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Por Haydeé Moreyra
El 21 de marzo será recordado como un día histórico; fue el día en que el presidente estadounidense Barack Obama realizó la primera visita oficial a Cuba, desde Calvin Coolidge en 1928. Eventos como la invasión a Bahía de Cochinos, el embargo comercial o la crisis de misiles marcaron profundamente las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Al parecer, la visita de Barak Obama hubiera sido el primer paso de la transformación en la isla, pero poco se ha hablado de la paulatina y hasta silenciosa transición del sistema económico cubando desde la caída de la Unión Soviética. ¿Qué transformaciones en materia económica se puede esperar para los siguientes años? ¿Qué significa para su sociedad y qué implicaciones tendría en la economía internacional?
La población es un pilar clave en el desarrollo de las sociedades. Y Cuba no es la excepción; la pirámide poblacional ha cambiado a lo largo de los últimos 50 años. El porcentaje de la población de 0 a 14 años ha estado decreciendo mientras que las de 60 años y más, va aumentando. Por ejemplo, en 2007 había 2.1 millones de personas de 0 a 14 años y en 2013 se estima que este número alcanza los 1.9 millones. En pocas palabras, la sociedad cubana empieza a envejecer.
Hay otras características de la población cubana que vale la pena mencionar: carece de capital productivo y es ineficiente. A mediados de la década del 2000, la crisis en la producción azucarera obligó al gobierno cubano a desinvertir en la industria y a abrir plazas con el propósito de absorber parte de la población recién desempleada; todo ello motivó el autoempleo, una medida de escape que tuvo su impacto en la productividad laboral. En la primera década del siglo XXI, Casto se vio forzado a eliminar puestos de trabajo en el gobierno, lo que implicó que millones de trabajadores se sumaran a las filas del autoempleo. ¿El resultado?: población improductiva, diversificación del ingreso y un menor peso del salario.
A mediados de la primera década del siglo XXI, tres cuartas partes de la economía de Cuba estaba basada en el sector servicios, es decir 75 por ciento, y en la industria manufacturera. El sector construcción – aunque con una menor participación – estaba enfocado al mercado de exportación (petróleo y electricidad) más que al mercado interno (desarrollo inmobiliario).
A nivel internacional, Cuba había mantenido un relativo aislamiento a partir del embargo impuesto por los Estados Unidos y su comercio internacional se reducía a la relación que guardaba con la URSS. No obstante, a partir de su inserción al grupo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), el comercio y la inversión extranjera empezaron a crecer y diversificarse. Hacia finales del siglo XX y principios del XXI sus principales socios comerciales fueron China, Venezuela, Rusia, Brasil e Irán.
La estructura de la balanza comercial de la isla está sumamente concentrado; más de la mitad de lo que exporta está en el sector de servicios médicos y turismo; 60 por ciento de lo exportado se concentra en 5 productos; y cerca de la mitad de su mercado de exportación está geográficamente ubicado en el continente Americano. La importación de alimentos y de commodities sigue siendo relevante hoy como en los últimos 60 años. Pese a ello, sí ha habido cambios al interior de la balanza comercial.
Por ejemplo, la exportación de níquel ha desplazado la de commodities tradicionales; la fuerte presencia de la industria azucarera en la balanza comercial ha sido reemplazada por el sector farmacéutico; incluso el sector servicios ha sufrido transformaciones al pasar el turismo en segundo lugar por el de conocimiento científico. La inversión extranjera en Cuba se concentra en sectores como petróleo y telecomunicaciones. Irónicamente, los países de donde proviene la mayor parte de esa inversión están en Asia.
Pero quizás uno de los problemas estructurales más arraigados en Cuba es el del sistema dual de convertibilidad de la moneda. Desde 1990 este sistema dual ha provocado distorsiones en el mercado cambiario y en el sector real de la economía. En Cuba, el gobierno utiliza el peso Cubano (CUP por sus siglas en inglés) como un tipo de cambio oficial para sus transacciones, pero al mismo tiempo utiliza el peso Cubano convertible a dólar (CUC por sus siglas en inglés) para salvaguardar el valor del peso y racionar las reservas. Pero una de las consecuencias de este sistema dual está en la subvaluación del peso Cubano para las transacciones que suceden en la economía real, afectando a los trabajadores vía salarios y a las empresas, vía ingresos productivos.
