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La recesión estadounidense se traduce en el descenso de las importaciones y en una menor participación de su inversión extranjera. Esa situación afecta el 80% del comercio exterior mexicano, con lo que la producción también disminuirá al igual que el flujo turístico desde aquel país.
En septiembre de 2009, la Unidad de Inteligencia de The Economist vaticinaba que 2010 no sería tan negativo para la economía mexicana. Advertía, en cambio, que 2011 y 2012 serían años difíciles para este país. El argumento de los especialistas se sostenía en el análisis del comportamiento de la economía estadounidense que, entonces, recibía recursos del gobierno federal que se inyectaban a bancos y empresas, con miras a dinamizar el mercado interno. Esos estímulos impactarían positivamente a la muy dependiente economía mexicana.
En esa ocasión, y desde la sede de ese encuentro en uno de los salones de conferencia de un hotel situado frente al Auditorio Nacional, Justin Thody, directora regional para América Latina de la Unidad de Inteligencia de The Economist, hizo notar que habría que esperar que esos recursos dinamizaran la economía estadounidense, pues, en caso contrario, se estancaría y el impacto de esa oleada afectaría a México. En ese contexto, Thody advirtió que ése no era el mejor momento para que México aumentara el peso de los impuestos, pues se vivía un ambiente “recesionario”.
A más de un año de distancia de esa previsión, el 25 de noviembre, las autoridades de la Oficina de la Reserva Federal estadounidense (FED, por sus siglas en inglés) reconocieron que sus pronósticos respecto del ámbito económico de 2011 habían sido demasiado optimistas. Ese día, desde la capital estadounidense, el mundo observó cómo la FED reducía sus estimaciones del crecimiento en Estados Unidos; se hizo público que la economía en aquel país sólo crecerá entre 2.4 y 2.5% a lo largo de 2011.
Esas cifras contrastan significativamente con la previsión de una expansión económica que oscilaba entre 3 y 3.5% que ese organismo regulador manifestó en junio pasado. Tampoco descenderán las tasas de desempleo que actualmente presenta aquel país, que, según la propia FED, es de 9.6%, y que el año próximo oscilará entre 9.5 y 9.7%. Al respecto, la Junta de Gobernadores de la FED determinó, en su reunión de comienzos de noviembre, que el esfuerzo por reducir el desempleo ha sido “decepcionantemente lento”.
Un reporte del área de Banca Empresarial de Citi Banamex entregado a sus clientes asegura que en Estados Unidos “el desempleo se estabiliza en niveles altos y el tema hipotecario va a generar un obstáculo al gasto de las familias que no se va a disipar pronto”.
Incluso, aseguran los expertos de Banamex, la FED está considerando una política monetaria más laxa para combatir una inflación negativa o deflación, ya que si la inflación es negativa la deuda será más onerosa, lo que sería inconveniente para una economía altamente endeuda como la estadounidense.
No sólo eso, en Europa también se prevé un menor crecimiento porque los gobiernos tendrán que “ajustarse el cinturón” para evitar crisis fiscales como la griega: menos gasto público representa, sin embargo, menos demanda y, por ende, menos crecimiento.
En México, esa situación se traduce en un negro panorama durante 2011 y los primeros meses de 2012. Los mexicanos enfrentan la presión de impuestos más altos, el incremento del desempleo, la falta de créditos, alzas en precios de bienes y servicios, así como los constantes y graduales incrementos en el precio de las gasolinas, entre otros. Esto bosqueja un “escenario de pesadilla” para la economía mexicana, a juicio Luis Sandoval Ramírez, profesor en ciencias económicas del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El impacto de la crisis económica y financiera estadounidense sobre México es total, reitera Sandoval. Esto ocurre tras la inyección de recursos líquidos de la FED en la economía de aquel país a través de la compra de bonos del Tesoro por 600 mil millones de dólares más 300 mil millones que se agregan a lo que aportó durante 2009. Esa compra seguirá hasta mediados de 2011 y se pretende que sea suficiente para activar los mercados financiero-especulativos.
Sin embargo, para este investigador, esta medida detona un mecanismo de traslado de capitales hacia los países pobres, lo que da por resultado la creación de las llamadas “burbujas” en Estados Unidos y en los países latinoamericanos. El efecto más inmediato de este proceso, explica, se traduce en la inflación de esa burbuja en los activos de las bolsas de valores y en la sobrevaluación de la divisa y del peso mexicano.
En consecuencia, las exportaciones mexicanas se encarecen y aumentan las importaciones; además encarecen los servicios turísticos –puntal para recabar las divisas que requiere la economía mexicana?. Otro efecto negativo de esa dinámica, según Sandoval Ramírez, es que favorece la salida al extranjero de la clase media y de un sector de la clase baja.
En opinión del analista, el gobierno mexicano podría revertir este panorama negativo si recurriera a una política de defensa la economía nacional “como lo está haciendo Brasil, que aumentó del 4 al 6% los impuestos a los flujos de capitales”.
