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Hace casi una semana, el presidente López Obrador anunció que el gobierno de Tayikistán compró el Avión Presidencial Boeing 787-8, un modelo que ha estado bajo diversas pruebas e investigaciones por parte de la propia empresa y de autoridades de aviación, llegando incluso a la suspensión de actividades en otoño de 2020 por defectos de calidad: brechas muy pequeñas en las uniones en los fuselajes de compuesto de carbono.
Boeing presentó a su 787 Dreamliner como el futuro de la aviación: un avión de pasajeros de tamaño medio con una eficiencia energética sin precedentes, capaz de utilizar 20% menos combustible que cualquier otro avión de su tamaño.
Sin embargo también en 2013, tras varios reportes de incidentes con este modelo, países como Japón y Estados Unidos suspendieron todos los vuelos del Dreamliner y la empresa se comprometió a trabajar con la Agencia Federal de Aviación de EE.UU (FAA) para “buscar respuestas lo más rápido posible”, dijo entonces su presidente Jim McNerney, en un comunicado.
¿Cómo un Boeing 878 se convirtió en el avión presidencial en México?
En un comunicado fechado el 14 de enero de 2016, la oficina de presidencia de Enrique Peña Nieto informó, entre otras cosas, que el equipo fue adquirido por la administración de Felipe Calderon con un descuento de 42.7% por tratarse de uno de los primeros aviones B 787-8 en fabricarse y adquirirse a precio de flotilla.
En este sentido, Airways Magazine confirmó que este era uno de los seis primeros aviones de prueba de Boeing; los tres primeros fueron enviados a museos y exhibiciones y la propia empresa reconoció que “no tenían valor comercial” por “la cantidad excesiva de trabajo y las modificaciones únicas y extensas” que requerían,
Al no contar con compradores, el cuarto y el quinto fueron descartados en 2016 por el fabricante y su costo fue absorbido por la empresa. El sexto fue el que México adquirió y bautizó como Jose María Morelos y Pavón.
De acuerdo con el comunicado de 2016, la Sedena evaluó que el B787-8 ofrecía las mejores condiciones de desempeño entre las que destacaban:
- Mayor autonomía de vuelo, tanto en despegues desde la Ciudad de México como a nivel de mar
- Un alcance de 13,900 kilómetros, lo que le permitía volar sin escalas a cualquier destino de los continentes Americano, Europeo, Africano en su región noroccidental, así como algunos de la parte oriental y occidental de Asia y de la parte oriental de Oceanía
- Consumía hasta 20% menos combustible que otros aviones de su categoría;
- Producía 60% menos contaminación sonora que aviones similares
- Sistemas de navegación, aproximación y aterrizaje utilizando medios terrestres, satelitales y autónomos, que permitían la realización de rutas con mayor precisión y en toda condición atmosférica, lo que incrementaba la seguridad y confiabilidad en la operación
- Su fuselaje estaba construido principalmente de materiales compuestos (fibra de carbono) lo que ofrecía menor peso y mayor resistencia al desgaste y a la corrosión
- Que su diseño aerodinámico disminuía el efecto de la turbulencia en vuelo.
- Estaba equipado con motores General Electric de última generación diseñados para volar 20,000 horas o 16 años antes de su primera revisión mayor
- Que podía operar en el 92 % de los aeropuertos nacionales en los que se ha utilizado el “Presidente Juárez”.
Pero, dado que la fecha de entrega estaba condicionada a la realización de las últimas pruebas y a la certificación del equipamiento interior por parte de la Federal Aviation Administration de los Estados Unidos (FAA), el gobierno mexicano tuvo a su disposición la aeronave hasta el 03 de febrero de 2016.
Ya con el avión en su poder, el gobierno de Peña Nieto solicitó un estudio de mercado a la consultora aeronáutica británica Ascend, el cual fue entregado en 2015. Dicho estudio fue encargado porque el gobierno de México deseaba “explorar la opción de vender la aeronave” debido al descontento y los cuestionamientos que causó por parte de la población.
Durante el mandato de Peña Nieto, la aeronave realizó 214 operaciones y acumuló 600,000 kilómetros de vuelo. Su último viaje fue a la Cumbre del G20 en Buenos Aires, del 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2018.
El estudio realizado por Ascend advertía que al tratarse de una aeronave que fue empleada para pruebas la probabilidad de venta y valor comercial eran reducidos. Así, fue que el B-787-8 se vendió hasta hace un par de días al gobierno de Tayikistan en, aproximadamente, 92 millones de dólares.
La diferencia entre el precio de compra y el precio de venta se debe, según el presidente, a varios factores que influyeron en su depreciación, entre ellos que las primeras evaluaciones que se realizaron después de que se concretara su venta al Gobierno de Tayikistán revelaron que el aparato traía una falla de origen.
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