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No es poca cosa que el pasado 30 de junio, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos aprobó la compra de los activos del gigante 21st Century Fox por parte de The Walt Disney Company, se le exigiera y se le condicionara con la venta de 22 redes regionales de deportes de la empresa que encabeza el magnate Rupert Murdoch, con el único objetivo de evitar la creación de un agente con poder monopólico. La transacción se cerró en 71 mil 300 millones de dólares. Nada más.
Lo comento aquí porque en México no debería tomarse a la ligera la revisión de los factores de control de mercados que Disney podría generar con esta adquisición y que vulnerarían, más allá de intereses empresariales, los derechos de los consumidores. De lo contrario, no tendría sentido contar con entes reguladores que se ocupan de la competencia. En Guatemala o en otros países menos avanzados en el tema de la competencia, por ejemplo, no existe una Comisión Federal de Competencia que pueda ocuparse de los temas tan relevantes que ha desarrollado y vigilado aquí la comisión que encabeza Jana Palacios, una servidora pública cuyo perfil académico igual que el de muchos colaboradores de este organismo les ha permitido ver el problema de la competencia desde una perspectiva estructural y no sólo política.
Defensa de la competencia
Así que no se debe tirar por la borda ningún logro alcanzado por México en materia de la defensa de la competencia en sectores regulados, estratégicos y clave para los derechos de los consumidores. La Cofece decidió que, en materia de licenciamiento de marcas, la concentración de Disney y 21st Century podía autorizarse sin ser condicionada.
Pero en el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), en donde la reforma constitucional a la regulación de este sector, también lo dotó de una unidad para vigilar la competencia, la transacción deberá observarse con lupa porque involucra los derechos de los consumidores en un ecosistema digital complejo con un alto riesgo de ser controlado por este tipo de jugadores monumentales.
Disney, al adquirir 21st Century ha dicho que creará experiencias de consumo aún más atractivas. El riesgo es que con el poder de negociación que tendrá este gigante, muchas de esas experiencias salgan de las plataformas de la televisión abierta y se conviertan en opciones de pago. Fue por eso que el Departamento de Justicia le exigió en Estados Unidos vender redes regionales de deportes. Al IFT le tocará vigilar la competencia en el mercado de distribución de contenidos digitales en donde, al menos en el mercado deportivo, la integración Disney-Fox dominará el 73.4 por ciento de las señales deportivas. Aún peor, en los paquetes con menor costo dentro de la TV de paga —que por cierto pagan seis de cada diez suscriptores en México— este control de Disney-Fox en canales deportivos es de 79.2 por ciento. ¿Qué le quedará a los consumidores? Y no piense sólo en los que pagan un sistema de cable, de televisión digital, sino también en aquellos que siguen la televisión abierta, aquellos que vieron partidos de futbol como el de la selección de México contra Brasil sumando una audiencia de más de 10 millones de personas. En fin, además, vale la pena preguntarse cuántos empleos y derrama económica generará en México esta nueva fuerza de Disney y Fox. Vale la pena que en el IFT se tomen en serio su papel de reguladores y revisen con lupa la resolución de los investigadores Anti-Trust del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
claudiavillegas@revistafortuna.com.mx
Twitter: LaVillegas1