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La cartera a cargo de Marcelo Ebrard busca captar la mayor IED para la conversión eléctrica de la industria automotriz y bajar el costo del espectro es
uno de sus principales metas.
Hace pocas semanas, la dirección de Impulso Económico Global de la Subsecretaría para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), presentó un documento de casi 200 páginas bajo el título de “Grupo de Trabajo para la Electrificación del Transporte México – Estados Unidos”, un white book exhaustivo que realizaron en alianza con la Universidad de California (UCLA) para poner en contexto los retos que involucra el impulso global hacia la electrificación de todos los vehículos, la oportunidad que representa para nuestro país (principal proveedor automotriz de Estados Unidos y el cuarto mayor exportador del planeta).
El reporte enumera todos cambios de infraestructura pública, capacitación de personal y aceleración de procesos burocráticos a poner en marcha para quedar a la vanguardia en un mercado valuado para 2030 en 190,000 mdd, según publicó recientemente la Agencia Internacional de Energía (IEA).
“Hay que prepararnos para el estrés geopolítico que involucra este enorme cambio, que impulsan los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea. Nos encontramos ante una oportunidad única”, dijo el propio canciller Marcelo Ebrard ante un amplio grupo de dirigentes del sector, directivos de la industria, cámaras empresariales y miembros de la academia.
Ese ‘estrés geopolítico’ está impulsado por las tensiones cada vez más irreconciliables entre Estados Unidos y China y la presión de organismos multilaterales por disminuir los daños al medio ambiente que genera la industria y los vehículos de combustión.
Nuestro vecino del norte -y principal socio comercial- anunció que para 2030 quieren que 3 de cada 10 vehículos que circulan en el país sean eléctricos con lo cual 50% de las ventas de unidades nuevas deberán ya ser de este tipo de unidades. Rápidamente, las grandes marcas de vehículos lanzaron su planes de reconversión y en ese punto México es un jugador privilegiado.
Gracias a la presencia en nuestro país de casi todas las armadoras internacionales (así como su red de proveedores de Tier 1, 2 y 3) y a los altos estándares de calidad y productividad y sin olvidar el nearshoring, sería un error desaprovechar esta oportunidad de cambio de paradigmas en la industria.
Para poner en contexto el peso de este sector en nuestra economía, la industria automotriz representa 3% del PIB total nacional y 16% del PIB manufacturero. Somos ya el séptimo mayor fabricante de vehículos del mundo y solo el año pasado recibió casi 5,400 mdd en IED.
No solo se trata de electricidad
El impulso global hacia la electrificación de todos los vehículos desata una serie de cambios de ‘talle’ en este sector en nuestro país.
Para tener una radiografía clara de dónde estamos y hacia dónde debemos enfocar los esfuerzos públicos y privados, este reporte sumó también datos, estudios y análisis de 7 universidades mexicanas, 15 terminales automotrices instaladas en nuestro país, a la CFE, la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Económico y del lado estadounidense, además de la UCLA, al Departamento de Estado, el Departamento de Transporte y el de Energía.
El documento se divide en tres bloques sobre lo que se necesita para subirse a este proceso de acelerado crecimiento e impulso:
- innovación y desarrollo en el sector automotriz eléctrico,
- innovación en economías circulares de reciclaje y disposición de baterías, y
- innovación y recursos humanos especializados.
Pero si bien hay un enorme capítulo dedicado a la generación de energías limpias, a la producción, uso y manejo de baterías de litio, hubo un nuevo jugador en esta cruzada: el sector de las telecomunicaciones.
“La producción de vehículos eléctricos requiere de una mayor digitalización de toda la cadena productiva. Esto impulsa la digitalización y la implementación de la red 5G”, afirma el documento. Toda la cadena involucrada en el sector automotriz, desde Tier 3 (proveedores de materias primas), Tier 2 (autopartes), Tier 1 (componentes) hasta las armadoras hicieron hincapié en la necesidad de ampliar y mejorar toda la infraestructura digital. “En este nuevo ecosistema de la movilidad, el desarrollo de vehículos autónomos y los servicios interconectados dependen de las redes digitales. La red 5G permitirá conectar cien veces más dispositivos, lo cual podrá habilitar el internet de las cosas masivo, lo que supone un millón de objetos conectados por kilómetro cuadrado”, especifica el reporte de la SRE y la UCLA.
En la medida que el vehículo eléctrico sea “más inteligente”, la interrelación entre estas dos industrias (automotriz y telecomunicaciones) será mayor, tanto para los fabricantes como para los usuarios. “En este sentido, a través de las entrevistas intermedias con expertos de telecomunicaciones se identificaron dos obstáculos para la adopción de la red 5G: el despliegue de infraestructura y el costo del espectro”, agrega el documento.
¿Por qué importa este tema? Por que es un ‘insumo’ de alto costo, versus el resto de los países de la OCDE (casi el doble que Estados Unidos y Alemania) e incluso por encima del resto de Latinoamérica.
El costo del espectro, una demanda que siempre impulsaron las empresas de telefonía para poder ser más competitivos y que bajen las tarifas a los usuarios finales ahora puede ser un factor que juegue a la hora de la instalación de proveedores de la nueva Industria 4.0.
Cada año, en el Presupuestos de Egresos de la Federación, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público decide (con fórmulas propias, más enfocadas en aumentar la recaudación que en ampliar la cobertura) el costo del uso de este espacio en el éter que es el costo más alto de las empresas de telecomunicaciones en nuestro país. Tanto que fue la razón por la cual Telefónica devolvió su ‘porción’ y usa el espectro de AT&T México porque jamás pudo dar resultados negros desde México, bajo la sombra del gigante creado por Carlos Slim.
Pero hoy, la industria que más impulso ha dado a nuestro país en la recuperación post pandemia puede ser finalmente la llave que encienda el motor de la competencia digital que nunca lograron los grandes players de las teleco.