Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 28 segundos
El aumento de la temperatura del planeta parece ir más allá del límite de 2°C definido en el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, para acercarse a un incremento promedio de 3.2°C. En noviembre del año pasado, durante la Fourth National Climate Assessment (Cuarta Evaluación Nacional del Clima) en EEUU, se llegó a la conclusión de que sin una reducción significativa de las emisiones contaminantes, el promedio de la temperatura global podría incrementarse 5°C, respecto a los niveles preindustriales, hacia finales de este siglo.
De acuerdo con el Reporte Global de Riesgos elaborado por el Foro Económico Mundial, con el apoyo de Zurich Insurance Group, es imperante considerar los análisis mundiales con respecto a las consecuencias económicas del cambio climático, el Reporte Global de Riesgos concluye que el valor económico de los “servicios ecosistémicos” (beneficios para los seres humanos, como el agua potable, la regulación del clima, polinización o la protección contra inundaciones) se calcula en 125 mil millones de dólares por año, aproximadamente dos tercios más que el PIB mundial. Sin embargo, de acuerdo con la FAO, actualmente no se invierte lo suficiente en su protección y ordenación. De aquí la necesidad de prevenir de manera inteligente para garantizar la integridad de estos servicios.
En este contexto, la situación actual en la Ciudad de México, el Estado de México, Jalisco, Puebla, entre otros, confirma que los eventos ambientales son una realidad que debe enfrentarse con herramientas de prevención inteligente, fundamentadas en hechos y datos técnico-científicos, pues ésta es la mejor forma de protección ante riesgos: actualmente 9 de cada 10 desastres son atendidos y fondeados una vez que ocurrieron.
Ante esta realidad, el reto es invertir anticipadamente para construir mecanismos que faciliten una resiliencia efectiva ante eventos contingente como los fenómenos naturales. De acuerdo con el mismo estudio, se calcula que actualmente solo 13 por ciento del presupuesto de una nación se destina a la prevención. El Programa de Alianza por la Resiliencia ante Inundaciones de Zurich, ha comprobado que, por cada dólar invertido a priori, se genera un ahorro de 5 dólares al momento de la recuperación post-evento, además de los beneficios que implica el evitar pérdidas humanas, dañosa infraestructura y riesgos a la salud, por mencionar algunos.
Más allá del análisis y recomendaciones oportunamente emitidas por el Gobierno de la Ciudad de México, ante la Contingencia Ambiental Atmosférica Extraordinaria que enfrentamos, Zurich comparte algunas recomendaciones para mitigar estos riegos:
1. Enfocarse en la prevención es más efectivo que resolver la situación una vez ocurrida. La preparación ante desastres mediante planes de continuidad de operaciones hace a las sociedades, negocios y gobiernos más resilientes ante las situaciones de emergencia.
2. Es fundamental mapear y entender las vulnerabilidades, así como los riesgos interconectados en las cadenas de suministro, cuya interrupción puede ocasionar desabasto para una ciudad o un negocio, gestionar los riesgos con antelación disminuye la posibilidad de que un desastre ambiental cause efectos inesperados que pudiesen cerrar operaciones o colapsar servicios.
3. Promover que los empleados estén preparados en el trabajo y el hogar garantiza que las personas se mantengan seguras y estén en condiciones de ayudar a mantener el negocio operando desde una ubicación remota, si es necesario.
4. Llevar a cabo una evaluación posterior en caso de desastre y aprender de lo ocurrido. Saber qué funcionó y qué no, preparará mejor a la organización para la próxima contingencia.
5. Analizar cuáles son las posibles amenazas que podrían interrumpir o desestabilizar un negocio, el hogar, o el planeta y qué podemos hacer para prevenirlos.
6. Mejor planeación territorial y urbana con visión a largo plazo, considerando las capacidades de adaptación que naturalmente proporcionan los ecosistemas. Tanto para las ciudades en expansión como las áreas rurales susceptibles, con lo cual se contribuiría a mitigar los efectos de una contingencia ambiental.
7. Canalizar recursos económicos que construyan elementos de prevención y aumento de la resiliencia, mediante la conservación, protección y restauración de los ecosistemas, a fin de mantener los servicios que proporciona la naturaleza y mitigar el cambio climático. La Comisión Nacional Forestal ha implementado acciones positivas en este aspecto, como la restauración de cuencas hidrográficas y los pagos por servicios ambientales en conjunto con la iniciativa privada.
*Información avalada por Ingeniería de Riesgos de Zurich, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC)