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Sin duda, el inicio de 2016 ha sido complicado financieramente hablando. Las reducciones presupuestales se han convertido en la alternativa de supervivencia para las familias, empresas, gobiernos e incluso para no pocas trasnacionales.
Por Paulina Martínez*
Esto ha mermado la responsabilidad social empresarial, con evidentes consecuencias para sus beneficiarios, sin embargo, aún no se ha develado un freno total al desarrollo de las iniciativas en sustentabilidad. Es decir, que a pesar de la desaceleración en la economía todavía se apuesta por el desarrollo sustentable como una vía de crecimiento que puede retribuir social, económica y ambientalmente.
Diversas instituciones públicas y privadas se han sumado a la responsabilidad social empresarial no sólo con actividades de voluntariado una vez al año, sino que se han abierto áreas específicas con equipos multidisciplinarios para encargarse del desarrollo de proyectos integrales, en el mejor de los casos.
Para bien, creo que esto es un excelente reflejo de lo que debe de ser el futuro empresarial comprometido con el desarrollo sustentable, pero especialmente es un ejemplo de cuáles son las mejores opciones que sacarán a flote a más de una institución.
En una charla de café, comentaba con un buen amigo que desde mi experiencia y perspectiva, es increíble que a pesar de las dificultades económicas que aquejan a las empresas, continúen creciendo las consultorías en medio ambiente, se abran nuevas áreas de sustentabilidad y que más gente busque cursos o diplomados para especializarse en el tema. Sin duda esto se debe a que más personas sabemos que el desarrollo sustentable puede ser la mejor alternativa para salir del hoyo.
La pregunta lógica desde el lado empresarial debe ser: ¿por qué invertir en responsabilidad social o ambiental y no en mi core business? A lo que yo respondería con otra interrogante: ¿por qué crees que el desarrollo social y ambiental no es parte de tu core business?
Citaré el ejemplo que siempre menciona mi mentor en profesión: la refresquera más importante del mundo invierte millones de pesos anualmente en programas de captación de agua, ¿por qué lo hace? porque están muy preocupados por el medio ambiente o porque el agua es su materia prima y si en un par de años ya no tienen agua ¿qué van a vender?
En México, aproximadamente el 98 por ciento de los negocios son pequeñas y medianas empresas, y se podría pensar que entonces sólo el 2 por ciento restante puede darse el lujo de invertir en la responsabilidad social o ambiental, porque los pequeños negocios apenas tienen flujo para continuar.
Yo he conocido, de primera mano, emprendedores que buscan realizar bienes y servicios que basan su plan de negocios en la capacitación y empleo de grupos vulnerables y puedo asegurarles que son negocios exitosos. La clave de este tipo de estrategias inclusivas para el desarrollo sustentable radica en la ruptura de dos paradigmas: por un lado es necesario dejar de pensar que una empresa que integra personal con serios problemas de calidad de vida está abusando de ellos y por el otro, también es importante dejar de pensar que “no dan el ancho” para participar en negocios de innovación porque no son unos glamorosos millennials emprendedores.
Esto nos regresa al punto de: “no es mi core business”, lo que es perfectamente comprensible y respetable; incluso en más de una ocasión a mí me ha tocado tomar la decisión entre pagar los gastos administrativos o continuar con un proyecto social por un par de meses más. Sin embargo, creo firmemente que es necesario el continuo desarrollo de proyectos de responsabilidad empresarial, independientemente de su tamaño.
Necesitamos contar con iniciativas que mejoren la calidad de vida de las personas, porque incluso dentro de los grupos vulnerables tenemos un nicho de mercado y no me refiero a que los apoyemos para volverlos consumidores, sino que en estos segmentos encontramos también a futuros colaboradores, a quienes pueden ayudarnos a cuidar nuestros recursos naturales, a que desarrollen mejores capacidades técnicas y habilidades para colaborar en nuestras empresas e incluso podemos pensar en nuevas líneas de productos y servicios gracias al empoderamiento que les otorguemos.
Sí, es cierto, puede no ser nuestro core business, pero les aseguro que si no actuamos como un sistema integrado generando beneficios para otros, en un futuro cercano ya no tendremos materia prima para nuestros productos, mucho menos compradores.
Ahora bien, quede claro que tener un área operativa de responsabilidad empresarial, desarrollo sustentable o como la quieran llamar no va a resolver nada si no se cuenta con personal capacitado, pero especialmente comprometido con sus funciones. En más de una ocasión me he topado con directivos convencidos de que organizar una reforestación anual con sus colaboradores y familiares les da los puntos que necesitan en el segmento de Medio Ambiente para recibir su diploma de Responsabilidad Social Empresarial.
No podemos pretender encontrar retornos de inversión, crecimiento de personal, incluso generar más ventas o asegurar la materia prima si se continúan implementando estrategias malamente llamadas de “desarrollo sustentable” si lo único que se hace es plantar árboles en el camellón.
La responsabilidad social corporativa es un campo verde aún pero vale la pena explorarlo. No somos “todólogos” y tampoco creo que sea muy racional que se pida a un contador elaborar un programa social que asegure más ventas en el primer semestre. Si realmente queremos adentrarnos en los beneficios del compromiso por la sustentabilidad, un buen paso para hacerlo es buscar a alguien que conozca el tema y seguramente en un par de años este campo será más verde.
*Earthgonomic México, A.C.