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El 14 de noviembre pasado se recordará como una de las fechas clave de la autonomía del banco central de México. Aunque las sesiones de sus juntas de gobierno no son públicas, los anuncios dados a conocer a partir de entonces reflejan que sus decisiones no solo toman en cuenta mantener a raya la inflación. Este jueves, el Banco de México (Banxico) publicó las minutas de su penúltima reunión del año, donde decidió, de forma no unánime, bajar la tasa objetivo en 25 puntos base (pb), de 7.75 a 7.50 por ciento.
La postura difiere de las posiciones de dos subgobernadores identificados con el gobierno federal, que buscaban ampliar la baja en 50 pb, a 7.25% a fin de estimular el consumo. Si bien el mensaje del resto de los subgobernadores -y del propio gobernador del banco central- es que las tasas continúen con su ritmo de baja una vez más durante 2019, la decisión final de la política monetaria tomó en cuenta argumentarios decisivos. Y marcó claramente su autonomía.
Para el consenso de analistas, la inflación se mantendrá cercana al 3.5 por ciento. La lectura es que si el pronóstico de inflación del banco central (3%) empata con un crecimiento económico cercano a cero en este año y con menores tasas de interés externas, hay margen para que Banxico siga con su plan de reducir las tasas a un nivel de 7.25% en diciembre, cumpliendo a cabalidad su responsabilidad de conducir la política monetaria.
En la Junta de Gobierno del 14 de noviembre, sus miembros mencionaron que el estancamiento que ha vivido la economía mexicana se prolongó hasta septiembre, al tiempo que reconocieron que el balance de riesgos sigue con un sesgo a la baja. En contraste, atribuyeron a factores externos el buen ánimo que ha prevalecido en los mercados financieros (bolsas de valores y tipo de cambio).
En su informe trimestral dado a conocer en la víspera, el Banxico dio otra señal de su autonomía: ajustó a la baja su pronóstico de crecimiento del PIB para 2019 y 2020, marcando distancia frente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Ahora su estimado pasó a 0% del 0.5% original para este año, en tanto que para el 2020 fue ajustado a 1.3%, desde el 2.0% original.
Con esta decisión, la lectura es que ahora los informes del banco central están en línea con las expectativas de analistas y organismos internacionales, y alejados de los pronósticos de Hacienda, cuyas proyecciones de crecimiento son de 0.6% para este año y de 2.0% para 2020. “Banxico se torna más realista sobre sus proyecciones del PIB”, tituló a un escrito sobre el tema el banco CitiBanamex.
La Junta de Gobierno de Banxico está integrada por cinco miembros: un gobernador, quien la preside, más cuatro subgobernadores que son nombrados por el presidente de la República, con la aprobación del Senado. Dos de ellos, Jonathan Heath y Gerardo Esquivel, fueron designados por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que asumió funciones hace un año.
La postura como entidad autónoma de Banxico frente a las decisiones del gobierno federal se da en medio de una fuerte discusión donde expertos aducen que las políticas públicas del nuevo gobierno buscan desarticular la existencia de organismos autónomos construidos en los últimos 20 años, como el Instituto Nacional Electoral (INE), el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), o la Comisión Reguladora de Energía.
De hecho, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) del próximo año incluye reasignaciones por 11 mil 396 millones de pesos, pero reduce de recursos a los órganos autónomos.
Economía bajo presión
La mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno apuntó en su reunión de mediados de noviembre que las perspectivas de crecimiento “están siendo revisadas” a la baja. Uno de los miembros de la junta, de acuerdo con la minuta número 71 divulgada el jueves, ahondó en que, si bien se ha consolidado una perspectiva de tasas de interés bajas por un periodo prolongado, “la inversión suele ser más sensible a un entorno de elevada incertidumbre económica”.
Por ello, agregó el funcionario que “es previsible que persista la debilidad de la inversión y que las condiciones financieras más relajadas, más que detonar un incremento en la acumulación de capital, apoyen al gasto de los hogares y propicien un mayor apalancamiento”.
Por María Luisa Aguilar