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Una cumbre histórica ocurrió el pasado mes de abril; los líderes del norte y sur de Corea tuvieron la primera reunión después de más de 10 de años de distanciamiento y de conflictos bélicos que datan hacia finales de la segunda guerra mundial. Es así que el líder nor-coreano Kim Jong Un y el presidente surcoreano, Monn Jae-in se reunieron en Panmunjom, la frontera que divide ambas naciones, irónicamente por una delgada y apenas perceptible línea. Ambos líderes firmaron la declaración de paz, prosperidad y unificación de la península coreana: se reconectarán las relaciones entre ambas naciones con un espíritu de prosperidad y colaboración; se harán los esfuerzos necesarios para aliviar la tensión militar que existe; y se colaborará para lograr un estado permanente de pacificación en la península.
Mucho se ha explorado en el pasado del impacto económico que este potencial estado de pacificación (acaso unificación) traería a la península. Me parece que el momento histórico amerita retomar estas hipótesis.
Recapitulando la historia
Entender el conflicto entre las Coreas significa remontarnos a prácticamente 75 años atrás, cuando en 1945 la armada de los Estados Unidos trazó una línea que dividiría la península coreana (colonizada entonces por Japón). Con el surgimiento del comunismo la división fue inminente que posteriormente llevó a la guerra de las Coreas. En 1952 se acordó un cese al fuego, pero no así la división y tensión entre ambos bandos; mientras que Corea del Norte ha sido aliado estratégico de China y Rusia; Corea del Sur lo ha sido para Estados Unidos y Japón.
Pese a que comparten una historia común, hoy las dos Coreas son muy distintas en términos económicos. En 2013, el PIB de Corea del Norte se estimaba en 33 mil millones de dólares mientras que el de Corea del Sur ascendía a 1.19 billones. Según el CIA World Factbook, el PIB per cápita de Corea del Norte representa tan solo el 5 por ciento del de Corea del Sur. Mientras que la economía de Corea del Sur está concentrada en el sector secundario y terciario, la de Corea del Norte lo está en la agricultura. Se estima que el sector industrial de Corea del Norte es en 2014 similar al que existía en Corea del Sur en 1970.
Corea del Norte es un país comunista liderado por una dinastía; el principio de respeto y la doctrina militar configuran el gobierno autocrático y represor. Y la economía es un ejemplo de ello. Siendo básicamente una economía cerrada, su relación comercial se ha definido con y desde Rusia y China. Se estima que el 90 por ciento del sector servicios está representado por el rol del gobierno lo que lo hace ineficiente. El objetivo no es el bienestar económico (subsiste por recursos provenientes de China y la ONU) sino el desarrollo y potencial nuclear. La economía de corea del Norte siempre ha sido débil particularmente después de los desastres naturales en los 90’s. Posteriormente se desarrolló el plan de Zonas Económicas Especiales para promover inversión china y rusa en la región.
La economía de Corea del Sur, que es casi 40 veces más grande que la del Norte – es un ejemplo de perseverancia y éxito. Pasó de la pobreza, desigualdad y precariedad a un país con alto dinamismo económico (7 por ciento de crecimiento del PIB en promedio), líder en innovación y tecnología que lo convierten en la doceava economía a nivel mundial. El milagro económico de Corea del Sur obedece a su relación con el exterior y al desarrollo de una economía interna sólida que le ha valido respeto a nivel internacional.
El incentivo económico del conflicto.
Si bien la permanencia del conflicto entre las dos Coreas se puede entender mejor desde el punto de vista político, también parece cierto que empiezan a aparecer incentivos económicos para buscar reconciliación y cooperación. Desde que las sanciones a Corea del Norte se han enraizado, y los recursos han fluido de manera escaza, existe un incentivo para explorar otras alternativas. Citando a The Economist: “Una de las principales razones por las que no ha habido una solución al conflicto coreano es porque los sueños de la reunificación son divergentes. Para Estados Unidos y Surcorea, la unificación traería un gobierno liberal, capitalista y democrático mientras que para Corea del Norte, China y Rusia, el resultado no sería la de un aliado cercano y ciertamente no permitiría la instalación de tropas americanas en su territorio.
Según el departamento de investigación de capital en la región de Asia de Nomura Securities, la unificación de las dos Coreas podría representar un gran flujo de inversión para la península quizás porque la gran apuesta es la pacificación y el potencial de recursos por explotar. Si bien la reunificación es un evento sumamente atractivo para los inversionistas, es cierto que lo que prevalece es la duda razonable.
No es casuístico pensar que Corea del Norte pudiera lanzar reformas económicas en la búsqueda de diversificar su interés económico a otros países (comenzando por Corea del Sur) como tampoco lo es el pensar que China sería el principal socio-inversionista para la reconstrucción de Corea enmarcado en su proyecto “OBOR” por sus siglas en inglés.
Pero ¿qué beneficios económicos podría traer la unificación con dos economías tan dispares? En el caso de los inversionistas extranjeros (principalmente Corea del Sur), la unificación permitiría explotar recursos casi “vírgenes” ubicados en Corea del Norte los cuales están valuados en cerca de 9 billones de dólares; también le permitiría tener acceso a mano de obra barata y poder vincularla con industrias estratégicas como la textil o crear cadenas de valor a sus procesos de producción tecnológico.
De acuerdo con Jong Wha Lee, Weifeng Liu y Cheol Jong Song – quienes elaboraron un estudio sobre el impacto económico de la reunificación coreana – se puede reconstruir los vínculos económicos inter e intra sectoriales en la península incorporando elementos de flujo de capital e inversión. A partir de ello se puede estimar el impacto de la reunificación en términos de economía real, flujo de comercio y capital. El autor remarca que, si bien hay un costo de reunificación, éste podría “financiarse” con los recursos que se generen de una gradual transformación económica.
El estudio analiza diferentes escenarios, pero yo me centraré en aquél en el que la unificación parece ser un estado de convergencia gradual, suceso que hasta el momento parece plausible. Bajo este escenario los autores argumentan que la tasa de recuperación de la productividad laboral en Corea del Norte pasaría de 0 en 2017 a 0.1 por ciento anual en 2018 y 2019 y que esta diferencia entre productividades (entre Estados Unidos y Corea del Norte) se cerraría en 2055. La clave está en que el gobierno pueda implementar políticas y reformas económicas acompañadas de la cooperación comercial y transferencias desde Corea del Sur.
Me parece que no hay que descartar un buen final para este primer episodio. Si los incentivos son los correctos, se podría producir un segundo milagro económico en la península. Temo que sean los factores externos (políticos) los que puedan influir en el desencanto de este esfuerzo. Creo que el mundo hoy necesita paz en las Coreas y la comunidad internacional tiene el compromiso de salvaguardar la esperanza.
*Coordinadora Executive MBA-EGADE Business School.