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Si bien desde principios de este siglo México presentó el promedio de mujeres legisladoras más alto que el promedio mundial y de América Latina, en poco más de 7 años, las cuotas de paridad explican el destacado avance del indicador
México no ha tenido una presidenta aún, pero las encuestas de intención de voto para relevar la Presidencia de 2024 sugieren que hay al menos cinco precandidatas con posibilidades reales de competir, asevera la dirección de estudios económicos de Citibanamex en un análisis especial sobre el 8M.
Claudia Sheinbaum (Morena), Claudia Ruiz Massieu (PRI), Lilly Téllez, Margarita Zavala y María Eugenia Campos (PAN) son las 5 mujeres que los mexicanos ya identifican como precandidatas de sus respectivos partidos, indica.
“México atraviesa por un período de sensible ampliación en la participación de la mujer en la política”.
“Esto constituye una gran oportunidad para transformar la participación numérica en un cambio sustantivo a partir del cual haya más mujeres autónomas y comprometidas con la solución de las causas de atraso, marginación y violencia que sufre su género, pero también con la aspiración general de progreso de hombres y mujeres”, destaca el análisis de Citibanamex, elaborado por Nydia Iglesias con la colaboración de Carlos Varela.
El informe arroja que hace más de un siglo que las mujeres comenzaron a activarse colectivamente para defender sus derechos a votar y ser votadas, y que hoy ese logro está garantizado en casi todo el mundo.
“Pero el siguiente reto, el de llegar efectivamente a los cargos de elección popular que operan los aparatos políticos, aún muestra rezagos importantes”, advierte.
Avances ¿por cuotas?
La mayor parte de los países del mundo ha legislado esquemas de cuotas electorales de género y paridad para acelerar la incorporación de la mujer a los espacios de toma de decisiones colectivas, especialmente en los Parlamentos.
Esos mecanismos han derivado en aumentos significativos de la presencia de mujeres legisladoras en países donde persisten barreras estructurales para el desarrollo de la mujer sobre bases de igualdad con el hombre. Pero su alcance tiene límites.
Si bien desde principios de este siglo México presentaba un promedio de mujeres legisladoras más alto que el promedio mundial y también que el de Latinoamérica, pero que también es claro que las cuotas de paridad explican el destacado avance del indicador en poco más de siete años.
La piedra de toque del poder político es el derecho de elegir a quien(es) toma(n) decisiones por los demás, es decir a los representantes, y el derecho a ser elegido/a como representante, o sea el derecho a votar y ser votado/a.
Sólo a partir de la concepción occidental moderna del individuo como un ser crítico, racional, con voluntad propia y derechos iguales frente a la ley, comenzó a concebirse la posibilidad de que la mujer participara de la política, refiere el estudio.
Ese sistema de ideas que cimentó la noción del Estado que relevó a los reyes como representantes por derecho divino, también colocó los principios de libertad e igualdad como premisas de la interacción social.
Pese a que los movimientos del sufragio universal y la democracia liberal, es decir la francesa y la estadounidense, ocurrieron hacia finales del siglo XVIII, la ampliación del voto a las mujeres se produjo mucho después y muy lentamente.
Las pioneras en ese reclamo fueron algunas sajonas y las escandinavas, en países como Nueva Zelanda (1893), Australia (1901), Finlandia (1906), Noruega (1913) y Dinamarca (1915).
Luego, las profundas transformaciones sociales que la Primera Guerra Mundial impuso ya entrado el siglo XX explican en buena medida la gestación de movimientos sufragistas, sobre todo en Europa: en Gran Bretaña (1918), Alemania (1918), Países Bajos (1918), Polonia (1918), Rusia (1918), Austria (1918), Bélgica (1919).
Estados Unidos reformó su constitución en 1920 para autorizar el voto de la mujer, pero no el de todas, por mucho tiempo se impusieron condicionantes de raza, estatus marital, nivel educativo y edad y estas restricciones fueron después comunes en muchos países.
Después de la Segunda Guerra Mundial y con la creación de la Organización de Naciones Unidas, esa agenda recibió un impulso internacional estructural, que dio lugar al avance más significativo del sufragio femenino.
“En México, la constitución reconoció el derecho de las mujeres al voto en 1953. Hoy, la mujer tiene ese derecho formal en 194 países del mundo y, de acuerdo con un estudio sobre patrones de voto realizado por el International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA), las mujeres son tan o más participativas que los hombres en la política electoral”, refieren Nydia Iglesias y Carlos Varela.
Mexicanas y voto
Mientras que el promedio mundial de participación electoral ha tendido a declinar desde 1945, al pasar de 78% a 66% en 2016, en 21 de los 58 países considerados por el estudio de IDEA, a lo largo de ese período las mujeres han desarrollado tasas más altas de participación electoral que los hombres (Solijonov, 2016)).
México es un caso destacado. Aquí la tasa de participación de las mujeres en comicios federales, al menos en lo que va de este siglo, ha sido consistentemente más alta que la de los hombres, en promedio por 7.8 puntos porcentuales según un estudio realizado por la Comisión de Organización Electoral del INE sobre el tema.
En la elección federal legislativa del 2021, del 62.3% del electorado nacional que acudió a votar, participaron 66.2% de las mujeres y 58.1% de los hombres.
En todo caso, es claro que la mujer ha conquistado el derecho a votar y ser votada en la mayor parte del planeta, y que ha dado muestras de su interés en ejercer ese derecho con la misma intensidad, y hasta más, que los hombres.
El siguiente plano de activación política es el de la tasa de llegada de las mujeres a los cargos de elección popular que operan los aparatos políticos en la mayor parte del mundo, señala el estudio.