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Desde el 2018, el 23 de agosto es considerado el Día Internacional del #Hashtag, aunque su primera aparición fue en el 2007.
Esta manera, ahora común, de reunir los contenidos relacionados con algún tema particular dentro las distintas redes sociales, surgió de manera espontánea del usuario Chris Messina quien buscaba crear una especie de ‘grupo’ entorno a un tema particular.
Pero no fue hasta dos años después que Twitter oficializó el uso del #Hashtag agregándolo como una de las funcionalidades de la plataforma, el resto es historia.
Así surgieron los trends o trending topics, dando un vuelco a la forma en que medimos la popularidad, la aceptación y el rechazo.
El poder de lo viral
El uso del gato -cómo también se le conoce-, ha servido para visibilizar distintos temas y acontecimientos, buenos y malos; ha ayudado a organizar movimientos sociales y a generar cambios políticos. También ha reivindicado personajes y cancelado otros.
Las marcas no han quedado fuera de esto, tanto en lo positivo como en lo negativo.
Y por supuesto, mediante un #Hashtag han querido alcanzar el codiciado trending topic con alguna campaña. Sin embargo, es más fácil que lo logren por algo negativo y caer en crisis.
El etiquetar los contenidos emitidos en las redes sociales facilita crear y detectar temas.
Esto permite que los usuarios conformen de manera orgánica comunidades más amplias donde ya no solo conversan sobre intereses particulares, si no que debaten y confrontan sus puntos de vista.
Una vez que se comparte un contenido y se empiezan a sumar voces, el control sobre la narrativa se pierde.
El reto de incidir
Si bien, desde el punto de vista del marketing las redes sociales son una maravilla por el grado de segmentación que se puede alcanzar versus el costo.
Para los encargados de la comunicación corporativa, las conversaciones presentes en las redes sociales son un reto para la gestión de la reputación.
El problema radica en la cantidad de frentes abiertos, donde el alcance de los propios activos digitales no necesariamente abarca lo suficiente o le llegan a quien debería o peor aún le interesen a la audiencia.
No obstante, para poder incidir en la conversación hay que conocer a las comunidades más allá de los Hashtags que puedan usar sobre la marca.
Qué dicen de la marca, empresa o tema relevante, en qué contexto lo dicen y en qué tono; también identificar los actores e influenciadores dentro de estos grupos, así como aquellos perfiles con autoridad en el tema.
Teniendo esta información desmenuzada se pueden establecer las acciones necesarias que contribuyan y nutran narrativas favorables y/o contrarresten desinformación y contenidos malintencionados.
Hasta hoy, no existe fórmula probada para el éxito en la gestión de las comunidades, pero comenzar por monitorearlas y analizarlas, vía etiquetas o keywords, es un buen paso para entender el entorno conversacional de una marca.