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En los últimos meses, el precio de los alimentos registró una tendencia alcista y expertos en el tema auguran que esta situación continuará debido a un crecimiento moderado de la producción, causado sobre todo por los severos cambios climáticos, y el aumento de la demanda de la población.
Este incremento en los precios de los alimentos lleva al cambio de conducta de los consumidores, que reducen sus gastos en otros conceptos como por ejemplo en entretenimiento o salud.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante septiembre el índice de precios de los alimentos aumentó 4.68% anual, tasa superior a 3.14% anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
En octubre, el costo de la canasta básica subió 1.60% y 4.18% en forma anual, mientras el INPC se ubicó en 3.20% anual, según datos del INEGI.
Los productos con mayores precios en los primeros días de octubre fueron la electricidad, la gasolina, el gas doméstico, la carne de res, la cebolla y la tortilla de maíz, así como los precios ofrecidos en loncherías, fondas, torterías y taquerías.
Aunque durante octubre, los precios de algunos productos agropecuarios registraron bajas, como el aguacate, la naranja y el tomate verde.
En el breve plazo no se avizora baja en los precios de los alimentos, ya que la Secretaría de Agricultura explica que la disminución en la producción de frijol, el maíz y otros básicos, debido a las heladas adelantadas y a la sequía en algunas regiones del país, llevará a la importación de productos para el consumo nacional.
Las heladas registradas en septiembre en Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Veracruz y parte de Oaxaca provocó la pérdida de aproximadamente un millón de hectáreas de maíz, trigo, frijol, cebada, hortalizas y forrajes. En tanto, que las prolongadas sequías en el norte del país ha ocasionado que algunas presas se encuentren a una capacidad inferior a 30%, que resulta insuficiente para las necesidades de riego de los cultivos.
Al considerar la importación de productos básicos hay que tomar en cuenta que a nivel internacional los alimentos también se han encarecido. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre 2000 y 2011, el precio de los alimentos creció aproximadamente 150%. Debido sobre todo a eventos relacionados con el clima, como sequías e inundaciones y la creciente demanda de alimentos de países emergentes.
Un estudio de la Organización y Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) y la FAO, sobre las Perspectivas de la Agricultura 2011?2020, prevé un aumento de 20% en los precios del maíz y de 15% del arroz, comparado con la década anterior.
Para el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), de la Cámara de Diputados, los precios internacionales de los alimentos afecta la seguridad y accesibilidad alimentaria del país, y sobre todo de las personas de menores ingresos y hace referencia a la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares 2010 (ENIGH) del INEGI, donde se establece que 10% de los hogares más pobres gasta aproximadamente 66% de sus ingresos en alimentos, bebidas y tabaco, mientras que 10% más rico lo hace sólo en 13%.
El encarecimiento de los productos y la poca confianza de la población de que la situación mejorará a corto plazo ha llevado al cambio en el consumo.
Un estudio de TNS Research International indica que dos de cada cinco mexicanos considera que su situación económica actual empeoró respecto a la que tenía hace un año. Los encuestados explicaron que entre las principales acciones que realizan para reducir sus gastos es bajar las actividades de entretenimiento y costos de salud, además del cambio de marcas de los productos por unas de menor precio.
Ante la previsible volatilidad en los precios de los alimentos, aumentan los riesgos de vulnerabilidad de la amplia mayoría de la población mexicana que se ubica en niveles de pobreza, por lo que se hace necesario establecer políticas públicas que redunden en mayores inversiones en el campo y mejores condiciones para los productores, así como la reducción en los precios de los energéticos, que sin duda afectan en los precios de distribución y en consecuencia en el precio final al consumidor, según el CEFP.
Patricia Pazarán