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El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer el peor balance sobre la economía estadounidense que se haya conocido para una etapa teóricamente de recuperación, en el que recomienda, entre otros puntos, resolver de inmediato el asunto de la deuda, así como mantener cautela en el retiro del apoyo macroeconómico.
La economía de Estados Unidos, tras haber sufrido la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, sigue recuperándose con la ayuda de políticas macroeconómicas de apoyo. La política monetaria sigue siendo muy laxa, con tasas de política cercanas a cero y una expansión significativa del balance de la Reserva Federal. La política fiscal proporcionó un importante estímulo a la demanda en 2009–2010, pero el impulso fiscal correspondiente al actual ejercicio fiscal probablemente se aproximará a cero.
Agrega que, el sistema financiero continúa fortaleciéndose, pero para algunos segmentos las condiciones crediticias siguen siendo restrictivas. Los hogares han seguido reparando sus balances en medio de la persistente caída de los precios de la vivienda y altas tasas de desempleo, que han frenado el consumo, mientras que la actividad en el sector de la construcción continúa deprimida.
Pese a un crecimiento sin precedentes de las utilidades y a condiciones de financiamiento favorables para las grandes empresas, el gasto y la contratación por parte de las empresas siguen siendo relativamente débiles, señala el FMI.
Considera que el crecimiento del PIB se desaceleró de 2.75% (tasa anual desestacionalizada) en el segundo semestre de 2010 a poco menos de 2% (tasa anual desestacionalizada) en el primer semestre de 2011, debido, entre otras cosas, al impacto del alza de los precios del petróleo y varios otros factores pasajeros.
En cuanto al déficit en cuenta corriente de Estados Unidos, explica que en general se ha desplazado lateralmente, ya que los mayores precios del petróleo han anulado los efectos de la fuerte demanda externa y la depreciación del dólar. En general, el lento ritmo de la recuperación es acorde a lo ocurrido a escala internacional en casos anteriores tras crisis financieras e inmobiliarias.
Las perspectivas apuntan a un crecimiento continuo pero modesto, advierte el Fondo. La atonía de la demanda privada interna implica que la capacidad ociosa en la economía sigue siendo elevada: en concreto, la tasa de desempleo ha descendido solo de forma moderada con respecto al máximo registrado recientemente. Por lo tanto, las presiones inflacionarias probablemente permanecerán contenidas, pese al reciente repunte de la inflación subyacente. Los riesgos son elevados y se inclinan a la baja, sobre todo los derivados del mercado de la vivienda y las posibles perturbaciones en los mercados financieros mundiales a raíz de la crisis soberana en Europa.
En lo que respecta a los acuerdos políticos, señala el organismo internacional que el ejecutivo y las autoridades legislativas han presentado propuestas de ajuste fiscal a mediano plazo, por lo que confía en que las negociaciones en curso puedan hacer que la política fiscal entre en una etapa de consolidación para corregir su trayectoria insostenible.
En cuanto al sector financiero, se está retirando el apoyo financiero oficial proporcionado durante la crisis y se está poniendo en práctica la ley de reforma de la supervisión y la regulación financiera. Concretamente, el Comité de Supervisión de la Estabilidad Financiera (Financial Stability Oversight Committee, FSOC) ha intensificado sus actividades y se están aprobando numerosas reglas. Sin embargo, reconoce que hay muchas cuestiones que aún están por definir, particularmente en aspectos concernientes a las instituciones financieras de importancia sistémica y la coordinación internacional.
Frente a este panorama, señala el FMI, que teniendo en cuenta la brecha del producto, que aún es amplia y los riesgos a la baja que pesan sobre las perspectivas, especialmente los posibles efectos de contagio provenientes de los mercados financieros europeos, la recomendación es tener cautela a la hora de retirar el apoyo macroeconómico.
Además hace hincapié en la necesidad de elevar sin demora el tope de la deuda federal y de forjar un acuerdo en torno a las características específicas de un plan integral de consolidación a mediano plazo.
Una vez que se cuente con un marco plurianual creíble y bien definido, agrega, el ritmo de reducción del déficit a corto plazo podría adaptarse en mayor medida a la situación cíclica.
De igual manera, insta a las autoridades de Washington a mantenerse alerta ante la evolución de la inflación y a responder con determinación con medidas de política cuando corresponda. Ya que considera que, cuando las condiciones justifiquen un repliegue monetario, una reducción gradual de las tenencias de activos, comunicada de manera clara, sería una primera medida esencial.
Por otra parte, señala que es necesario desplegar nuevos esfuerzos para resolver los problemas en los mercados inmobiliarios y de trabajo. “La aplicación de medidas para mitigar las ventas en situaciones problemáticas y facilitar la modificación de los préstamos ayudaría a estabilizar los precios de la vivienda, acelerando al mismo tiempo la reforma de las empresas hipotecarias semipúblicas”.
Estados Unidos –agrega–, puede contribuir de manera significativa al crecimiento y la estabilidad mundial, entre otras formas, elevando la tasa de ahorro interno, sobre todo mediante la consolidación fiscal y, además, fortaleciendo la regulación y la supervisión del sector financiero.