Mirada multilateral
A comienzos de 2010, el Resumen de perspectivas, del Banco Mundial, anunció que “la fase aguda de la crisis ha pasado y la recuperación de la economía está en curso”. Pese a esa visión optimista, el organismo financiero internacional advertía que la reactivación seguía siendo “frágil”, por lo que era previsible una desaceleración en el segundo semestre de 2010, cuando el impacto de las medidas fiscales y monetarias sobre el crecimiento se debilitaría y continuara su curso el ciclo de inventarios.
No obstante, el organismo hacía notar que el escenario base anunciaba un crecimiento global de 2.7% para 2010 y de 3.2% para el año siguiente, aunque no se descartaba una sensible desaceleración para 2011.
En septiembre de 2010, los analistas del Bank of America advirtieron la desaceleración de las exportaciones mexicanas. Anunciaron que si las ventas de autos en Estados Unidos retrocedían todavía más, se manifestarían caídas en ese rubro en México.
Esa institución hizo notar que el estrecho vínculo comercial entre México y Estados Unidos difícilmente será reemplazado por la demanda interna. También destacó la “marcada pérdida de impulso en el crecimiento del empleo en el sector privado”, a pesar de que la actividad comercial tuvo un incremento atribuido a la creación de medio millón de empleos en el curso de 2010. Otro sector muy deprimido es el de la construcción.
Crisis permanente
A su vez, Cuauhtémoc Calderón, investigador del Departamento de Estudios Económicos del Colegio de la Frontera Norte (Colef), destaca que la crisis actual es general, no sólo de Estados Unidos. México, que es una economía muy dependiente, resiente más los efectos negativos de este fenómeno porque, en las pasadas décadas, profundizó su integración económica con Estados Unidos.
En su opinión, antes de que se manifestaran las crisis financiera y económica en Estados Unidos, la economía mexicana estaba estancada, con lo que se agotaron las capacidades de generar empleos. “Este país ha vivido una crisis permanente prácticamente desde 2000 ?señala el académico? y no crece desde 1983 y es totalmente inestable, por lo que las crisis cada vez son más profundas”.
En una economía “rentista” como la de México, que sólo busca garantizar los ingresos de los bancos extranjeros y las ganancias de los especuladores y de las empresas internacionales, los efectos de la crisis económica y financiera estadounidense se traducirán en un desempleo masivo, anticipa Cuauhtémoc Calderón.
Recuerda que en la década de 1990, la emigración mexicana hacia Estados Unidos constituyó una válvula de escape que ahora no es posible considerar ante la crisis estadounidense. Ahora, señala, en aquel país se fortalece el comportamiento antiinmigrante y antimexicano, y el interés primordial de su relación con México se centra en preservar su seguridad nacional, “de ahí en fuera no hay futuro en nuestra relación con el país vecino”, exclama.
Tras la derrota en las pasadas elecciones legislativas de los demócratas frente a los republicanos, es posible prever que el ala más conservadora en aquel país pugne por endurecer aún más esa política antiimigratoria, observa el especialista del Colef. Entretanto, la respuesta del gobierno mexicano “simplemente se limitará a esperar” que aquel país se recupere.
Sin embargo, esa recuperación no se vislumbra a corto plazo. El académico estima probable que en Estados Unidos se manifestará el fenómeno conocido como “doble depresión”, es decir, regresará la recesión y el desempleo crecerá. Por ello, la recuperación se va a prolongar más allá de 2012 y México seguirá con su mismo modelo económico, pero acentuado por la incapacidad interna de generar puestos de trabajo.
Política sin visión
A fines de 2008, la economía mexicana comenzó a sentir los efectos de la crisis estadounidense. El ciclo recesivo de aquel país se transmitió rápidamente en México dada la profunda dependencia e integración económica de México a aquel país. Tres fueron las expresiones más notables de ese fenómeno: la baja en las exportaciones, la reducción de las remesas que envían los emigrantes mexicanos a sus familiares y el descenso en la inversión extranjera directa.
En ese momento, el propio gobierno federal comenzó a hacer público el agotamiento de la producción petrolera, fuente primaria de las divisas mexicanas. En 2010, el nerviosismo por la situación económica se observó cuando el gobierno federal manifestó su intención de cerrar dependencias, como la Secretaría de Turismo, y cerrar algunas representaciones diplomáticas en el extranjero.
Esta reacción del gobierno federal es la que para los analistas entrevistados confirma que no existe una visión de Estado.
Pronósticos Sectoriales, una luz al final del túnel
- Fabricación de equipo de transporte: Seguirá impulsada básicamente por la fabricación de vehículos para la exportación. Inversiones y nuevos modelos serán los elementos que sostengan el avance en las exportaciones.
- Comercio: El crecimiento del comercio exterior y el crecimiento de las ventas domésticas se combinan para sostener su dinámica más que proporcional al avance de la economía.
- Ventas de vehículos: Crecimiento del ingreso y precios reales estables de los vehículos serán los principales motores que sostengan la tasa de aumento en las ventas por vehículos nuevos.
- Agricultura: Avances tecnológicos en la superficie cosechada y sembrada apoyarán el crecimiento del sector.
- Industria alimentaria: Aumentos en empleo y crecimiento poblacional sostienen la dinámica moderada del sector.
- Ganadería: Factores estructurales lo regresarán a su tradicional ritmo de crecimiento.
Fuente Citibank, Banamex, Banca Patrimonial.