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En febrero pasado, la cartera vigente otorgada por la banca comercial a empresas mantuvo su ritmo de desaceleración, al crecer a una tasa nominal de 5.4% (1.7% real) respecto a igual mes de 2019, para continuar la tendencia ya marcada en enero, de +5.3%.
Estas cifras se colocan lejos del ritmo de crecimiento que sostuvo a lo largo de 2018 y en la primera parte de 2019, con tasas de dos dígitos. En febrero de 2019, la tasa de crecimiento nominal de este tipo de créditos creció 10%, de acuerdo con cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
El financiamiento a la empresa privada por parte de la banca comercial representa el 57% del saldo de crédito total otorgado al Sector Privado no Financiero, por lo que el desempeño de este segmento marca en gran medida la pauta del dinamismo observado en el crédito total.
Sin embargo, ante el entorno, expertos no descartan que en el corto plazo exista un repunte en la tasa de crecimiento del crédito bancario corporativo, por las presiones que impone la crisis desatada por el Covid-19 a las empresas.
Una de las razones sería el uso de líneas de crédito que usarían las empresas para atender las necesidades inmediatas de liquidez, pero también por el impacto en la valuación del tipo de cambio. Es decir, la depreciación en el peso mexicano ampliaría el saldo en pesos de aquellos créditos que se hubieron contratado en moneda extranjera.
El crédito al consumo correría la misma suerte puesto que podría registrar un repunte temporal en el corto plazo asociado a los primeros efectos de la pandemia en el País.
“La resultante reducción en los ingresos de las empresas, podría mermar tanto la capacidad para cumplir en tiempo y forma con sus compromisos financieros como la disponibilidad para contratar nuevos créditos, lo que se reflejaría en una desaceleración aún mayor en esta cartera”, expone BBVA en un informe sobre las últimas cifras de la banca comercial.
Durante febrero el crecimiento de la captación de recursos del sistema bancario mantuvo la debilidad que ha experimentado desde la segunda mitad de 2019 aunque los impacto más significativos se esperan a partir de marzo.
Durante febrero, sin embargo, comenzó a observarse una recomposición entre los instrumentos de ahorro bancario en favor de alternativas más líquidas: en particular, los depósitos a la vista o a corto plazo registraron una tasa de crecimiento nominal mayor a la registrada el mes previo al pasar de 6.3% a 7.1%
En contraste, los instrumentos de más largo plazo, como los fondos de inversión de deuda, por ejemplo, redujeron su dinamismo respecto a enero, de un crecimiento de 4.4% a otro de 4 por ciento.