Dado lo anterior, algunos de los anuncios más relevantes son: la eliminación de algunas restricciones a las remesas y de servicios bancarios; la autorización a empresas americanas para proveer de servicios de telecomunicaciones; autorización a ciudadanos americanos a viajar con licencia a Cuba con fines educativos y religiosos; autorización de las aerolíneas para prestar servicios comerciales; y facilitar la inversión de empresas americanas en PyMES.
La importancia de estos anuncios radica, en principio, en visualizar cómo impactarían a la economía cubana, y qué significado tendrían para la economía internacional.
Uno de los impactos positivos más inmediatos será el del ingreso de turistas y migrantes a la isla. Según especialistas, Cuba podría recibir en los siguientes años cerca de 400 mil visitantes, incrementando en más del 15 por ciento en llegadas internacionales. Además, el gasto promedio por turista podría traer ingresos cercanos a los 400 millones de dólares. Lo anterior significaría que tan solo por el aumento en el turismo, el PIB de Cuba podría crecer en 0.6 puntos porcentuales.
Esto se traduce en que habrá más inversión en infraestructura (hotelera, carreteras, puertos, etc.), y que mejorará el ingreso de la población que labora en sectores relacionados. Quizás igualmente importante es el acceso de remesas; más de 20 mil cubanos que migrarían legalmente a Estados Unidos podrían obtener las famosas “green cards” permitiendo el libre tránsito de capital humano y divisas. Esto también implicaría la bancarización de la población e inversión en redes de telecomunicaciones.
El comercio también sufriría cambios en su estructura pero yo visualizo estas transformaciones en un mediano a largo plazo; todavía existen barreras legales y logísticas que impedirían una apertura del comercio hacia y desde Cuba. La falta de tratados comerciales y el marco regulatorio hacen difícil visualizar un cambio importante en los montos de comercio tanto en valor como en mercancías. Adicional a ello, la economía Cubana necesita tiempo y dedicación (acaso iniciativa de la casta política) para transformar su economía interna, hacerla productiva e innovadora. En un largo plazo, y con los incentivos adecuados, visualizo un importante aprovechamiento en la economía del conocimiento.
Pero un cambio obligado que vislumbro en el corto plazo es la eliminación del doble sistema cambiario. El eventual ingreso de divisas y remesas a la isla así como una mayor apertura de la banca obligaría a las autoridades a reformar el sistema cambiario. De no hacerlo, crearía una burbuja inflacionaria y colapso financiero en las arcas públicas. El hacerlo, motivaría la integración de la economía cubana y sentaría las bases para el camino hacia una economía abierta al comercio internacional.
En resumen, muchos de los problemas estructurales relacionados con la economía interna, pueden ir resolviéndose a partir de la nueva relación Cuba-Estados Unidos: falta de inversión en infraestructura y/o sectores productivos, distorsión por el sistema dual de convertibilidad del peso, etc. No obstante, existen problemas estructurales que requerirán de más tiempo y esfuerzo por parte de la sociedad cubana: estructura poblacional y de autoempleo, ineficiencia sector público y privado, concentración de la balanza comercial, intervencionismo del Estado, etc.
Al final del camino Cuba seguirá los pasos de China bajo el contexto de una economía mixta (socialista y capitalista), en el que una parte de su economía y sociedad serán testigos del progreso y prosperidad. Pero ello contrastará con sectores aún cerrados a la economía internacional, ineficientes y con un alto intervencionismo del Estado. Para que haya un radical cambio en el estatus-quo, la sociedad cubana lo deberá hacer al mismo ritmo. Esto será un trabajo para las nuevas generaciones, pero lo que hemos visto hasta ahora es un ejemplo de las transformaciones que pueden darse, algo digno para escribir un nuevo capítulo en la historia moderna de Cuba.
Estructura del PIB de Cuba, 2008 | |
Sector | % del PIB |
Agricultura y minería | 3.49% |
Manufacturero | 13.30% |
Construcción | 6.27% |
Electricidad, gas y agua | 1.43% |
Servicios | 75% |
Orientación geográfica del comercio exterior | |||
Región | 1989 | 2003 | 2005 |
Europa | 87.7 | 42 | 34.8 |
América | 5.6 | 41 | 47.5 |
Otros | 6.7 | 17 | 17.7 |
Fuentes Consultadas:
MOLINA, Ernesto. “Economy in Cuba from 1989 to 2012”. Megatrend Review. Vol.10 No. 2, 2013. Páginas 65-84
MORRIS, Emily. “How will US-Cuban normalization affect economic policy in Cuba”. Center for Latin American & Latino Studies. American University. Washington, D.C. Abril, 2015. Páginas: 1-9.
*Coordinadora Executive MBA-EGADE Business School.