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A casi seis años de la implementación de mecanismos de regulación asimétrica en el sector de telecomunicaciones en México, la guía de ruta hacia la competencia muestra que no nos encontramos ni a la mitad del camino, respecto a lo alcanzado en los principales referentes internacionales.
Así lo evidencian los casos de Reino Unido y Estados Unidos.
Esa política compensatoria busca corregir las fallas en estos mercados de elevadas economías de escala que, históricamente, han resultado en elevados grados de concentración de mercado. Son mecanismos niveladores del terreno competitivo entre los diferentes jugadores.
Estos han sido aplicables al operador principal/dominante/incumbente para impedir el ejercicio de conductas anticompetitivas y reducir las barreras a la entrada y desarrollo de sus competidores. Todo, con el objetivo de alinear incentivos para ofrecer servicios a menores precios, mayor calidad, mayor disponibilidad y cobertura para los consumidores.
Hace más de tres décadas atrás, tras la creación de Oftel en 1984 (Office of Telecommunications, hoy Office of Communications – Ofcom), órgano regulador británico, y la privatización del operador estatal British Telecomm (BT), se comenzó una fase de implementación de regulación asimétrica que tendría como resultado la liberalización del mercado y la introducción de alternativas competitivas en el mercado.
BT estaba sujeto a medidas como la obligación a realización de acuerdos de interconexión, a la provisión de servicios de desagregación del bucle local a su competidor directo (Mercury), al control de precios mayoristas y minoritas, así como para prevenir su expansión a negocios adyacentes como a la provisión de televisión y servicios on-demand, entre otros.
Con el éxito de su ejercicio regulatorio, una década después, la función de Ofcom evolucionó de regular férreamente a BT, a supervisar la operación competitiva del mercado. Todo en tan sólo 10 años.
Otro caso en similar cronología histórica fue la desintegración del Sistema Bell (1984) y posterior ejecución de medidas de regulación asimétrica. A través de este proceso se daba fin al control de AT&T de varias compañías a lo largo del territorio estadounidense y canadiense, para pasar a un esquema de empresas independientes entre sí, como un formato de competencia efectiva.
Con disolución del monopolio privado, la creación de las ‘Baby Bells’ y la regulación de tarifas en un plazo de aproximadamente 12 años, se dio paso firme a un nuevo marco regulatorio y una ya longeva fase de competencia.
En nuestro país, a casi seis años, la regulación asimétrica no ha alcanzado avances suficientes. La duda oscila entre la aplicación cabal de las medidas dispuestas y la necesidad de fortalecerlas.
La evidencia cuantitativa resulta en una franca ineficacia, en donde la estructura competitiva peor que invariable, muestra ya incluso en los dos años y medio pasados una marcada reconcentración de mercado a favor del preponderante América Móvil, que en el segmento móvil alcanza 72 por ciento de los ingresos.
Se debe dotar de toda prioridad al proceso de revisión de la eficacia de las medidas de preponderancia, evitar demoras en su aplicación, fortalecimiento y mejora, para así abandonar el escenario de perpetuidad de la regulación asimétrica que se advierte hoy en las telecomunicaciones mexicanas.
La implementación de mecanismos aceleradores de la competencia no debe ser un proceso perenne.
Los casos de Reino Unido y EUA lo manifiestan. Estos mercados pasaron de una fase de regulación asimétrica a una de supervisión de la dinámica competitiva, en un plazo de entre 10 y 12 años.
Ernesto Piedras