuya calidad es reconocida internacionalmente, miles de pacientes requieren de nuevos medios de diagnóstico, tecnologías y fármacos a los que no tienen acceso por la política de bloqueo. No importa que esos productos y equipos estén disponibles en un tercer país, pues, por la extraterritorialidad que aplica el Departamento del Tesoro, esas compañías de mercados más lejanos se abstienen de vender. Estimaciones oficiales cubanas valoran en 25 millones de dólares las afectaciones al sector de salud pública por esa política, tan sólo en el periodo comprendido entre mayo de 2008 y abril de 2009.

Además, la negativa de visa o la prohibición para que científicos y especialistas cubanos de la salud participen en congresos, simposios, foros o seminarios de carácter especializado en territorio estadunidense impiden la actualización profesional al prohibir la confrontación de las técnicas utilizadas en el tratamiento de distintas afecciones, así como el intercambio de experiencias que, desde la ciencia, es beneficiosa para todos los investigadores.

El informe sobre los efectos del bloqueo contra Cuba señala que el sector salud es el que experimenta los efectos “más crueles” contra los ciudadanos; como ejemplo basta conocer el gran número de solicitudes de compra de equipos y fármacos que quedan sin respuesta. El Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de Cuba solicitó, a través de la empresa Alimport (encargada de gestionar la adquisición de alimentos y productos médicos con firmas estadunidenses), la compra de un equipo para la extracción de electrodos permanentes a la compañía Cook Vascular Inc. Esa solicitud, hasta ahora, no ha sido atendida.

La empresa MediCuba solicitó, también a través de Alimport, la compra de prótesis vasculares a la firma BARD; pinzas para biopsia endomiocardica a la Compañía Cordis, y dispositivos de inflado de uso con catéteres de balón a la Boston Scientific. La institución gestora cubana sólo obtuvo una respuesta: la negativa de Bard, indicándole que no podía cotizarle el producto que deseaba por las leyes del bloqueo. De igual modo resultó afectado el Sistema Integrado de Urgencias Médicas cuando el gobierno estadunidense prohibió a la Caravana Pastores por la Paz donar a Cuba tres ambulancias, cuyo costo en el mercado de segunda mano es de 24 mil dólares por unidad.

La incidencia extraterritorial del bloqueo en el sector salud es manifiesta en el caso de la firma holandesa Philips Medical, que se niega a suministrar las piezas de repuesto de los equipos que ya le compró Cuba, obligada a hacerlo a través de terceros países con el notable encarecimiento de los costos. También, la firma japonesa Hitachi se niega a vender a Cuba un microscopio de transmisión electrónica para Anatomía Patológico, alegando las regulaciones del bloqueo, por lo que debe buscar alternativas más caras. Finalmente, está el caso de la empresa no estadunidense Toshiba, que se niega a vender a Cuba equipos de alta tecnología, como la Cámara Gamma (para estudios con isótopos radiactivos en medicina nuclear), invocando las restricciones del bloqueo.

En el sector de telecomunicaciones, el entramado del bloqueo impide otorgar licencias para que empresas estadunidenses amplíen determinadas operaciones para posibilitar las comunicaciones telefónicas; incluso, el servicio postal entre las dos naciones está suspendido.

El sector alimentario, el de vestido y la confección, así como el energético, le están vetados a Cuba desde el territorio estadunidense. Bajo esas condiciones, ese país optó por establecer vínculos comerciales con otros países latinoamericanos en el marco de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, para integrar su economía con la de Venezuela, Nicaragua, Honduras, Bolivia y Dominica, así como con los observadores Paraguay y Ecuador.

Aun así, las autoridades cubanas vuelven su mirada al empresariado mexicano. Su proximidad geográfica y la incertidumbre por los mercados estadunidenses y de otras latitudes que sufren a casi un año de crisis económica y financiera global hacen de sus empresas pequeñas y medianas una fuente interesante de bienes y servicios para Cuba.