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En los próximos años escucharemos con mayor frecuencia noticias sobre la aparición de epidemias ocasionadas por bacterias ya conocidas o quizá nuevas cepas de ellas. Sobre las mutaciones provocadas por el ambiente y sus efectos hay poco que podamos hacer, sin embargo, debemos estar preparados para afrontar funestas consecuencias si no hacemos un uso más racional de los antibióticos con los que contamos actualmente.
“El mundo se está dirigiendo hacia una era post antibiótico en la que muchas infecciones comunes ya no podrán curarse y, una vez más, comenzarán a matar con toda su fuerza”, expresó Margaret Chan, directora general dela Organización Mundialdela Salud(OMS) en abril pasado.
El organismo asegura que la resistencia antimicrobiana (RAM) se está convirtiendo en un problema cada vez mayor y se requieren medidas urgentes para evitar el regreso a una era previa a la aparición de los antibióticos. En un intento por evitarlo,la OMSemitió un paquete de políticas sugiriendo que todos los países lo adoptaran: 1) comprometer a los gobiernos, la sociedad civil y la comunidad médica en planes de envergadura nacional para crear conciencia y definir políticas y acciones contrala RAM; 2) reforzar la vigilancia y la capacidad de los laboratorios; 3) garantizar el acceso ininterrumpido a medicinas esenciales de calidad asegurada; 4) regular y promover el uso racional de medicamentos; 5) mejorar el control y la prevención de las infecciones, y 6) promover la innovación, investigación y desarrollo de nuevas herramientas para el tratamiento de las enfermedades.
Uno de los principales retos es concientizar a la sociedad de las consecuencias de provocar, mediante el uso inapropiado e irracional de los antibióticos, una resistencia en las bacterias. Éstas, al igual que cualquier otro organismo vivo, se adaptan a las condiciones de su medio permitiendo la supervivencia de las más aptas y evolucionando en el proceso. Uno de estos organismos, combatido de una manera inapropiada puede desarrollar una resistencia al tratamiento habitual y transformarse en lo que los científicos llaman una súper-bacteria.
En el futuro inmediato tenemos la certeza de que los virus y las bacterias mutarán de acuerdo con los cambios en su medio. Aquellos que sean más aptos para la supervivencia serán los que logren reproducirse y que continuarán poniendo en jaque a la investigación clínica. La gripe común podrá ser mucho más virulenta y peligrosa como lo fue con la influenza humana A (H1N1( vista en México en 2009; la bacteria E. Coli se presentará de una manera más agresiva como lo hizo en Alemania con el brote entero hemorrágico que –hasta la segunda semana de junio- causó la muerte de 35 personas.
Y, al final, varias de las grandes preguntas son: ¿Cómo lidiaremos con los cambios imprevisibles en los agentes patógenos que están por venir? Quizá la respuesta esté en encontrar la mezcla exacta entre los apoyos a la investigación médica, el acceso a los medicamentos de última generación para todos los ciudadanos y el esfuerzo adicional que como sociedad debemos hacer para garantizar la salud pública universal.
*Especialista en temas internacionales