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Las remesas que los compatriotas mexicanos en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, envían de vuelta a sus lugares de origen ya suponen hasta el 3,8 del PIB mexicano, un acontecimiento que como casi todo tiene una explicación multifacética que trataremos de desentrañar.
La aportación crece en importancia tras el desplome del PIB
Con una caída del PIB cercana al nueve por ciento, es normal que la importancia de las remesas crezca en su conjunto, pero aún así, según el BBVA, el monto total de las remesas ha crecido, ya que alcanzó el pasado año los 39 500 millones de dólares, cuando en el 2019 el total de dinero que enviaron los mexicanos emigrados de vuelta a familiares y amigos fue un 8,4 por ciento menor. En conclusión, la caída del PIB amplifica en parte la importancia de las remesas en el PIB, pero también es cierto que la cifra total enviada vía remesas ha subido, y para que el porcentaje de las remesas en el PIB nacional perdiera importancia nuestra economía tendría que haber crecido en la misma proporción, pero ha ocurrido todo lo contrario.
Los estímulos lanzados por el gobierno americano alcanzan el sur del Río Grande de forma indirecta
Los billonarios planes de estímulo aprobados por el gobierno de Trump -y que muy previsiblemente se verán corregidos y aumentados por la entrante administración Biden- en parte han ido a parar a las empresas, pero en parte han caído directamente en los bolsillos de la clase trabajadora, clase que en un porcentaje no pequeño está formada por trabajadores mexicanos -antes del coronavirus más del 97 por ciento de los emigrantes mexicanos tenían como destino los Estados Unidos-. A falta de ver al Presidente Biden en acción, tenemos su programa electoral disponible, en el cual se puede leer que el gobierno federal brindará a los gobiernos estatales, locales y tribales el soporte económico necesario para que los trabajadores esenciales -servicios de emergencias, personal docente…- no tengan que ser despedidos por falta de fondos, se pondrán en marcha paquetes extraordinarios con el fin de que la mayor cantidad posible de pequeñas y medianas empresas vuelvan a funcionar lo antes posible y no terminen por cerrar de forma definitiva, y se ampliarán así mismo los seguros por desempleo, ya que la imposibilidad de una reactivación total por culpa del coronavirus ha llevado a que no pocos desempleados hayan consumido una prestación pensada como transición entre un trabajo y otro. Es decir, la máquina de imprimir dólares va a estar funcionando a pleno rendimiento durante los próximos meses e incluso años, y estos dólares que han venido a sustituir a otros ingresos han terminado y seguirán haciéndolo en parte en México, aunque gracias al buen desempeño del peso en el mercado del forex dichos dólares valen cada vez menos pesos aquí.
El peso continúa por la buena senda, aunque no todo son ventajas
Ya sea porque se opera mediante CFDs con el par exótico USD/MXN (teniendo presente el doble filo que supone la volatilidad del Forex y en especial de los pares exóticos que además presentan menos liquidez, y los elevados riesgos de operar apalancado), porque se está en el negocio de la importación o porque simplemente se es un ciudadano residente en México, el final del 2020 deja como nota positiva el buen comportamiento del peso con respecto a la divisa fuerte por excelencia, el dólar estadounidense -aunque para el inversor que opere vía CFDs no sea tan importante la tendencia que siga el par, sino la capacidad de colocarse a su favor-, que ha sabido recuperar gran parte del valor perdido, al contrario de lo que ha ocurrido con otras monedas latinoamericanas que no han demostrado tener la misma flexibilidad que la moneda mexicana.
Pero por otra parte también quiere decir que los dólares que llegan se cambian cada vez por menos pesos -como decíamos unas líneas antes-, lo cual puede ser un problema para aquellos que dependen de las remesas, lo cual como hemos visto parece que es cada vez más gente, y es que el coronavirus no solo ha dejado víctimas mortales, sino que también ha devuelto a la casilla de salida a un sin número de mexicanos, y la vuelta a la normalidad no será ni rápida ni fácil.